viernes, 30 de agosto de 2013

A LA ESPERA DE TU LLEGADA

(Mt 25,1-13)


No sé Señor cuando vendrás. Tú nos lo has prometido, pero no sabemos ni la hora ni tampoco el día. ¿Por qué no puede ser en este mismo momento, o mañana o cualquier día inesperado? Una cosa es segura: vendrás. Vendrás porque Tú lo has dicho, y Tú tienes, Señor, Palabra de Vida Eterna.

También me puedes llamar en cualquier momento de mi vida. Igual puede ser ahora, o mañana o cualquier otro día. Mis días están contados por tu Inifinita Sabiduría, y sólo Tú sabes cuando estaré en tu presencia. Temo Señor ese momento, y no tanto cuando Tú decidas llamarme. 

Eso sí, quisiera aprovechar para pedirte que me sostengas despierto y preparado, como a esas doncellas prudentes. Quisiera pedirte, por encima de todo, que no descuide el tener mi alcuza llena de aceite y presta a mantener mi lámpara encendida alumbrando mi vida para cuando Tú decidas visitarme.

Quisiera pedirte que me des la sabiduría de entender que el aceite de mi fe no la puedo dar, pues la fe solo la regalas Tú. Por eso, necesito estar vigilante, agarrado y sostenido en Ti sin perderte de vista. Tú eres el aceite que sostiene mi lámpara encendida y luminosa para alumbrar mi vida que conduce a ese Banquete que nos tienes preparados.

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