sábado, 16 de noviembre de 2013

PERSEVERANCIA

(Lc 18,1-8)


La oración demanda perseverancia. De otro modo dejaría de ser oración para convertirse en petición de favores según convenga. Así no me acordaré de rezar sino cuando necesite algún favor. Y si estoy muy convencido de que lo podré lograr insistiré en pedirlo, más si no es así terminaré por dejarlo.

Dependerá, pues, de mi fe que continúe o no. Esa insistencia, consecuencia de mi fe, hará que mis rezos de petición se vayan convirtiendo en oraciones de relación, donde hay un diálogo de hijo a Padre, y de Padre a hijo. Porque orar viene a ser eso precisamente: Es ese impulso que te lleva a buscar y hablar con Dios. Un Dios que es tu Padre, y que como Padre te escucha y te da lo que necesites para que vivas eternamente feliz en su Casa.

Debemos tener claro que un Padre siempre estará presto a atendernos, pero también que debemos insistir y pedirle aquello que necesitemos. Porque en el tiempo de nuestra insistencia nos daremos cuenta que lo que se nos ha dado es precisamente lo que nos convenía. Pidamos fuerza y voluntad para entender que nunca debemos dejar de orar, incluso en esos momentos que pensamos que no somos escuchados, porque el Padre siempre está ahí y nos ve y escucha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.