Es extraño y hasta
misterioso que Jesús, el Hijo de Dios, necesite de nosotros para proclamar la
Buena Noticia que trae de su Padre. ¿Por qué no podía hacerlo Él solo? ¿Acaso
no tiene el Señor poder y fortaleza para hacerlo? Luego, ¿por qué reclutar un
equipo y fundar su Iglesia para dar a conocer el Reino de Dios?
Supongo y creo que
esta forma de dar a conocer su Reino está estrechamente ligada a nuestra condición
de seres libres. Hemos sido creados en libertad y será desde nuestra condición
de seres libres como tomaremos la opción de decidirnos por un camino u otro,
por acoger el Reino de Dios o tomar el camino del príncipe del mundo (Dt 30,
15). Desde esa concepción del ser humano será condición imprescindible de
reclutar un colegio apostólico para salar y dar luz al mundo con y de la
Palabra de Dios.
Porque se trata de
no solo enseñar sino también de dar testimonio con tu vida y tus obras. No es
la palabra la que tiene la última influencia en el corazón del hombre, sino el
testimonio y coherencia de su vida con su palabra. Es realmente eso lo que
convierte y lo que empuja a vivir y hacer lo mismo.
Y, claro, nuestro
Padre Dios no quiso influir con su Poder en nuestra voluntad. Así la cosa no
tendría gracia ni hubiese hecho falta sacrificios ni el padecer su Pasión. Con
solo mover un dedo bastaría. Luego, si todo va a depender de la decisión que
tome el hombre, se necesitará una catequesis y exposición del Amor
Misericordioso que nos ofrece y propone el Señor.
Además, si Él, encarnado
en Naturaleza humana, tendría que irse, como nos vamos todos, ¿quiénes seguirían
su misión? ¡Démonos cuenta de que todavía hay muchos que no creen en su
Resurrección y necesitan conocer la Palabra y la luz del Espíritu!
Concluimos en que Dios viene a sugerirnos que no moverá las cosas si no nos ponemos de su parte y aceptamos estar con Él. Anhela la alianza y nos la ofrece: es todopoderoso, sí, pero con nosotros (esto último tomado del Evangelio diario de la Compañía de Jesús – comentarios: Francisco José Ruiz, SJ).
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