domingo, 31 de agosto de 2014

HÁGASE TU VOLUNTAD Y NO LA MÍA

(Mt 16,21-27)


En muchas ocasiones rechazamos la Voluntad de Dios y queremos imponer la nuestra. Son esos momentos en los que nuestros egoísmos nos superan y nos someten, e incluso nos parecen más acertados, mejores y convenientes que los que nos propone Dios. Es el caso que hoy nos relata el Evangelio de hoy cuando Pedro se lleva a parte a Jesús y empieza a increparlo: « ¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte».

Sin embargo la respuesta de Jesús fue contundente y firme: Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios». Realmente Jesús nos descubre y nos retrata. Nuestros pensamientos no son como los de Dios. Son pensamientos egoístas, materiales, caducos que no ven más allá de lo finito.

No cabe en nuestra cabeza que la vida empieza por la muerte, la muerte en este mundo caduco que sólo nos sirve de purificación y de medio para conseguir la verdadera, la que precisamente Jesús nos propone: «El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta»

Indudablemente, no se puede hablar más claro, pero, ¡asombrosamente!, no parecemos estar más ciegos todos aquellos que no queremos entender y abrir nuestros corazones a su Palabra. Pedro así lo entendió y supo acatar y permanecer en la obediencia a la Palabra de Jesús.

Te pedimos Señor nos des la luz y la sabiduría necesaria para entender y obedecer tu Palabra haciéndola vida en nuestras vidas. Amén.

sábado, 30 de agosto de 2014

RECIBIR PARA DAR




(Mt 25,14-30)

Es justo y hasta necesario dar una vez hayas recibido, porque siempre puedes compartir de lo que tienes, y también puedes acrecentarlo. Lo recibido no es para guardarlo en bien y provecho propio. Se nos ha dado para que tengamos la oportunidad de compartir, y compartiendo, amar. Sería un gran error enterrarlo en nuestro corazón para no perderlo o guardarlo para nosotros solos.

Tampoco debemos tener miedo de perder lo que hemos recibido. Dios nos lo ha dado para que circule en provecho de todos, porque todos somos sus hijos. Así, los talentos recibidos están destinados para el bien común, y nosotros somos sólo meros administradores de esos dones recibidos. Eso sí, debemos poner todos los talentos recibidos, con toda nuestra buena intención, al servicio de todos sin temor a perderlos.

Nuestra responsabilidad está en hacerlo todo lo mejor que podamos, sin descartar nuestras limitaciones y posibles errores a los que estamos sujetos. El Señor nos pide nuestra entrega y disponibilidad. Todo lo demás dependerá de Él.

Se nos ha dado unos talentos que debemos descubrir y negociar. Negociar para ponerlos al servicio de los demás y al bien común. Mirar para otro lado es rechazar nuestra vocación de amar y encerrarnos en nuestro propio egoísmo.

Danos Señor la fortaleza, la paciencia, sabiduría e inteligencia para rendir todo lo que me has dado según tu Voluntad. Amén.

viernes, 29 de agosto de 2014

VIVIR EN LA PALABRA EN JUSTICIA Y VERDAD



(Mc 6,17-29)

Vivir en la justicia y en la verdad exige ser coherente y afirmarte en tus convicciones y creencias. Ser fiel a Jesús significa vivir de acuerdo a su Palabra y defenderla incluso hasta el extremo de poner en peligro tu vida.

Eso fue lo que hizo Juan el Bautista. Defendió, incluso a riesgo de su vida la Palabra de Dios, y denunció todo aquello que la rompía y la adulteraba. Y eso le costó su vida en este mundo, pero la ganó para la eternidad. A fin de cuenta eso es lo que importa, porque de que te vale ganar tu vida aquí en este mundo si la pierdes luego para el verdadero y eterno.

Juan supo dar coherencia y cumplimiento a su fe. No sólo predicando sino viviendo de acuerdo con esa Palabra predicada Ese es el mensaje que hoy nos trae la Palabra de Dios. ¿Vivimos nuestra fe, no sólo en la piedad de puertas adentro, sino también en la vida pública de nuestros ambientes?

¿Somos conscientes que nuestra piedad nos compromete a responsabilizarnos, en la medida que podamos, en colaborar en construir un mundo mejor en la verdad, la justicia y el amor? ¿Y que a pesar de ser consciente debe ser creciente y difundida?

El discípulo de Jesús no sólo debe ser, sino actuar, y actuar desde la fe a la luz de la Palabra y asistido en el Espíritu Santo. Pidamos al Señor que alumbrados por su Espíritu seamos capaces, como Juan, vivir la Palabra hasta las últimas consecuencias hasta el extremo de perder la vida misma.

jueves, 28 de agosto de 2014

CONTINUAMOS DORMIDOS POR EL ACUNAMIENTO DEL MALIGNO

(Mt 24,42-51)


Nos dejamos someter y esclavizar por las luces de este mundo, un mundo de apariencias y caminos falsos que conducen todos al mismo lugar:  al vacío y al sin sentido. Pero lo peor no es eso, sino nuestra propia incapacidad de reacción. Juntamos nuestras manos y nos dejamos encadenar con el yugo de las apetencias y apegos que alimentan nuestra esclavitud y debilitan nuestra voluntad.

No somos conscientes del peligro que supone no saber la hora ni el momento. Podemos ser sorprendidos sin estar preparados porque la hora de la muerte no avisa. Eso nos debe alertar a estar en constante vigilia acercándonos a los sacramentos, penitencia y Eucaristía, y al constante esfuerzo de vivirlos en el amor y el desprendimiento con los demás.

Ser vigilantes nos empuja a estar atentos a la Palabra del Señor que cada día nos habla y nos alumbra el camino que debemos seguir. Hoy, por ejemplo, nos recuerda la necesidad de estar vigilantes y pendientes de la venida del Señor, porque en el momento de nuestra hora tenemos la cita más importante de nuestra vida. Y de ella dependerá el gozo y la alegría vivida en vida eterna.

Sabemos que la última hora no será consecuencia de un momento, sino que será la trayectoria de cada día. Por eso hoy, el Evangelio nos invita a perseverar y estar vigilantes para que no nos sorprenda la llegada del momento final en este mundo sin la actitud y el esfuerzo del vivir cada día en la presencia del Señor.

miércoles, 27 de agosto de 2014

POR FUERA Y POR DENTRO

(Mt 23,27-32)


Una vez más, Jesús descubre lo indigno que se esconde debajo de nuestras apariencias. Nos gusta que nos vean como deseamos ser, pero escondemos lo que realmente somos. Y esa es la mala actitud que nos pervierte y nos aparta de Dios. Porque no debemos esconder nuestros pecados, sino descubrirlos y ponerlos en Manos del Espíritu de Dios para que, por su Misericordia, nos perdone y nos transforme en ser mejores.

Nos convertimos en hipócrita o fariseo desde el momento que aceptamos el juego de ser lo que no somos, porque realmente el pecado consiste en mentir. Disfrazar la verdad, favorecer la injusticia y el egoísmo y contravenir la Voluntad de Dios. Adán y Eva se esconden cuando han desobedecido a Dios y tratan de engañarle acusándose mutuamente. Es ese el caldo de cultivo desde donde nace el fariseísmo y la hipocresía.

Abrir nuestros corazones endurecidos, mentirosos, falsos e hipócritas, y desnudarnos ante Dios y los hermanos, con la santa intención de purificarnos en el Espíritu de Dios es el camino de ir vaciándonos de todo aquello que nos contamina y nos pervierte. Porque lo que se ve descubre la mentira y fortalece la verdad y la sinceridad. Y eso rompe la hipocresía.

Nuestro Padre Dios sabe de nuestras debilidades y pecados, y sólo nos pide que no los ocultemos, sino que se lo entreguemos para que, por su Misericordia y Amor, purificarlos y perdonarnos. Pidamos guardar esa actitud, por la Gracia del Señor, para, despojados de esa actitud farisaica, vivir en la actitud de la verdad y el amor.

martes, 26 de agosto de 2014

LA PALABRAS DE JESÚS RETUMBAN EN MI CORAZÓN

(Mt 23,23-26)


«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello.

Estas palabras retumban en mi corazón porque me identifico y experimento retratado en esas actitudes. Podría ir poniendo, ¡ay de mí, Salvador, que pagas tus impuestos y tributos, pero descuidas lo más importante de la Ley, la justicia, la misericordia y la fe! Con esas palabras, hoy, Jesús, irrumpe en la vida de su Iglesia para despertar nuestras conciencias y avivar nuestras vidas, quizás algo dormidas en la comodidad y la indiferencia, quedando reducida a un sin número de prácticas piadosas.

Prácticas piadosas que aparenta pureza por fuera, pero por dentro dejan mucho que desear. Esconden ambiciones, egoísmos, malas intenciones e hipocresías. Dan luz que no alumbra sino que se mueve en la oscuridad confundiendo y precipitando al vacío. 

Señor, purifica mi corazón y hazme sentir el deseo de amar, un amor apoyado en la misericordia, en la justicia y la fidelidad. Un amor que deje salir la huella de tu Amor y Misericordia fosilizada desde la eternidad en mi pobre y humilde corazón.

Crea, Señor, en mí un corazón nuevo capaz de latir al mismo ritmo que el Tuyo y, al menos, que aspire a vivir en el esfuerzo de cada día por amar, ser justo y fiel a tu Palabra en los hermanos. Amén.

lunes, 25 de agosto de 2014

MIRA TU TESTIMONIO Y, LUEGO ALUMBRALO CON TU PALABRA

(Mt 23,13-22)

No conviene hablar lo que no se estás dispuesto a vivir. Porque, de hacerlo, das mal ejemplo, y aquel que se ha acercado al Reino de Dios puede escandalizarse por tu contradictorio testimonio y alejarse del Señor. Por eso, se hace muy importante conjugar lo que se dice con lo que se hace, y hacer el esfuerzo porque  ambos verbos concuerden en palabras y acciones.

No una sola vez, sino varias nos ha advertido el Señor de lo grave e importante que es el testimonio. Hasta tal extremo que nuestra confesión de amor y fe está supeditada en el amor a los demás. Y ese amor a los demás será nuestra cruz de cada día, porque es ahí donde escuece el amor y donde se acrisola al calor del fuego el único y verdadero Tesoro.

Será mejor callar que hablar con mentira, porque decir y hacer lo contrario es mentir. Por eso, pidamos la fortaleza, la voluntad y la sabiduría en el Espíritu Santo para que nuestra vida sea reflejo de nuestra palabra, y nuestra palabra sea la Voluntad de la Palabra de Dios.

Y seamos prudentes con lo que decimos, porque decir y no hacer, al menos sea la preocupación y el esfuerzo centro y más importante de nuestra vida, es mejor callar. Pongamosno en Manos del Espíritu de Dios y dejemosno dirigir por su Voluntad.

domingo, 24 de agosto de 2014

UNA PREGUNTA DIRECTA

(Mt 16,13-20)



Una pregunta difícil de responder, primero, porque nuestra mente no está al alcance ni a la altura de poder comprender la identidad divina de Jesús, y segunda, porque sólo desde la fe apoyada en la revelación de Jesús y  la proclamación y testimonios de la Iglesia sustentada en la cátedra de Pedro, podemos afirmar que Jesús es el único y verdadero Hijo de Dios.

Sin lugar a duda que aquella afirmación de Pedro a la pregunta de Jesús era la señal de su elección, por la Gracia del Padre, a ser escogido como piedra donde sustentar su Iglesia, y así lo proclama: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». 

Es muy hermoso descubrirnos hijos de esta Iglesia, por el Bautismo, y ser aceptados, por la Gracia de Dios, para injertados en el Espíritu Santo, peregrinar junto a los hermanos hacia la Casa del Padre. Experimentar que la Iglesia, con Pedro a la Cabeza e injertados en Xto. Jesús, nos limpia de todo pecado y nos, por los méritos de la Pasión de nuestro Señor, salva de la esclavitud del pecado y de la muerte.

Damos gracia al Padre por el regalo inefable de su Hijo Predilecto que, entregando su vida, rescata la nuestra para la plenitud gozosa y eterna. Amén.

sábado, 23 de agosto de 2014

UNA GRAN TENTACIÓN

(Mt 23,1-12)


Nos sentimos inclinados a sermonear, a dar consejos, a ser considerados como maestros y a que se nos imite y se nos haga reverencias y a que se nos ofrezcan privilegios y los primeros puestos. Son las consecuencias de nuestros pecados, que nos someten y nos esclavizan. Sin embargo, no es este el problema, porque por la Misericordia y la Gracia del Señor estamos salvados.

Hemos sido rescatado por la Pasión y Muerte del Señor Jesús, una Muerte de Cruz que nos ha redimido y librado de la esclavitud del pecado. Por lo tanto, nada, como diría el Beato Juan Pablo II, hay que temer. Eso sí, hagamos el esfuerzo de superarnos, de no atrevernos a predicar ni proclamar la Palabra del Señor sin antes estar dispuestos y comprometidos en vivirla. Porque, primero debe ir nuestro testimonio y después, si hace falta, nuestra palabra.

Pidamos estar atentos, por la Gracia de Dios, y abandonados a la acción del Espíritu Santo, dejarnos llevar, conducir y dirigir por los caminos que el Espíritu de Dios nos señala. Amén.

viernes, 22 de agosto de 2014

UNA SÓLO RESPUESTA Y DOS MANDAMIENTOS

(Mt 22,34-40)


Hay un orden de prioridades, pero una sola respuesta, el amor. Amar es la única salida y excluida anula toda clase de respuesta y de elecciones. Pero en ese amor hay un orden muy claro. La primera prioridad de todo es el amor a Dios sobre todas las cosas, y luego, demostrar ese amor a un Dios que no vemos ni tocamos, sólo lo podemos hacer tangible en el amor a los hombres.

Ambos mandamientos son semejantes, pero, sin lugar a dudas, uno, el amor a Dios, va primero, y sólo se hace realidad si se cumple el segundo, el amor al prójimo. Esto significa que uno sin el otro no existe. Por eso, de nada vale decir que amo a Dios si luego no se concreta ese amor en la vida de relación con los hombres. Amar a Dios me interpela a amar a aquellos que, empezando por los más próximos, están en la órbita del círculo de mi vida.

Esa, humildemente creo, debe ser nuestra máxima preocupación, porque ese será el juicio que nos interpelará en la última hora de nuestra vida. Todo pasará por la medida de nuestro amor, y según hayamos amado, seremos también amado nosotros. Medida de amor que es Infinita por nuestro Padre Dios, que nos llama a la conversión y al amor, y nos espera e invita hasta la última hora de nuestra vida.

Equivale a la medida del perdón que hayamos sido capaz de perdonar, valga la redundancia, por el amor que derramemos en los demás. En esa medida seremos también perdonados por la Misericordia Infinita de Dios.

jueves, 21 de agosto de 2014

¿CÓMO Y DÓNDE TENGO MI TRAJE DE BODA?

(Mt 22,1-14)

Debo estar preparado porque la invitación llega muchas veces de improviso y sin esperar. Y luego el tiempo apremia y quizás no tengas el suficiente para proveerte y estar preparado. Pero, también debo de estar atento a la invitación, porque de no estarlo igual paso de ella y me muestro indiferente a la misma.

Ocurre que todo depende de la importancia que le demos a la invitación, porque muchos la despreciamos y no le damos ninguna importancia. Es más, priorizamos nuestros asuntos, negocios o intereses antes que gastar tiempo en ese banquete de boda. Sé de personas que incluso, asistiendo al banquete Eucarístico, lo abandonan en el momento del banquete. Algo que no se comprende sino desde la ignorancia de conocer el fundamento y la verdad del mismo.

Sólo desde la importancia que demos al verdadero valor de la invitación pondremos todo lo de nuestra parte para estar prestos a la invitación y preparado el traje adecuado con la fiesta a la que somos invitados. No cabe duda que será una fiesta única y la más importante de nuestra vida, pues de ella se desprende el gozo y la felicidad eterna.

Abramos nuestros oídos y nuestros corazónes para acudir preparados al Banquete de boda más importante de nuestra vida, y no dejemos que nuestra preparación esté acompañada por el Verdadero Maestro que nos acompaña y nos asiste en nuestro camino, el Espíritu Santo. Amén.

miércoles, 20 de agosto de 2014

LA GENEROSIDAD DE DIOS

(Mt 20,1-16)


Jesús nos habla de un Reino de los Cielos diferente a nuestro mundo. Aquí, donde las cosas se miden por su productividad, por su ignorancia, por méritos...etc., no se corresponde de igual manera en el Reino de Dios. No cabe duda que en nuestro mundo los primeros obreros recibirían mayor salario que los otros, pero en el Reino de los Cielos las cosas son diferentes.

Para Dios no cuenta el tiempo sino la entrega del corazón y la aceptación de su Palabra. Quizás los últimos necesitaban más que ningún otro la Palabra de Dios, y a ellos el Señor se entregó, como también a los primeros. Posiblemente muchos que, aparentemente, han recibido muy poco recibirán más Misericordia de Dios que otros que han recibido más dones y cualidades y han sido contratados muy tempranos.

Sólo Dios sabe lo que corresponde a cada uno, y todos debemos estar atentos y prestos a escuchar su llamada y a estar agradecidos por todo lo recibido. Nadie merece tantos dones: la vida, el sol, la lluvia, la tierra y sus frutos, el mar y sus peces, la bondad, la justicia...etc., y sobre todo el amor. Tanto los que pertenece a este siglo como los que han vivido siglos anteriores han tenido lo suficiente para encontrar a Dios, y los que han llegado tarde o a última hora, el Señor les ha dado la misma oportunidad que los primeros.

Tú, Señor, sabe lo que nos conviene, y nada nos merecemos, pues todo lo que tenemos ha venido de tu Amor y Bondad. Danos Señor lo que Tú, por tu Amor, decidas, pues sólo Tú repartes justicia. Amén.

martes, 19 de agosto de 2014

EXPLOTADOS Y EXPLOTADORES

(Mt 19,23-30)


Se trata del origen y del destino, no en sí mismo, de la riqueza, pues siendo rico se puede ser generoso y aliviar la carga de otros que no tienen lo necesario y suficiente para sostenerse en la vida. Pero también se trata de la procedencia de esa riqueza. En las palabras, después del encuentro con Jesús, de Zaqueo encontramos luz para entenderlo.

Tan rico es aquel que explota al pobre, aún siendo él también pobre, como el que se hace rico con la fatiga y el sudor, de otros, mal retribuidas. Y, peor aun, aquellos que siendo ricos guardan sus riquezas para su propio interés, satisfacciones y egoísmos.

De cualquier manera, de una u otra forma, ricos o pobres estaremos tentados a ser egoístas y explotadores y a mirarnos sólo a nosotros mismos dejando un poco de lado a los demás. Por eso necesitamos la Gracia y la Fortaleza del Espíritu Santo, para que asistidos en Él seamos capaces de vencer nuestro corazón apegado a las cosas y bienes de este mundo y más generoso en compartir.

Señor, sólo en Ti encontraremos el Camino, la Verdad y la Vida de olvidarnos de nosotros y ser más generosos y misericordiosos con nuestros hermanos, y capaces de dejar todo aquello que nos impide vivir en tu Voluntad.

lunes, 18 de agosto de 2014

SE TRATA DE ESFORZARSE EN SER BUENO

(Mt 19,16-22)


El hombre intuye que se siente atraído para hacer el bien. Le gusta y goza hacer bien las cosas y sabe que lo bueno es mejor que lo malo. Es más, diferencia lo bueno de lo malo, y opta por hacer siempre lo bueno. Sabe que haciendo el bien será aceptado y considerado, y alcanzará el premio del cielo.

Por eso, aquel joven pregunta a Jesús, ¿qué tengo que de bueno hacer para ganar vida eterna? La respuesta de Jesús no se deja esperar, porque sólo Uno es bueno. Por supuesto que se refiere al Padre del Cielo. Y le señala que guarde los mandamientos, la Ley de Dios, que va dirigida a santificarle y a respetar y amar a los hombres, tal y como nos ama el Padre Dios.

Sorprendido el joven, advierte que eso todo lo cumple desde pequeño, y Jesús le responde: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme». Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.

No sucede a nosotros algo parecido. Los bienes, las apetencias y los deseos de riquezas y de bienestar se interponen en nuestro camino y nos desvían, nos ralentizan nuestros pasos y nos alejan de la Ley de Dios. Y se hace necesario dejarlo todo para, libremente, seguir los pasos de Jesús. Ese ha de ser nuestro esfuerzo y nuestra lucha diaria, y nunca solos sino apoyados en la Gracia del Espíritu Santo.

Danos Señor la sabiduría, la fuerza y la voluntad perseverante para no dejarnos vencer por los bienes y riquezas de este mundo ni entristecernos por ello, sino confiados en tu Gracia esforzarnos en seguirte. Amén.

domingo, 17 de agosto de 2014

LA INSISTENCIA DE LA ORACIÓN

(Mt 15,21-28)
Se nos ha dicho muchas veces que es muy importante orar, pero también que la insistencia en la oración, a pesar de no ser escuchado u obtener respuesta es todavía más importante. Porque, damos por hecho que el Señor, aunque aparente esconderse, siempre nos responde, pues, ¿cómo, si no, se ha hecho Hombre para salvarnos?

El Señor está siempre pendiente de cada uno de nosotros. Nos escucha y nos respondes, y nos dará siempre, no lo que le pidamos, sino lo que nos conviene, que es mucho mejor. Hoy, en este pasaje de la mujer cananea, observamos que en principio el Señor mantiene el silencio. ¿No querrá probar la constancia y perseverancia de esa mujer que le pide la curación de su hija? El resultado de ese encuentro parece indicar que sí, porque ese es su resultado final.

La mujer cananea insiste, hasta el punto que los apóstoles le piden que la atienda, pues viene detrás gritando. Y Jesús continua eludiendo ese encuentro. Parece dar a entender que quiere provocar el testimonio de fe de esa mujer. Llega incluso a responder que Él ha venido a salvar al pueblo de Israel, y a la petición de socorro de la mujer en el momento que lo alcanza, Jesús responde: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos».

Sin embargo, la mujer no se calla, su fe le impulsa a seguir en la insistencia y responde: Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos». Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas». En aquel momento quedó curada su hija.

Es el resultado final, Jesús le responde dando el máximo, la curación de su hija, y la mujer consigue el premio que buscaba al insistir y buscar con fe y perseverancia la Misericordia del Señor. Quizás sea la lección que todos nosotros debemos descubrir y tratar de esforzarnos en vivir en nuestras vidas. Es difícil, pero no estamos solos, para eso contamos con la Gracia del Espíritu Santo.

sábado, 16 de agosto de 2014

JESÚS AMA A LOS DÉBILES

(Mt 19,13-15)


No es que Jesús quiera que seamos débiles, sino que son los débiles, frágiles y pobres los necesitados y los que descubren a Jesús, precisamente porque le necesitan. Jesús viene a salvar a los pequeños, a los pobres y necesitados, y los niños son exponentes de los más débiles y necesitados.

Quién no es pobre, no necesita que le salven y rechaza toda ayuda de salvación. Por eso, la condición imprescindible para ser salvado es sentir esa necesidad. Es decir, descubrirse pequeño, pobre y necesitado. Y los niños son los más pobres y los más necesitados. Son los más pequeños, los más inocentes, los que no tienen ninguna formación y dependen totalmente de la que le den sus padres.

Son los seres más indefensos de la tierra y por eso los más preferidos de Jesús. De ahí que quienes no seamos como niños no podremos alcanzar la salvación que Jesús nos ofrece. Entre otras cosas porque sólo siendo pobre y necesitado aceptaremos la salvación que Jesús nos ofrece.

Necesitaremos convertir nuestro corazón endurecido por el tiempo, los malos hábitos, la mentira, la codicia, el odio, la venganza, la ambición, las tentaciones y el pecado, en un corazón puro, limpio, inocente, bien intencionado, pobre, humilde y lleno de amor para experimentar la necesidad de la salvación que Jesús, el Hijo de Dios vivo nos ofrece. Amén.

viernes, 15 de agosto de 2014

MARÍA ACUDE CON PRONTITUD

(Lc 1,39-56)


Recibida la noticia de ser la elegida para ser la Madre de Dios, María corre con prontitud a visitar y servir a su prima Isabel, en estado avanzado de gestación del que será, primo de Jesús, Juan el Bautista. María, olvidándose de sí misma, acude con la intención de servir a su prima Isabel y pasó allí sirviéndola unos tres meses.

María, la Madre de Dios, llena de humildad disponible a servir a su prima Isabel. Nada más sentir su presencia y oír el saludo de María, saltó el niño lleno de gozo en su seno e Isabel, llena del Espíritu Santo, proclamó: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

¿Escuchamos nosotros y creemos lo que el Señor nos pide? ¿Acudimos con prontitud a servir a quién lo necesita? ¿Estamos agradecidos y alegres, como María, al descubrir todo lo que el Señor nos ha regalado? ¿Y está nuestro corazón abierto a responderle al Señor? En el canto del Magnificat, María expresa todas esas actitudes que ella, la esclava y sierva del Señor, pone agradecida en Manos de su Creador.

Danos Señor un corazón que, cómo María, sepamos abrirnos a estar disponible a los designios de tu Voluntad. Amén.


jueves, 14 de agosto de 2014

NECESITADOS DE PERDÓN Y DE PERDONAR

(Mt 18,21—19,1)
 
Nos damos cuenta de nuestras imperfecciones y somos conscientes de la necesidad de perdón, pero el secreto se esconde en que alcanzaremos el perdón en la medida que nosotros también perdonemos. En el Evangelio de hoy, Jesús nos propone una parábola que no da lugar a duda. 

El Reino de los cielos, nos habla Jesús, se parece a aquel rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados y perdonando a uno, que le debía mucho, tanto como todas sus pertenencias, éste no perdono a un amigo que apenas le debía cien denarios. Enterado el rey le entregó a los verdugos hasta que saldara toda su deuda.

En el Padre nuestro, Jesús nos vuelve a proponer y advertir que en la medida que perdonemos seremos perdonados. Deja el Señor muy claro nuestra salvación en la medida de nuestro perdón. Pero una cosa debemos tener muy clara, no seremos capaz de perdonar si nos empeñamos en hacerlo nosotros solos. Imposible para nuestra naturaleza pecadora y tocada por el pecado, pero posible  si lo intentamos asistidos por el Espíritu Santo.

Y es que al abrir nuestro corazón al perdón de Dios, recibimos la fuerza y la luz para llenos de su Paz también poder nosotros perdonar. Te pedimos Señor nos des la Gracia para, no sólo aceptar tu perdón, sino poder darlo a los que nos ofenden. Amén.

miércoles, 13 de agosto de 2014

EL COMPROMISO DE LA DENUNCIA


(Mt 18,15-20)

Quizás ésta sea una de las responsabilidades más concretas y reales en estas horas que nos ha tocado vivir. Hablo del compromiso de la denuncia y de fijar los criterios según la Palabra de Dios. Criterios que se apoyan y nacen del único y verdadero Amor que Dios da a sus hijos, los hombres, y que lo testimonia hasta el extremo de entregar la vida de su Hijo, nuestro Señor Jesús, Dios y hombre verdadero.

Los Blogueros nos sentimos identificados, y más fuertemente en esta Palabra de Dios, con la misión de denuncia, de clarificar y de testimoniar la Palabra de Dios. Ahora cobra mucho sentido aquella hora donde unos cuantos blogueros, creo que inspirados en el Espíritu de Dios, tuvieron la idea de unirse con un mismo fin: apoyar al Papa y difundir la Palabra de Dios. ¿Hay misión mayor?

Este impulso de ánimo nos alienta y motiva a entregarnos, injertados y a la luz del Espíritu, a hacer viva la Palabra en nuestras vidas y a denunciar toda injusticia y acción que atenta contra el bien común de la comunidad. Y, a través de Internet, llegar a lugares donde quizás la Palabra de Dios se viva con indiferencia y de espaldas al bien común y a la verdad.

Hoy podríamos hablar de tantos hermanos que sufren persecuciones, hambre y represalias de todo tipo; de niños que son condenados en los vientres de sus propias madres; de esclavitud, engaños y mentiras de muchos que buscan su felicidad sin importarles la de los demás y de tantas y tantas actitudes que, por la Gracia de Dios, seguiremos denunciado en la medidas de nuestras posibilidades y por la acción del Espíritu Santo.

Gracias Señor, porque tu Infinita Misericordia nos perdona, tanto a los que callamos en muchos momentos, como a los que, conscientes de sus errores dan escándalos y predican con mentiras. En Ti, Padre del Cielo, nos sentimos perdonados y amados y te pedimos que aumentes nuestra fe y abras los corazones de aquellos que se cierran a tu Palabra. Amén.

martes, 12 de agosto de 2014

INDEFENSOS COMO NIÑOS

(Mt 18,1-5.10.12-14)
 
Si miramos a los niños, descubrimos que son los seres más indefensos de la tierra. Están a merced de sus padres y son manipulados tal y como quieran los mayores. Son también las víctimas más indefensas, hasta tal punto que muchos, sin ni siquiera voz, son condenados a morir sin poder ver la luz del sol. No cabe duda que los niños son los más inocentes e indefensos del planeta.

Sin embargo, son los que demandan y originan más amor. Siendo tan pequeños son el centro de las familias y todo gira en torno a ellos. Jesús, conocedor de esta realidad, nos invita a ser como ellos: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos».

Ser como niños significa ser servidores, esclavos, obedientes, sencillos, débiles... Significa tener la actitud en la vida de los pequeños, la de los insignificantes, la de aquellos que esperan ser rescatados y salvados. Son los niños los que dependen de sus padres y lloran al menor peligro o sensación de sentirse desprotegidos. Sólo así buscaremos a nuestro Padre Dios para sentirnos protegido.

Descubrir que tenemos a un Padre que arriesga su vida hasta el punto de darla para rescatar a la oveja perdida, es descubrir que vale la pena, y mucho, sentirse hijo de ese Buen Padre. Amén. 


lunes, 11 de agosto de 2014

UN DÍA CON JESÚS

(Mt 17,22-27)

Sería hermoso pasar un día con Jesús. Me refiero a esos días cuando Él estaba físicamente con los contemporáneos de su tiempo, de forma especial con sus apóstoles. ¡Cuántas cosas interesantes oír de los labios de Jesús! Imagino que el tiempo se nos iría sin darnos cuenta. Sin embargo, da la sensación que no le hemos encontrado, porque también ahora, Él sigue con nosotros, y, sin embargo, parece que nos cuesta bastante pasar largos ratos con Él.

El Evangelista Mateo nos habla de un día de aquellos que Jesús pasaba con sus discípulos y de su familiaridad y confianza al descubrirle su Pasión: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; le matarán, y al tercer día resucitará». Sorprendente revelación que les dejaría sin sentido, pero también esperanzada, porque, aunque no entiendas nada, escuchar al final que resucitará da esperanza, paz y mucha alegría.

Pues la Resurrección es el fundamento de nuestra fe. Y ahí quiero centrar mi humilde reflexión de hoy. ¡Claro que me duele el sufrimiento del Señor! ¡Claro!, y muchas veces me he estremecido cuando rezo los misterios dolorosos, pero no cabe ninguna duda que la gran esperanza y la mayor alegría es que el Señor sigue y continúa con nosotros porque ha Resucitado. Indudablemente que no seguiríamos a alguien que hubiese muerto, porque por muy bien testimonio y obras que hubiese dejado, ya no estaría vivo. 

Jesús ha resucitado, y Jesús, en el Espíritu de Dios, continúa su labor a través de cada uno de nosotros. Él está en medio de todos aquellos que se reúnen en su Nombre; Él está junto a todos aquellos que tratan de, cumpliendo las normas de este mundo, que las leyes sean más solidarias y justas por amor; Él está pendiente de cada uno de nosotros y sabe de nuestras necesidades y obligaciones.

Pero, Él es el Señor, y ha entregado su Vida por salvar la nuestra. ¡Y ha Resucitado, y eso significa que Vive y sigue, cada día, viviendo entre nosotros y hablando con nosotros. Abramos nuestros corazones porque cada día también nosotros podemos pasarlo con el Señor.

domingo, 10 de agosto de 2014

TAMBIÉN MI PROPIA BARCA SE TAMBALEA

(Mt 14,22-33)


¿Quién no ha pasado por huracanes y tempestades que han amenazado su propia vida? ¿Cuántas veces hemos experimentado hundir nuestra barca particular cuando las cosas se nos han torcido en la vida? Todos en algún momento de nuestra vida hemos experimentado miedo y dudas al caminar sobre el filo de la navaja de nuestra propia vida, pero lo importante es, como Pedro hoy, tender nuestra pobre mano en la confianza de que el Señor nos tenderá la suya para salvarnos.

Sin lugar a duda, nuestro camino está en la otra orilla. Hemos de pasar de un mundo mercantilista, egoísta y consumista, marcado por la ambición de ganar y sometido al odio, la venganza y el desamor, a un mundo de fraternidad, de justicia, de comprensión, de paz y amor. Y esa travesía no la podemos hacer solos, porque nuestra barca zozobra ante las muchas tempestades y vientos huracanados que nos salen al paso.

Es verdad que sentimos miedos, e incluso exigimos pruebas que nos garanticen la seguridad y la salvación. Pedro, en quién Jesús pone su confianza y su Iglesia, le exige demostrarle su Poder y Divinidad: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua». ¿Cuántas veces hemos hecho nosotros lo mismo? ¿Cuántas veces hemos exigido al Señor una prueba de su Divinidad? ¿Es qué merecemos esa prueba?

Nos ha sido regalada la salvación por un amor Infinito, ¡y todavía exigimos pruebas de esa salvación! Esa realidad descubre la evidencia de lo tocado que está nuestra alma por el pecado. Nos envuelve en la más absoluta oscuridad que aprovecha el Maligno para perdernos e inclinarnos a atrevernos a pedirle pruebas al Señor, e incluso dudar como hizo Pedro. Está claro que los vientos y las tempestades nos superan y nos llenan de dudas y miedos. 

Pero, Tú Señor, siempre apareces frente a la barca de nuestra vida. Siempre nos anima y nos susurra ¡adelante!, y nos infundes valor y confianza. Ese: « ¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!», nos sabe a Gloria y nos llena de confianza y paz. 

Esa experiencia que experimentamos también, valga la redundancia, en nuestras vidas, sea la tónica de no desfallecer y de, como Pedro, Señor, arranque siempre de nuestros labios ese grito de esperanza: «Señor, sálvame». Amén.

sábado, 9 de agosto de 2014

NO TEMAMOS LA MUERTE DEL CUERPO

(Mt 10,28-33)

Vivimos con mucho miedo, miedo sobre todo a la muerte, algo tan evidente y cierto que todos sabemos. Sin embargo, ¡qué contradicción! Teniendo la oferta de la vida, la despreciamos para elegir la muerte. No se entiende, pero la realidad nos dice eso. Buscamos la vida, pero elegimos la muerte.

Jesús nos habla hoy de eso. Nos anima a no tener miedo de las cosas, enfermedades, por ejemplo, que matan al cuerpo, pero no pueden matar al alma. Porque eso no es la muerte, sino la puerta para entrar en la otra y verdadera vida, la eterna y gozosa.

Sí tenemos que temer al pecado, que nos tienta y que nos aleja de nuestro Padre Dios. Porque eso si nos mata el cuerpo y también el alma, y nos pierde para la vida eterna, pues rompe nuestra amistad con Dios. Ese es nuestro verdadero peligro y al que debemos enfrentarnos cada día injertado y asistido por y en el Espíritu Santo.

No nos atrevamos a luchar solos porque tenemos todas las de perder, pero en y con el Espíritu saldremos siempre victoriosos.. Infunde en nosotros Señor la valentía y la Gracia de estar siempre de tu parte, para que en la hora de presentarnos ante Ti tengamos de nuestra parte la defensa y Misericordia de tu Hijo Jesús, Dios e Hijo Verdadero. Amén.