domingo, 26 de agosto de 2018

¿PROSELITISMO O LIBERTAD?

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Hay muchos que acusan a los cristianos, sobre todo a los más comprometido en proclamar la Palabra, de proselitistas, pero la realidad deja bien claro que eso no es cierto ni es verdad. No hay nada más libre, dejando en plena libertad para decidir, que la Palabra de Dios. Es más, es la Palabra - la Verdad - la que realmente te hace libre.

Hay muchos cristianos que en momentos determinados de sus vidas se quedan en el camino, o los engulle la tentación del mundo. Otros se resisten a creer en los misterios de la Vida del Señor y así sucede que cada cual es dueños de elegir el camino que desea. Lo importante es no dejar llevarnos por las apetencias, intereses y deseos carnales que nos presentan la felicidad de manera engañosa y falsa y nos engañan. Son espejismos que distorsionan la realidad y nos pierden.

Pero, aun así muchos prefieren ese camino ancho, fácil, cómodo que les venda sus ojos y les lleva directamente a la perdición y al rechinar de dientes. No cabe ninguna duda que aceptar la Palabra implica esfuerzo, misterio, duda y sobre todo fe. La fe es imprescindible y necesaria, y las cosas que nos la ponen difícil son también necesaria, pues, sin dificultad no haría falta fe. Ni tampoco tendríamos ningún mérito, oportunidad que Dios nos da. 

Creer en Jesús es ganarnos el cielo, y eso glorifica nuestra pequeña aportación, que el Señor nos ha dado gratuitamente. Sólo nos exige que sepamos decidir y, aunque a primera vista el dulce y la felicidad parecen fácil y muy cercano, tengamos la paciencia y la fortaleza de discernir y no dejarnos vencer. Para ello no estamos solos. Nos acompaña el Espíritu Santo y nos asiste para que, fortalecidos en Él, sepamos elegir con quien debemos estar.

Pedro lo supo elegir muy bien. Acertó de pleno: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo de Dios». Y la vida nos lo va revelando por el camino. Experimentamos y sentimos que la felicidad y el gozo están dentro de nosotros, porque Dios los ha puesto en nuestros corazones. Y la esperanza de resurrección no llena de paz y alegría.

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