domingo, 11 de noviembre de 2012

LA LIBERTAD SE ESCONDE...

 Lo mejor de la Iglesia (Marcos 12,38-44). José Antonio Pagola

en el desprendimiento, porque si estar desapegado de todo aquello que aparentemente nos suscita felicidad nos es imposible ser libres. Y si no somos libres nos será imposible amar. Condición indispensable para amar es gozar de libertad. 

Libertad para administrar todos los bienes recibidos como recibidos y no como propios, porque en ese criterio se esconde el don de compartir, de la generosidad. Cuando las cosas que nos rodean son tomadas como medios, como instrumentos que nos ayudan en nuestro camino hacia la meta que nos da la felicidad, el amor, nuestra actitud se comporta de otra forma.

Es entonces cuando somos capaces de, como la viuda citada en la Palabra de hoy, de dar parte de lo que tenemos y compartirlo con los necesitados, porque esa es la consecuencia del amor. No hay otra. Amamos para darnos y al darnos compartimos hasta nuestra propia vida.

Para eso ha venido Jesús, y por eso ha muerto por cada uno de nosotros. No para simplemente rezar, celebrar y cumplir, sino solo precisamente para amar. Y el amor solo se puede dar a aquellos que lo necesitan, y porque lo necesitan están dispuestos a recibirlo.

Unos corazones abundantes y satisfechos no despertaran a ninguna necesidad. No descubrirán sus propios pecados ni necesitaran de ningún médico. Les será difícil vislumbrar la luz que abras sus ojos y conocer su propia realidad. Están ciegos y endurecidos por sus riquezas. 

Solos los publicanos arrepentidos, humildes y reconocidos pecadores estarán en la dinámica de ser justificados por la Misericordia de Dios. Y eso es lo mismos que decir que para ser alcanzados por la Misericordia de Dios es condición indispensable ser pobre.

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