viernes, 22 de agosto de 2014

UNA SÓLO RESPUESTA Y DOS MANDAMIENTOS

(Mt 22,34-40)


Hay un orden de prioridades, pero una sola respuesta, el amor. Amar es la única salida y excluida anula toda clase de respuesta y de elecciones. Pero en ese amor hay un orden muy claro. La primera prioridad de todo es el amor a Dios sobre todas las cosas, y luego, demostrar ese amor a un Dios que no vemos ni tocamos, sólo lo podemos hacer tangible en el amor a los hombres.

Ambos mandamientos son semejantes, pero, sin lugar a dudas, uno, el amor a Dios, va primero, y sólo se hace realidad si se cumple el segundo, el amor al prójimo. Esto significa que uno sin el otro no existe. Por eso, de nada vale decir que amo a Dios si luego no se concreta ese amor en la vida de relación con los hombres. Amar a Dios me interpela a amar a aquellos que, empezando por los más próximos, están en la órbita del círculo de mi vida.

Esa, humildemente creo, debe ser nuestra máxima preocupación, porque ese será el juicio que nos interpelará en la última hora de nuestra vida. Todo pasará por la medida de nuestro amor, y según hayamos amado, seremos también amado nosotros. Medida de amor que es Infinita por nuestro Padre Dios, que nos llama a la conversión y al amor, y nos espera e invita hasta la última hora de nuestra vida.

Equivale a la medida del perdón que hayamos sido capaz de perdonar, valga la redundancia, por el amor que derramemos en los demás. En esa medida seremos también perdonados por la Misericordia Infinita de Dios.

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