miércoles, 21 de mayo de 2025

LA VID Y LOS SARMIENTOS

A nosotros nos toca ser sarmientos y nos será imprescindible – para tener vida – estar unidos a la Vid. Él, la Vid, es nuestro Señor, y nosotros los sarmientos. Una comparación que nos deja meridianamente claro que sin el Señor nunca daremos frutos.

Frutos de verdadero amor, gratuitos y sin condiciones. Porque, esa es la esencia principal de la Vid, nos alimenta gratuitamente, y nos da vida de forma incondicional y sin exigencias. Solamente, nos pide amar, es decir, dar frutos de amor como Él nos lo da: sin condiciones y gratuitamente.

De modo que queda muy claro. Tenemos que permanecer unidos al Señor para que nuestra vida sea fecunda y dé frutos. Si nos falta ese alimento – Eucaristía – quedaremos seco y terminaremos en el fuego eterno. Nuestros frutos dependerá de nuestro unión con el Señor.

Él es esa savia Eucarística que nos da la Gracia para convertir nuestras obras, eliminando toda cizaña, en frutos de verdadero amor. Perseveremos, pues, en permanecer siempre unido al Señor.