domingo, 30 de enero de 2011

TODOS BUSCAMOS LA FELICIDAD (Mt 5, 1-12)

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, ...

Es evidente que todos buscamos ser felices, pero también es obvio que todos no la buscamos en el mismo lugar o de la misma forma. Y eso porque cada uno tiene un valor diferente de lo que representa la felicidad para él.

Para unos la felicidad la buscan en tener una familia bien fundamentada, otros en tener una salud de hierro y trabajo, otros en tener muchos amigos y tiempo de ocio para disfrutar y compartir sus aficiones y apetencias; otros la buscaran en el dinero, el poder, la riqueza, tener y comprar todo tipo de capricho que desee y, finalmente, otros pensarán y la buscarán en el prestigio y en subir lo más alto que puedan la valoración social. Cada uno se moverá en esa dirección movido por un mismo objetivo. "Ser feliz".

Sin embargo, JESÚS no nos habla en esa dirección y nos deja sorprendidos y confusos. Para ÉL el camino de la felicidad va por otro lado. Es más, diría que va en sentido contrario. Contra el tener, poseer, seguridad, riqueza, tiempo, ocio, prestigio, poder y alto nivel social, JESÚS propone compartir, despojarse de toda posesión, riesgo de dejar tu vida en Manos del ESPÍRITU SANTO, pobreza, disponibilidad de tu tiempo, entrega, olvido de ti mismo, humildad, servicio y pasar inadvertido. Todo un contrasentido para los que buscamos en este mundo nuestra propia felicidad.
Y, el colmo de los colmo, llama a todos estos que se atreven a recorrer este camino "Bienaventurados", porque son ellos los que encontrarán la verdadera y única felicidad que se prolongará eternamente. 

Y es que la felicidad no consiste en tener y poseer, sino en compartir y darse. Y eso no es algo superficial y dicho a la ligera, ni una frase para quedar bien, sino la experiencia de aquellos que olvidándose de sí mismo y dándose a los demás han experimentado que el dar es infinitamente más rico y gozoso que el tener y guardar egoístamente.

Y es tan lógico y tan sencillo descubrirlo como tan cierto y real que es, porque aquí no se queda nada. Todo se pierde. Sólo lo tendrás por un instante, una vida corta y efímera, que se perderá y sólo quedará lo que hayas amado. Esa será toda tu riqueza, así que cuanto antes empiezas a amar más riqueza y rico serás.

Y eso tan real que descubrimos en nuestro interior es lo que JESÚS nos invita y propone en el sermón de la montaña. Sabe que no es fácil, que necesitamos su Gracia para poder hacerlo, pero se nos ofrece para acompañarnos y darnos lo necesario para lograrlo. ÉL y tú serán mayoría aplastante. Así que no busque en el mundo lo que sólo está en ÉL.

Abreme mi mente, SEÑOR, y
dame la luz que necesito
para ver donde está el
Ideal de mi vida.

Ese Ideal que me llene
plenamente, que satisfaga
todos mis anhelos y deseo
y que me lleve a tu
presencia, porque
en TI es donde puedo
encontrar la felicidad eterna
que busco. Amén.

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