Jn 17, 1-11ª |
—Hemos sido creados, no para
morir, sino para vivir eternamente. Y vivir en plenitud de felicidad. Se trata,
pues, de recorrer este tiempo y en este mundo injertados en el Señor y hacer su
Voluntad. Tenemos al Señor Jesús, el Mesías enviado por el Padre, como Camino,
Verdad y Vida para no perdernos y a su Espíritu para acompañarnos en nuestro
camino por este mundo.
El amigo no dijo nada. No sé
si porque no cree y no le interesa, o porque realmente no tiene respuesta, y cegados
por el mundo, demonio y carne permanecen con el corazón cerrado y endurecido.
De alguna manera, muchos son los llamados y pocos los elegidos.
Me faltan palabras para poder expresarme respecto a esa hermosa y generosa oración que Jesús dirige a su Padre. Toda su vida ha sido un darse a glorificar al Padre, y ahora pide al Padre por aquellos que le han escuchado. Sólo se me ocurre pedirle al Señor que se acuerde de mí y me tenga entre sus elegidos y pida al Padre por mí, por mi familia y amigos. Y le abra los ojos a aquellos que persisten en sostenerlos cerrados. Esa esperanza me da fuerzas, levanta mi espíritu y me llena de gozo y alegría. Porque su Misericordia es infinita.