miércoles, 8 de noviembre de 2017

TODO CONSISTE EN AMAR


El que ama descubre que verdaderamente ama cuando experimenta que está dispuesto a dejarlo todo por el bien amado. Hay quienes aman el juego; hay quienes aman la pasión y la aventura; hay quienes aman el sexo, las riquezas, la comida, y un sin fin de cosas más. Hay muchos amores, pero quien no pospone todos esos amores al de Xto. Jesús no es su discípulo.

El Evangelio de hoy lo deja claro: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.»

Es lógico que debemos pensar bien todas nuestras posibilidades antes de emprender un camino. Y preparar el terreno y todo lo que supone recorrerlo. Seguir a Jesús supone y exige una jerarquía que es el amor. Amar como Él nos ama exige renuncia y desprendimiento. Él es lo primero, porque de Él vendrá todo lo demás. Buscar el Reino de Dios y todo lo demás se nos dará como añadidura -Mt 6, 33-.

Cuando defines un proyecto como es el de seguir a Jesús, la renuncia es la virtud que debemos practicar y llevar en nuestra propia mochila. El mundo nos presenta muchas tentaciones y distracciones, pero, claro debe estar en tu corazón que Dios es lo primero y renunciar a todo aquello que se interponga entre Él y tú es la exigencia que debes tener a flor de labios para borrarla de tu mente y de tu corazón.

Ser discípulo de Jesús nos exige calcular bien todas nuestras fuerzas para saber medir el esfuerzo que nos supone desprendernos de todo aquello que nos impide seguirle con verdadero amor y entrega. Y ello nos lleva a estar a su lado y agarrarnos, por su Gracia, a Él, para fortalecidos tener la fortaleza de renunciar a todo aquello que nos atrae y nos cuesta dejar.

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