No hemos sido elegido por nuestras
caras bonitas, ni por nuestras virtudes, menos por nuestros defectos. Hemos
sido elegidos, tal y como somos, por amor. Un amor comprometido, de tal forma
que a pesar de nuestras debilidades y pecados, el Amor de nuestro Padre Dios
sigue siempre activo y permanente.
Un Amor que, a pesar de estar
comprometido sin mirar nuestros defectos y pecados, nos ama con infinita
Misericordia. Eso significa que Dios, nuestro Padre, nos perdona una y mil
veces si nuestro arrepentimiento es sincero y queremos, a pesar de nuestras
debilidades y faltas, levantarnos y seguir sus pasos y mandatos.
Unos mandatos que se resumen simplemente en el amor: Amar tal y cual Él nos ama, lo cual nos exige amarnos mutuamente también nosotros. Amar a Jesús trae implícitamente amarnos, corresponder a su amor poniendo nuestro amor al servicio del prójimo, sobre todo de los más necesitados. De tal forma que, de nada vale expresar que le amamos si no amamos al prójimo, sea amigo o enemigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.