Con estas palabras
termina el Evangelio de hoy: (Jn 16,16-20): En aquel
tiempo, Jesús habló así… En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os
lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se
convertirá en gozo».
Y con esa alegría
que Jesús nos promete terminará nuestro camino por este mundo. Esa es la idea y
esperanza que debe permanecer a flote en el centro de nuestro corazón. Nuestro
final, pase lo que pase, de permanecer en el Señor, será un final de gozo y
alegría. Porque nuestro destino, llamados a una vida eterna en plenitud, está
en creer y ser fiel a la Palabra de Dios. Esa perseverancia y fidelidad se
convertirá en un inmenso gozo de felicidad eterna.
Y es que nuestra
vida es sencillamente un «poco». En más de una ocasión
hemos oído decir que la vida son cuatro días, y la realidad es que es así.
Aparentemente nos parece mucho tiempo, pero se nos va sin darnos cuenta. Basta echar
la mirada hacia atrás para darnos cuenta cuantos familiares y amigos nos han
dejado ya.
Es evidente que durante este camino pasamos quizás más tiempo con tristezas, penas y sufrimiento que con alegrías y felicidad. Pero, también sabemos, al menos los que creemos en la Palabra del Señor, que al final llegará el gozo, la alegría y felicidad eterna. Entonces ya no habrá más llanto ni tristeza, todo será eternamente alegría y felicidad junto a Padre Dios.
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