miércoles, 24 de abril de 2024

TINIEBLAS INTERIORES

Hay muchas oscuridades que nos impiden creer y fiarnos de la Palabra. Porque, es precisamente, esa Palabra, la que nos va a juzgar. Nadie me va a juzgar porque su juicio no vale para decidir el bien o el mal. Tampoco Jesús ha venido para eso. Es su Palabra la que no juzgará al final de nuestra vida. Ella decidirá si mi vida ha estado inclinada a hacer el bien y a excluir el mal.

Cada persona sabe cuando no ha actuado bien y cuando lo ha hecho mal. Sabe cuando las tinieblas de su interior, sus egoísmos y ambiciones le impiden ver el bien o el mal. Al menos tiene la duda de si sus actos son buenos o no tan buenos. Cada persona tiene dentro de su corazón la impronta del amor. Y el amor sabe cuando realmente ama buscando el bien del otro o el suyo propio, lo cual le descubre su egoísmo y su bien a costa del mal y sufrimiento del otro. Porque, quien posee esclaviza al poseído y le coarta su libertad.

Y cuando tus dudas te asaltan debes consultar a quien te pueda ayudar y aclarar la bondad o maldad de tus actuaciones según la Palabra, que es la que verdaderamente te juzgará. De cualquier modo, la causa justa exigirá fortaleza y voluntad sobre todo en la soledad cruenta de su rechazo, de su incomprensión y traición de los demás. Jesús, el Señor, experimentó esa soledad cuando se quedó solo ante el rechazo de muchos y la cobardía de otros en la defensa de su Palabra.

Ese es el camino que nos alumbra para entender que ser fiel a la Palabra derivará en soledades, incomprensiones y cruces que harán tu camino cruento y sufrido, pero gozoso porque el final que le espera es de Vida Eterna.

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