Mt 14, 13-21 |
—Me siento mal cuando sé que hay
mucha gente sufriendo. Me doy cuenta de lo afortunado que soy al comparar mi
situación con la de muchos que, cada día, luchan por sobrevivir. Y tú, Manuel,
¿te sucede lo mismo?
—Es difícil no sentir empatía
cuando sabes que alguien está sufriendo. Ahora entiendo lo que experimentó
Jesús —Mt 14, 13-21— al ver a aquellas personas que le habían seguido. Aquel
día, Jesús multiplicó el pan; hoy, ese milagro se repite cada vez que alguien
comparte con generosidad. Se mostró compasivo, asistió a los pacientes enfermos
y experimentó la necesidad de suministrarles alimento. Estoy convencido de que
a cada ser humano le ocurre lo mismo al observar a alguien en situación de
necesidad.
—¡Claro!, pero, ¿por qué sucede
eso? ¿Por qué hay hambre en el mundo?
—Debido a la misma problemática
habitual: la avaricia y la codicia perpetua por obtener más. El objetivo es
acumular propiedades, bienes y dominios con el fin de adquirir riquezas, poder
y convertirse en los propietarios de todo. Piensan que cuanto más tiene, son
más importantes y felices.
—¿Es eso verdad, o se equivocan?
—¿Qué te transmite lo que
verdaderamente percibes? ¿Crees que las personas que tienen más dinero son más
felices?
—No estoy seguro. Me inclino a
pensar que no sucede así.
—Lo que se guarda para uno mismo y
no se comparte, especialmente con quienes lo necesitan, no tiene valor y se
pierde. Tener más de lo necesario es un exceso, y solo al compartir se alcanza
la verdadera alegría y felicidad. Por consiguiente, aquel que otorga y comparte
lo que posee, abre el prodigio de la abundancia.
Eso es exactamente lo que
celebramos en el Banquete Eucarístico. Jesús, nuestro Señor, nos da su Cuerpo y
su Sangre, en forma de pan y vino, que satisface el hambre y llena el alma. Y
eso es lo que, cada cual en la medida de sus posibilidades, al integrarnos en el
mundo, estamos comprometidos a compartir, nuestro pan, nuestras cualidades,
nuestros talentos … para que el mundo, con el esfuerzo de cada uno, y unidos en
verdadera fraternidad, crezca en amor, justicia y paz.
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