martes, 3 de marzo de 2015

ESCRIBAS Y FARISEOS

(Mt 23,1-12)


Escribas y fariseos son aquellos que lo que dicen no lo hacen ni lo viven. Sus vidas no son coherentes con sus palabras y sus vidas. Hablan pero no viven según sus palabras. Es posible que lo que dicen esté conforme con la Palabra de Dios, y convenga y sea bueno hacerlo, pero nunca imitarlo ni seguirles, porque ellos no son ejemplo.

Ese escándalo ha hecho mucho mal, y muchos, que no se justifica el tomar otro camino, no sólo los critican sino que cambian de religión como si de un partido político se tratara. No, porque algunos, incluso personajes importantes, no se esfuercen en vivir según la Palabra del Señor, haya que marcharse de la Iglesia, porque Iglesia eres tú donde quieras que vaya.

No se trata de salir de un lugar para entrar en otro. Nadie te puede guiar ni mandar sobre ti. El Evangelio te dice hoy que no hagas caso, no de lo que dicen, sino de lo que otros hacen. Se trata de vivir el Evangelio y hacerlo vida de tu vida según la Palabra de Dios. 

No se trata de seguir lo que hacen otros, porque si otros matan, ¿debes tu matar? Porque si otros odian, engañan, mienten, viven para sí egoístamente, ¿debes hacer tú lo mismo? Sin embargo, pueden hablar bien y decir verdad, pero nada más. 

La Iglesia no es un partido, ni una congregación de órdenes y normas que haya que cumplir porque sí, sino porque viven y buscan la verdad y el bien del hombre para salvarlo. Aquí nadie manda, sino que todos sirven, y el de mayor escalafón o autoridad, por así decirlo, debe ser el mayor servidor de todos.

Por lo tanto, no llamen padre nuestro a nadie, porque uno es solo nuestro Padre, el del Cielo. Tampoco se dejen llamar consejeros, porque uno solo en su consejero, Cristo. El primero entre ustedes será su servidor, porque el que enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

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