Mc 10,35-45 |
Somos débiles, esa es la conclusión a la que tenemos que llegar, y si no descubrimos esta debilidad estaremos a merced del príncipe de este mundo que nos esclaviza y somete. Porque, al descubrirnos débiles nos reconocemos pecadores y, humildemente, recibiremos la Misericordia de nuestro Padre Dios que nos busca para redimirnos y liberarnos del pecado.
Ese es el objetivo del Señor, redimirnos y liberarnos del pecado y, para eso, entrega su vida y se abaja hasta ser el humilde servidor de todos.
Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».
Ese es el objetivo del Señor, redimirnos y liberarnos del pecado y, para eso, entrega su vida y se abaja hasta ser el humilde servidor de todos.
Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».
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