Se dice pronto y su
expresión es breve: «Vida Eterna», pero su búsqueda
es incesante en el camino de nuestra vida. ¿Quién no quiere ser eterno? Claro,
eterno pero en plenitud de gozo y felicidad. De otra forma no merece la pena.
Es lo que nos sucede con las cosas de este mundo, nos dan felicidad pero muy
breve en el tiempo, no en la expresión de la palabra.
¿Vale la pena
pasarlo bien un rato? Diríamos que no, pero como no hay otra manera de hacerlo
ni otra posibilidad de pasar un rato feliz, lo deseamos y buscamos. Sin
embargo, nuestro mayor deseo es ser feliz siempre, que no se acabe ese momento.
Diríamos que la eternidad es la prolongación, sin final, de ese momento feliz.
Y eso es lo que buscamos en todo instante, pasarlo bien.
La propuesta de
Jesús es precisamente esa: (Jn 6,44-51): … Yo soy el pan vivo,
bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo
le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo». Ahora, la cuestión es fiarte o no de la
Palabra del Señor. Son muchos los que se han fiado, entre ellos yo. Y muchos
también que no se fían, apuestan por esta felicidad que te ofrece el mundo pero
que se acaba más pronto que tarde. ¿Tú, que quizás lees esta reflexión, ¿qué
eliges?
Ahora, sabes el camino, y si no lo sabes Jesús, Camino, Verdad y Vida te lo muestra y enseña. Será cuestión de escucharle, conocerle, acercarse a Él y, confiando en su Palabra, seguirle. Así de fácil y sencillo, pero así de difícil y duro. La verdadera felicidad que buscamos, nos dice el Señor, está en nuestra disponibilidad a despojarnos de nosotros mismos para darnos en servicio por amor a los demás, sobre todo a los más necesitados.
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