miércoles, 13 de agosto de 2008

LEVANTA DEL POLVO AL DESVALIDO


¡Aleluya!
Alabad, siervos del SEÑOR,
alabad el nombre del SEÑOR.
Bendito sea el nombre del SEÑOR,
ahora y por siempre:

de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del SEÑOR.

El SEÑOR se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.

¿Quien como el SEÑOR, DIOS nuestro,
que se eleva en su trono,

y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;

a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
¡Aleluya!


Bendecir significa decir-bien, hablar bien de una persona, alabarle, rendirle honores. Yo quiero bendecir al SEÑOR. Nadie me ha tratado como ÉL. Nadie me ha favorecido como ÉL. Por eso la alabanza me brota del corazón.


Pero yo, SEÑOR, no quiero alabarte a ratos, de una manera intermitente. TÚ mereces una alabanza continua. Para eso necesito poner mi alabanza en el corazón. El corazón siempre está activo, siempre golpea: de día y de noche.


Haz que cada latido de mi corazón sea un acto de adoración y glorificación. Y esto aunque yo esté distraído o dormido. Yo duermo, pero mi corazón está en vela. Pero, ¿y cuando yo muera? Cesará el corazón de latir, pero no de amar. Cesará el corazón de golpear, pero no de alabar. Mi alabanza continúa a; hora y por siempre.


SEÑOR, yo quiero darte gracias por ser como eres. Eres, al mismo tiempo, alto y bajo; grande y pequeño; te elevas y te abajas. TÚ eres grande para engrandecernos; eres rico para enriquecernos; eres alto, para enaltecernos. Todo lo que tienes es para darlo.


Reconozco, SEÑOR, que me gusta subir, ocupar los primeros puestos, estar en el candelero, sentir la admiración de todos.


Haz que aprenda a bajar, a sentirme cómodo con los demás, a no ser más que nadie, a ponerme al nivel de los más humildes.


Estéril no es sólo la mujer infecunda. Estéril es toda persona que no se realiza; que se siente vacía y decepcionada; que palpa día a día su frustración.


Yo, SEÑOR, te ruego por todas esas personas. Haz que cada una de ellas descubra su tarea, su misión en la vida, su puesto en la gran casa del mundo.


Haz que cada uno de nosotros nos sintamos centrados en nuestra vida personal, familiar y social. Haz que vivamos contentos con nosotros mismos. Y, sobre todo, haz que nuestras vidas te sean agradables a ti, SEÑOR.


"Sólo quien ama de verdad a DIOS no se acuerda de sí mismo" (San Gregorio Magno).


"Puedes salvarte sin la virginidad, pero no sin la humildad. Puede agradar la humildad que llora la virginidad perdida; más sin humildad (me atrevo a decirlo), ni aún la virginidad de María hubiera agradada a DIOS" (San Bernardo).


"Me expongo a decir un despropósito, pero lo digo: el SEÑOR ama tanto la humildad que, a veces, permite pecados graves. ¿Para qué? Para que aquellos que han cometido estos pecados, después de arrepentidos, se mantengan humildes" (Juan Pablo I, Aloc, 6-09-78).


PREGUNTAS para la reflexión:

DIOS es condescendiente. ¿Sé yo ponerme al nivel de las personas que están debajo de mí?


En mi grupo cristiano, ¿vivimos a gusto? ¿Nos servimos unos a otros por amor? ¿Sabemos estar más cerca de los más pequeños?


En el mundo hay mucha gente que le encanta ser más que los demás. Como cristiano, ¿me gusta ponerme al lado de los más pobres, menos dotados, más indefensos?


Del tomo 5, SALMO 113 de "CANTEN AL SEÑOR UN CANTO NUEVO".


miércoles, 6 de agosto de 2008

A TI, SEÑOR, LEVANTO MI ALMA


Muchas veces, SEÑOR, me siento hundido y aplastado por el peso de la existencia. Me siento solo y sin ganas de luchar. Pierdo el sentido de mi vida. Tengo el alma por los suelos.



Pero hoy quiero alzar los ojos hacia TI y pedir tu gracia para levantarme. Nos has hecho para estar en pie y no te gusta vernos caídos. Quieres que caminemos y vayamos por la vida con la cabeza alta. Yo quiero levantar mi alma a TI, quiero elevar hasta TI mi razón, mi corazón, mis sentimientos y lo más íntimo de mi ser.



Muchas veces en la vida he fijado mi vista en mí y no en TI. Te pido cambiar, pero quiero hacerlo desde mí y no entregándome a TI. Es la batalla perdida porque arranco desde mis proyectos y mis ideas, y las TUYAS son distintas a las de este mundo donde yo quiero triunfar, vivir bien y tener mis seguridades. ¡Qué distintos somos SEÑOR! Por eso me cuesta seguirte y dejar que TÚ me ayudes.



He mirado mi debilidad, mi pecado, mi miseria... y he sentido asco de mí mismo. Todavía, aún sintiéndome perdonado, siento repugnancia y vergüenza de mis pecados. Experimento el perdón, pero me cuesta perdonarme yo mismo. Pero hoy quiero cambiar de actitud. Quiero mirarme en TI. Mirar tu bondad, tu ternura, tu fidelidad.



Yo soy arena y TÚ eres el Mar. Yo soy la escarcha y TÚ eres el Sol. Déjame abrazar por el sol de tu amor. Déjame inundar por el mar de tu misericordia. No te pido, SEÑOR, que cambies. Te pido que sigas el mismo, que no te olvides, que recuerdes lo que eres: Amor estable, Misericordia infinita.



En esta vida humana abunda el fraude, la mentira, el engaño, la decepción. Pero TÚ eres la Verdad. Por eso nunca engañas, nunca defraudas, nunca decepcionas. El que camina contigo siempre sabe adonde va. Tenemos que reconocer,SEÑOR, que las mejores horas de la vida las hemos pasado contigo. Las mejores ideas, los más lindos proyectos, los hemos acunado en tu presencia.



Estando a tu lado, la vida tiene otro color: TÚ eres la Luz y la esperanza de un mundo mejor y pleno de felicidad. Estando a tu lado, la vida tiene otro sabor: TÚ eres la sal y el mundo experimentado y vivido contigo sabe gozoso, condimentado, salado.
Del libro "Canten al SEÑOR un canto nuevo" de Raúl Romero López.