Evangelio (Mt 11,13-19) |
Así ocurre en esta vida, muchos son los
que sin haber oídos rechazan toda propuesta que les habla sobre lo más
importante de la vida. Y digo, lo más importante sobre la vida porque no
se trata de algo que puede interesar relativamente, sino que es lo que afanosamente buscamos todos: La felicidad eterna.
Porque,
¿quién no está interesado en conseguir el mejor seguro del mundo? ¿Un
seguro que le garantice la vida eterna en plenitud de gozo y felicidad?
Supongo que, sin lugar a dudas, todos.
Pues
bien, muchos no escuchamos esa propuesta y, es más, la rechazamos
aduciendo que son unos retrógrados, unos carcas, unos... aquellos que
nos la proponen. Porque están anticuados, no disfrutan de la vida y solo
piensan en sacrificios, abnegaciones
y tristezas. Justifican sus rechazos aduciendo que la vida es para
vivirla, pero están ciegos cuando firman por vivir unos cuantos años
nada más.
Otros
se justifican manifestando que aquellos que les proclaman y le hablan
sobre esta propuesta son unos malos ejemplos. Beben y se emborrachan; se
divierten y engañan, y son unos vivas la vida que falsean con su
hipocresía la vida que predican dándose ellos una gran vida. Unos por
defectos y otros por excesos, todos están rechazados previamente.
Y eso es lo que nos viene a decir, en mi humilde opinión, a grandes rasgos el Evangelio de hoy: Nunca estamos contentos y justificamos nuestro egoísmo rechazando todo palabra que nos incómoda y nos desinstala de nuestras comodidades y placeres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.