martes, 26 de noviembre de 2013

LAS SEGURIDADES NOS ESCLAVIZAN

Lc 21, 5-11

Siempre queremos y deseamos estar seguros. Buscamos salvarnos y asegurar esa salvación. Es nuestra máxima preocupación. Nuestra vida está llena de propuestas de seguros, de alarmas, de previsiones, de ahorros, de mil y una forma como asegurarnos ante los imprevistos y tragedias. Vamos atados con un cinto de seguridad que nos impide caminar.

Sin embargo, la Palabra de Dios nos dice hoy que no quedará piedra sobre piedra. Todo será destruido y nada quedará. Eso no significa que procuremos prevenir y asegurar nuestras cosas, pues el sentido común nos dice que no se puede vivir de forma alocada y sin ninguna prevención. Hay accidentes, tragedias, enfermedades y problemas que salen al paso de nuestra vida y a los cuales es necesario hacerles frente.

Pero una cosa es hacer lo necesario respecto a eso, y otra es vivir sólo para eso y pensando en eso. Porque al final nada de eso quedará. De nada nos va a servir tener para luego quedarnos sin nada. Todo tendrá su fin y habrán señales que lo irán descubriendo, pero el final no vendrá enseguida.

Y mientras se llegue a ese final, nosotros debemos seguir nuestro camino poniendo más atención en la Palabra de Dios, que nos libera y nos desapega de tantas cosas que nos limitan y atenazan, y que durará eternamente, que en las cosas de este mundo que acabarán destruidas.

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