viernes, 30 de octubre de 2015

LAS DESAVENENCIAS DESCANSAN EN LA HIPOCRESÍA

(Lc 14,1-6)


No hay cosa que duela más que quieran engañarte bajo la apariencia de la verdad o la justicia. Porque quien te gana compitiendo y luchando, porque sabe más que tú y coge el mejor atajo, o la mejor arma, o espera el tiempo propicio, te ha ganado con su astucia y legitimidad. Podemos decir que te has engañado tu mismo, porque él ha sabido elegir la mejor parte.

Pero pretender engañarte, aparentado venderte algo como bueno y valioso, para luego darte lo podrido y malo se hace intolerable. Es reírse, mofarse de la persona, y encima perjudicarle mintiéndole. Jesús le da mucha importancia a eso, porque es la raíz de los problemas. 

La vida consiste, para los que buscan poder y riqueza, en engañar a los más pobres e inocentes, y quitarles su trabajo, sus esfuerzos y sus bienes. No hay sino que mirar alrededor para cerciorarse de ello: preferentes, eres, evasión de capitales, prevaricación, cohecho, estafas, corruptos...etc. El mundo político y financiero está lleno de ejemplos que nos pueden servir. Y la vida sencilla, familiar y social también nos deja muchos ejemplos que nos sirven para alumbrarnos.

Hoy, Jesús, nos muestras el silencio de aquellos fariseos que sintiéndose preguntados no responden. Optan por el silencio, porque no encuentran respuesta digna y razonable para argumentar la respuesta a Jesús. No saben que responder, porque la ley, de no trabajar en sábado, no sirve para impedir curar a una persona que sufre. ¿Acaso si se te cae tu hijo o tu buey al pozo, no acudes a salvarlo inmediatamente? Luego, ¿cómo es posible que defiendas que no es lícito curar en sábado?

Pero el silencio continúa cuando muchas veces optamos por aparentar lo que realmente sabemos que no es. No sólo se trata de parecer, sino de ser lo que se aparenta y dejamos ver. Porque si lo que se ve es simplemente una apariencia, estamos viviendo en la hipocresía y la mentira.

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