viernes, 16 de noviembre de 2018

¿QUÉ HACES CON TU VIDA?

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Lc 17,26-37
En numerosas ocasiones me pregunto sobre el papel de mi vida. ¿Qué hago con ella? Y, confieso, que me preocupa. Quizás sea la mayor preocupación de estos últimos años, meses o días de mi vida. Porque, según la viva y la administre así será el resultado de su final. Hoy el Evangelio lo dice muy claro:

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste».

Y continúa diciendo: «Aquel día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada». Y le dijeron: «¿Dónde, Señor?». Él les respondió: «Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres».

La vida es un tiempo de salvación, un tiempo para administrar todos los dones recibidos gratuitamente en función de quienes lo necesiten. Quienes la administren en provecho propio y para disfrute y ocio, tal como nos dice el Evangelio que se hacía en tiempo de Noé, Lot y se hace ahora también, las consecuencias serán las que nos relata a continuación. Quienes disfrutan ahora ya tienen su premio. Han elegido este mundo y las seducciones y disfruten que les brindan. Luego, asumirás el precio de tu libertad y de tus actos, pues eres responsables y advertencias no te han faltado.

Ahora es tiempo de salvación y cada segundo, minuto y hora cuentan. Cada instante es un tesoro que se nos presenta para amar, para hacer la Voluntad de Dios, que es en definitiva lo único necesario e importante. No debemos desesperar, ni temer, sino confiar y ponernos en Manos del Espíritu Santo para que nos guíe y nos auxilie a cumplir la Voluntad de Dios.

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