viernes, 22 de agosto de 2025

UN MANDAMIENTO NUEVO

Mt 22, 34-40

—Estoy pensando que hay muchas leyes que, en lugar de aclarar, complican. ¿Estás de acuerdo, Manuel? —Ocurre que a veces no se encuentra respuesta para juzgar un caso concreto, o se presta a muchas interpretaciones. Creo que la cosa es compleja
—Y eso lleva a enjuiciar un mismo caso de diferente manera. ¿No te parece?
—Hay un refrán que lo expresa muy bien: «Todo depende según con el cristal que se mire». La sabiduría popular deja abiertas esas diversas interpretaciones con las que la ley juzga los hechos.
—Y eso evidentemente complica las cosas.
—¡Y tanto! Sin embargo, recurrimos a la Palabra de Dios y en ella encontramos luz y respuesta a estos interrogantes. ¿Te parece?
—A ver, ¿qué nos dice?
—En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron … Es un pasaje que corresponde al Evangelio de Mt 22, 34-40, conviene leerlo, nos da luz ante estos problemas.  
—¿Piensas que resuelve el problema?
—La ley es compleja, pero, por encima de ella está el amor a Dios. De eso habla ese evangelio. Todo se reduce a amar. Primero a Dios y, luego, al prójimo.
—Pero eso no resuelve nuestro problema.
—En el amor todo queda resuelto. Si lo meditas, convendrás que quien te salva es el amor. Todo se lo debes a tus padres, pero, primero a Dios. Por tanto, si tratas de hacer lo mismo con los demás, ¡problema resuelto!
—¿Así de sencillo?
—Así, de ahí la respuesta que Jesús da a aquel fariseo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente». Este mandamiento es el principal primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas.
—No cabe que duda de que si nos amamos como el Señor nos enseña, todo queda resuelto.
—Evidentemente, Jesús con su Vida nos enseña el Camino, la Verdad y la Vida, y a amar con misericordia. Esa es la respuesta, vivir en Él y amar como Él nos enseña. No olvides que para eso recibimos al Espíritu Santo, para en Él, encontrar la Gracia de poder vivir en el amor.