sábado, 2 de abril de 2011

HUMILDAD ES DECIR LA VERDAD (Lc 18, 9-14)

El publicano volvió a casa ...

Cuando uno recibe un regalo de forma gratuita, instintivamente, se siente agradecido y brotan de sus labios palabras de agradecimiento. No procede engreirse ni sentirse con mérito para ellos porque es conocedor de su gratuidad y no de su merecimiento.

Así las cosas, no surge la vanidad ni la suficiencia de creerse con méritos para vanagloriarse y distinguirse de aquellos otros que no alcanzan tales dones. Porque todo me ha sido dado gratis para ponerlo a disposición de los demás compartiéndolo según convenga y proceda.

La arrogancia del cumplidor le pierde porque la perfección no nos viene del cumplimiento de nuestros actos sino de la fuerza y capacidad de amar de nuestro corazón. No basta con cumplir y mirar para otro lado y exigir que los otros hagan lo mismo, pues posiblemente yo haya recibido más que tú. Sólo hay que amar y para amar hay que revestirse de humildad.

Lo recibido gratis hay que ofrecerlo gratis y, por lo tanto, nada me pertenece y de nada puedo vanagloriarme, pues todo es Gracia de DIOS, recibida para compartirla.
Deja, SEÑOR, que mis cualidades sirvan
para servir y no para lucir. Que
entienda que nada es mío, 
sino que de TI lo he
recibido para
compartirlo. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.