martes, 26 de mayo de 2015

DIFÍCIL DE ENTENDER, PERO PODEMOS PEDIR LUZ PARA ENTENDERLO

(Mc 10,28-31)


Resulta difícil elegir un camino de persecución. No apetece elegirlo, y no llegas a entender y menos explicarlo que conviene elegirlo. ¿Cómo y de qué manera hacerlo entender? Levantar la mirada es lo único que se me ocurre en estos momentos. Tú dirás, Señor.

Sin embargo podríamos preguntarnos quien no sufre en esta vida. Podríamos convenir en que todos pasamos por momentos muy difíciles, y que muchos desean hasta acabar con su propia vida. El resultado es que nadie se libra de sufrir y pasarlo mal: desamores, fracasos, muertes y accidentes de seres queridos, relaciones sentimentales rotas, engaños, enfermedades...etc.

Un sin fin de circunstancias que nos hacen la vida dura y cuesta arriba. Pero lo peor no es eso, sino que perdemos la esperanza porque no tenemos ningún horizonte que nos anime en el camino. La conclusión es: ¡qué vida perra!

Por el contrario, injertados y apoyados en Jesús, el camino es diferente. Sí, es verdad que nadie te quita el sufrimiento y, sobre todo, la persecución, pero tampoco nadie te puede quitar la esperanza. La esperanza de llegar un día a Jesús y descansar en Él para siempre. Sí, seremos perseguidos como Él, ¡no faltaría más!, pero resucitaremos en Él y viviremos feliz, también cómo Él, para la eternidad.

Esa es la diferencia, y vale la pena. Sin Él no hay esperanza ni tiene sentido nuestra vida. Por muchas felicidades que persigas e intentes vivir. Llegará un final vacío y sin sentido. Un final de muerte y de perdición.

Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida, y en Él todo tiene sentido y resultado feliz. Vale la pena, a pesar de ser perseguido como Él, recorrer el camino que nos lleva a su encuentro.

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