viernes, 31 de mayo de 2019

LA ALEGRÍA DE SER MADRE

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La maternidad es siempre un acontecimiento de alegría y de celebración. Es una nueva vida que viene al mundo y que se celebra con gran alegría, sobre todo por el padre y la madre y toda la familia. Sin embargo, en los últimos tiempos todo ha ido cambiando y hoy´, no sólo no se celebra con gran alegría en algunos casos, sino que se intenta controlar la vida y hasta desecharla y negarla cuando los intereses se anteponen por encima de la misma vida.

Y fue de esa forma como Dios quiso, tomando Naturaleza humana, hacerse hombre y nacer al mundo como un niño más, sin ruido ni anuncios publicitarios que llamaran la atención. Simplemente desapercibido, en un pesebre y bajo la tutela de una joven y humilde María y un sencillo carpintero José. Una maternidad que da vida y que trae la verdadera Vida al mundo.

Y es que no hay acto más grande que el de dar la vida y entregar la tuya a cambio por la felicidad de ese nuevo ser. Porque, así se construye el mundo y se hace un mundo en paz, justo y fraterno. Así lo hizo María siguiendo la Voluntad de Dios, por el que fue elegida, y así entró la salvación en este mundo. Y así lo descubre también Isabel, prima de María, cuando es visitada por ésta. 

Su presencia despierta en ella un sobresalto del niño que lleva también en su vientre y su saludo, asistida y llena de Espíritu Santo, le lleva a exclamar: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

La respuesta de María no se hace esperar y deja entrever el por qué Dios la elije como su Madre: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos».

jueves, 30 de mayo de 2019

LA ESPERA DE SU REGRESO NOS SOSTIENE LA ESPERANZA

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Jesús tiene Palabra de Vida Eterna. Nunca ha dejado ni dejará su Palabra sin cumplimiento. Todo en Él se ha cumplido hasta su Resurrección. Por lo tanto, aquellos que creemos en Él y esperamos el cumplimiento de su Palabra, ardemos de gozo esperándole.  Y esa esperanza nos ayuda a superar esas dificultades, esos momentos de tristeza, de ausencia y de tribulaciones.

Sabemos que hay muchos obstáculos, pues Jesús mismos nos lo advierte y nos lo descubre. Y, nuestra experiencia nos dice que no siempre tenemos fuerza para vencerlas, pero, sobre todo si perdemos de vista la Palabra del Señor. Es necesario tenerlo siempre muy presente y vivir desde su Palabra la realidad de nuestra vida y vicisitudes que, cada día, se nos presentan.

Y, lo sabemos por experiencia, no es nada fácil salir airoso de cada uno de esos problemas o tentaciones. Conviene, pues, tener muy en cuenta la Palabra de Jesús: «Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver». Posiblemente, también nosotros hoy, aunque tengamos más ventaja que sus discípulos en aquel momento, nos cueste entenderlo. Sin embargo, Jesús nos dice claramente que volverá y que tengamos confianza en Él,  a pesar de estos momentos tristes, de sufrimientos de los que el mundo se alegrará.

Todo pasará y al final nos dice Jesús: En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. Y eso es lo que verdaderamente importa. Triunfaremos y alcanzaremos ese gozo eterno junto al Señor. Tengamos confianza en su Palabra.

miércoles, 29 de mayo de 2019

EL ESPÍRITU NOS GUIARÁ A LA VERDAD PLENA

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El Evangelio de hoy es una maravilla. Una maravilla para todos aquellos que creen y esperan esa felicidad eterna en el Señor. Todo nos será revelado a su debido tiempo por el Espíritu Santo, así que es cuestión de tener paciencia, perseverar y creer en la Palabra del Señor. Nos ha repetido muchas veces la necesidad de creer y de ser perseverante y eso tendrá su premio.

No podemos precipitarnos y desesperarnos. Las cosas llegaran a su tiempo, como también llegará el tiempo de la salvación. Tenemos que tener paciencia y creer en el Señor. Todo llegará. Igual que un niño va creciendo y va recibiendo los conocimiento, desde aprender a leer hasta llegar a conocer el mundo en el que vive, y muchas cosas más que de niño no podía entender y ahora sí, también sucede con la Palabra del Señor. Y de eso es encargado el Espíritu Santo, que será el que nos vaya enseñando todo lo que se nos ha dicho y lo que nos falta por aprender.

Porque, Él, el Espíritu nos guiará a la Verdad Plena, pues no hablará por su cuenta sino lo que oiga anunciándonos lo que ha de venir. Por lo tanto, sin el Espíritu Santo no podremos avanzar en el conocimiento de la Palabra de Dios ni en dar Gloria al Señor, porque, como nos dice la Palabra en el Evangelio de hoy, Él recibirá del Señor y nos lo dará a todos nosotros, pues todo lo que tiene el Padre es también del Hijo.

martes, 28 de mayo de 2019

¡VEN ESPÍRITU SANTO!

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Jesús nos lo dijo,"os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito". Es necesario que Jesús regrese al Padre para que sea enviado el Espíritu Santo y abriéndonos a su acción dentro de nosotros transforme nuestros corazones y nos dé fortaleza, sabiduría y paz, virtudes necesarias para continuar y vivir en la Palabra del Señor.

Sin el Espíritu Santo no podremos cumplir con nuestro compromiso de Bautismo. No podremos responder a nuestras responsabilidad de sacerdote, profeta y rey. Se hace necesario recibir y abrirnos, pues somos libres para aceptarlo o rechazarlo, a su acción. Sin Él estamos perdidos, desorientados y sin rumbo, y a merced del mundo, demonio y carne.

Pero, con Él vencemos todas las dificultades que se nos presentan en nuestro camino y misión apostólica. Nuestra fe en el Señor será mas firme, más consolidada y más sostenida al estar llenos del Espíritu Santo y, sobre todo, dirigidos por Él. Ahora ya no tenemos miedo como antes de la experiencia con Jesús Resucitado. Ahora el Espíritu Santo está con nosotros y en Él somos templo suyos y, por su Gracia, capaces de sosternernos, vivir y guardar su Palabra.

lunes, 27 de mayo de 2019

SIN EL ESPÍRITU SANTO NO VAMOS A NINGUNA PARTE


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La necesidad del Espíritu Santo es vital, porque sin Él no vamos a ninguna parte. Es decir, es Él quien nos abrirá la mente y nos iluminará para poder entender todo aquello que no cabe en nuestra cabeza y para lo que nuestras limitaciones no puede llegar a entender. Jesús nos lo deja claro: «Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho».


 El Espíritu Santo nos fortalecerá y nos dará todo lo que nos haga falta para entender interiormente lo que, por nosotros no podemos entender para recordar todo lo que se nos ha enseñado. El Espíritu Santo es el auxiliador, el que nos acompaña en cada momento de nuestra vida y que nos va asistiendo y enseñando todo lo que necesitamos para sostenernos en la fe y en la perseverancia de guardar la Palabra del Señor.

El Espíritu Santo, el Paráclito, da testimonio de nuestro Señor, y nos da también a nosotros fortaleza y sabiduría para dar testimonio de nuestro Señor Jesús, porque Él está con nosotros y nos acompaña durante el camino de nuestra vida. Todo lo que está sucediendo ahora está profetizado y se nos ha dicho para que cuando lo estemos sufriendo nos acordemos de que así iba a suceder.

Tengamos confianza y fe en el Señor. Hay muchas cosas que nos superan y que el miedo y temor a que nos sucedan nos desconcierta y nos hace dudar, pero no olvidemos que la Palabra del Señor siempre se cumple. Y, Él, esta con nosotros, se nos ha dicho, y en Él no tendremos nada que temer, porque Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

domingo, 26 de mayo de 2019

UN AMOR COMPROMETIDO

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Jn14, 23-29
Cuando alguien ama a alguien se nota en el compromiso que adquiere en su vida y en el seguimiento de su persona. Es decir, quien ama al Señor guarda su Palabra y hace la Voluntad del Padre al guardar la Palabra del hijo. Porque, el Padre y el Hijo harán morada en él. Son palabras del Señor que nos descubren la Voluntad del Padre.

Sin embargo, a pesar de todo, los apóstoles no se enteraron de casi nada y el Señor les dice: El Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho. Razón por lo que debemos estar abiertos y atento a la acción del Espíritu Santo, porque somos libres y podemos cerrarnos a la acción del Espíritu. Eso es muy importante, pues de cerrarnos a su acción nos quedaremos igual y no avanzaremos en el conocimiento del Señor.

Y se nota en mucha gente que están a cero en el conocimiento del Señor y alejadas de toda practica religiosa. Y noto la gran dificultad de que crean y tengan inquietud, porque necesita dar un paso para que el Espíritu pueda trabajar en ellos. Lo vemos con meridiana claridad en la parábola del hijo prodigo o el Padre misericordioso. Aquel hijo hizo un acto de humildad, que no es fácil y, arrepentido, reconoció su pecado y emprendió su regreso a la Casa del Padre.

Igual tenemos que estar nosotros, pendientes de renovarnos y de actualizar nuestro corazón inclinado al pecado para que no nos ocurra que, creyéndonos en paz, estemos falsamente equivocados e instalados en una paz despreocupada y pasiva. Esa no es la paz que Jesús nos presenta. La paz que viene del Señor es una paz como resultado de hacer el bien y de preocuparnos por establecer la justicia, sobre todo en aquellos más necesitados o desvalidos. Es la paz que se siente dentro del alma cuando entiendes y experimentas que has actuado de acuerdo con la Voluntad de Dios. Al menos lo has intentado y, abandonado en las Manos del Espíritu Santo, te has dejado llevar por su acción.

sábado, 25 de mayo de 2019

UN MUNDO EN EL EXTREMO OPUESTO

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Vivimos en este mundo y no en otro. Es el que nos pertenece. Es el nuestro, espacio y tiempo donde tenemos que ganarnos, por decirlo de alguna manera, nuestra salvación. Y digo, por decirlo de alguna manera, porque todo es, gracia a la Misericordia de Dios, recibido gratuitamente. Solemos decir y oír, es ahora el tiempo de salvación. Y es así, este es nuestro tiempo de salvación donde tiene lugar nuestra vida.

Sin embargo, este mundo, como los anteriores, han vivido de espalda a Dios. Le rechazan y no siguen sus mandatos. El mundo piensa de otra manera y busca su propia autonomía para seguir sus propias indicaciones y proyectos. No escucha ni atiende a razones de ese Dios que Jesús les presenta. Sus objetivos, donde cree que está la felicidad, son el poder y la riqueza. Es ahí donde piensa que reside su felicidad y, por el momento, no se plantea la eternidad. Adormecido y distraído cree que eso está muy lejos y no le preocupa por ahora.

Y en ese mundo estás tú y también yo. Ese es nuestro mundo y en donde tenemos que luchar y seguir la Palabra de Jesús. Es aquí y ahora. Jesús nos dice: «Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo. Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado mi Palabra, también la vuestra guardarán. Pero todo esto os lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado».

Un mundo hostil al amor que propone Jesús. Un mundo que, como a Jesús, nos persigue y trata de apartarnos hasta el extremo de poner en riesgo nuestra vida. De hecho, eso está pasando en estos momentos en algunos lugares de este mundo nuestro. Hubo ya mártires en todo los tiempos que dieron su vida por ser fieles a la Palabra de Jesús y los sigue habiendo en estos momentos. Un Dios perseguido hasta el extremo de borrarlo y apartarlo de la sociedad en que vivimos.

viernes, 24 de mayo de 2019

UN MANDAMIENTO NUEVO

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Se nos había dicho "amarse unos a otros como a ti mismo", pero Jesús añade una novedad, que no cambia el sentido del contenido, sino que lo perfecciona con un Modelo de Perfección como es el mismo. Jesús es la referencia en la que tenemos que fijarnos para aprender a amar y para saber amar. Y eso lo voy conociendo en la medida que le conozco a El.

La pregunta salta por sentido común. ¿Y cómo le conozco a Él? Conociendo su Vida y su Palabra. ¿Y dónde las puedo encontrar? El Evangelio de cada día te describe y te descubre el Mensaje del Señor, sus mandatos y sus obras. Leyéndolo con atención y auxiliado por el Espíritu Santo, al que invocamos para que nos asista e ilumine, podemos ir alumbrando el camino de cada día. E injertándonte en la comunidad parroquial donde puede ir entrenándote en ese mandato del amor.

Pero, no para quedarte encerrado en ella sino para salir a las periferias, como nos dice el Papa Francisco, de tus ambientes, de tu trabajo, de tus círculos sociales, de tu menesteres de cada día e ir proclamando el Mensaje de Jesús, que no es otro sino alcanzar el gozo y la plena felicidad, que precisamente todos buscan, y la Vida Eterna.

¿No te parece que es un Mensaje que no se puede quedar guardado y que hay que darlo a conocer? ¿No crees que lo que buscan todos es realmente eso? Quizás ocurra que, engañados por el demonio, tengan los ojos vendados y los oídos cerrados y vivan distraídos seducidos por las cosas de este mundo que, aunque a primera vista, son hermosas, luego desaparecen dejándonos un vacío de tristeza e infelicidad.

jueves, 23 de mayo de 2019

LA CUESTIÓN ES SEGUIR SIEMPRE FIEL

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Jn 15,9-11
Ser fiel es algo que cuesta, porque, ser fiel por un tiempo, unos días o incluso meses puede cumplirse con cierta facilidad, pero, cuando se trata de hacerlo para toda nuestra vida se hace bastante más difícil y duro, pero, por eso, tiene un gran valor y es prueba de una gran fe. Es eso lo que nos pide el Señor en el Evangelio de hoy, guardar sus mandamientos, tal y como Él ha hecho con el Padre.

En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado».

Y la forma de permanecer en su amor es guardar sus mandamientos. Unos mandamientos que están contenido en uno sólo, "amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como Jesús nos ha enseñado en su vid pública", tal y como nos lo ha dejado en las Escrituras transmitidas por la Iglesia y la tradición.

Por lo tanto, puedo preguntarme: ¿amo yo a Dios sobre todas las cosas? ¡Está Dios situado en mi corazón en el primer lugar de mi vida, o, por el contrario, antepongo otros intereses y apetencias por encima de Él.? Es cuestión de revisar nuestras vidas e ir viendo nuestras prioridades y en que lugar dejamos a Dios. De esa manera podemos calibrar si realmente guardamos los mandamientos y si permanecemos, por supuesto, en su amor.

miércoles, 22 de mayo de 2019

UN EJEMPLO QUE NO DEJA DUDA

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No cabe ninguna duda, sólo unidos a Jesús podemos dar frutos de vida eterna. El ejemplo que Jesús nos ofrece hoy nos saca de toda duda. Él es la Vida y sólo injertado en Él podemos dar lo que sólo Él tiene, la Vida Eterna. Es decir, frutos de Vida Eterna. 

Igual que el sarmiento recibe la savia, que le da la vida y da frutos, unido a la vid, nosotros daremos frutos en la medida que permanezcamos unido a Jesús. Él nos lo dice con claridad meridiana y no nos cansaremos de transmitirlo de esa misma forma: «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos».

Creo que poco comentario hace falta y que será mejor dejarlo a la reflexión libre y voluntaria de cada uno. Todos encarnamos ese papel de sarmientos que necesitamos dar frutos, pero también descubrimos que necesitamos estar unido a la Vid. Esa Vid que puede hacer que demos frutos de Vida Eterna. 

Cada cuál sabe de quien hablamos y a quien nos referimos. Busquemos la luz del Espíritu Santo y, abiertos a su acción, dejemos que nos ilumine y nos abra nuestro entendimiento para entender.

martes, 21 de mayo de 2019

SER FELIZ ES ESTAR EN PAZ

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No cabe duda que cuando se está en paz se es feliz. Y eso lo hemos experimentado todos los seres humanos. Hay momentos que cuando nos sentimos en paz, nos sentimos tremendamente felices. La paz nos hace feliz y por eso el mundo busca la paz. Pero, la paz que nos da el mundo no es como la paz que nos da Jesús. Porque, aunque aparentemente se proclame la paz, la violencia, las disputas, los enfrentamientos, guerras, terrorismo, conflictos directos y otros se encargan de que no haya paz.

Por otro lado, si interiormente se está a disgusto, se tiene conflictos, desasosiego, preocupaciones excesivas, o temores, a pesar de que haya tranquilidad afuera, tú no tienes paz. Diríamos, entonces, que hay dos clases de paz, la exterior y la interior, y ambas están afectadas por el pecado que nos tienta egoístamente y nos enfrenta a unos con otros. Todo esto origina conflictos, no sólo exteriores sino también interiores.

La paz que nos trae Jesús, por el contrario, es una paz que afecta a lo exterior desde lo interior. Porque, lo que Jesús nos propone desde lo más profundo de nuestros corazones tiene influencia total en lo exterior. Porque, es lo que sale del corazón lo que realmente mancha y enturbia la vida del hombre, así que, si sale purificado y limpio, todo lo exterior también quedará purificado y limpio. Y se producirá la paz tanto exterior como interior.

Porque, nuestro destino no está en este mundo ni en las cosas de este mundo. Por eso, desapegándonos de las cosas de este mundo quedaremos libres de conflictos, de egoísmos, de luchas por conseguirlos, de búsqueda de éxitos, de honores y de enfrentamientos por tener unos más que otros. Por ser más poderosos unos que otros. 

Y es eso lo que nos promete Jesús, una paz que nos libera de las ataduras caducas de este mundo y del poder del príncipe de este mudo. Luego nuestro corazón quedará en paz al no ambicionar las cosas caducas de este mundo.

lunes, 20 de mayo de 2019

JESÚS NOS PROPONE HACER EL BIEN

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Cuando Jesús nos dice: «El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él», está proponiéndonos hacer el bien, porque, Él, siempre busca tu bien y el de los demás. Por lo tanto, al guardar los mandamientos que nos propone Jesús estamos amando, porque amar es precisamente buscar y hacer el bien de los demás, amigos y enemigos.

Luego, al vivir en esa actitud de buscar el bien de todos somos amados por el Padre, tal y como nos dice Jesús, porque, amar a todos, incluyendo a los enemigos es estar en la línea de hacer la Voluntad del Padre. Y, también nos dice Jesús que nos amará y que se nos manifestará. De ahí la gran importancia y valor que es hacer el bien. Todo el bien que hagamos no queda en vano y da sus frutos, porque eso es Palabra de Dios.

Jesús nos está diciendo que se manifestará sólo a los que son capaces de amar. Ya lo hizo en el tiempo de la Pascua, ya Resucitado, se fue apareciendo durante esos cincuenta días a sus amigos, a los apóstoles, pues son, a pesar de sus dudas e ignorancia, los que creían en Él. La pregunta cae llovida del Cielo, ¿creemos nosotros en el Señor? O formulada de otra forma, ¿guardamos nosotros sus mandamientos? 

Porque, es de eso de lo que se trata. Nuestro amor se demuestra cuando buscamos siempre el bien de los demás. Ese bien que refleja los mandamientos. Los tres primeros dedicados a nuestra relación con Dios, y los siete restante a respetar y buscar el bien de los demás. Por lo tanto, no amamos porque recemos muchos rosarios, vayamos a misa y cumplamos con muchos preceptos o normas que nos presente la santa Madre Iglesia, sino si realmente amamos. Y eso lo demostramos cuando buscamos el bien del otro, de los otros y de, incluso, los enemigos.

Por tanto, Jesús nos lo deja muy claro, amar consiste en guardar sus mandamientos y, sabiendo que nos será muy difícil nos deja al Espíritu Santo para que nos enseñe la forma de cumplirlos y de recordarnos todo lo que el Señor nos ha dicho.

domingo, 19 de mayo de 2019

UNA NUEVA FORMA DE AMAR

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No cabe duda que el amor humano tiene sus límites que vienen marcados por su propia naturaleza humana. El hombre y la mujer buscan siempre obtener algo a la hora de amar. Incluso con respecto a los hijos, aunque aparentemente lo tengamos escondidos. Todo padre y madre espera que su hijo le atienda en la época de su vejez. Es como una recompensa al amor dado. Sin embargo, a pesar de sus limitaciones es el amor que más se aproxima al estilo de Jesús.

El amor humano siempre busca recompensa y lo que da lleva una segunda intención de recibir. El hombre no ama si no hay interés, aunque no lo descubra o esté escondido que no llega a percibirlo, pero siempre está ahí y aparece en el momento menos inesperado. Y, si no es correspondido como él piensa, pronto aparece el deseo de venganza, de envidia y de enfrentamiento.

Jesús nos propone un mandamiento nuevo, porque realmente es nuevo, es diferente y sorprendente. Hasta tal punto que no se entiende. Amar sin condiciones dándolo todo sin pedir nada a cambio no entra en la cabeza del hombre y la mujer. Amar, incluso al enemigo, no sólo no lo entienden sino que no pueden vivirlo porque, su naturaleza está herida por el pecado. Necesitan la Gracia de Dios y el concurso del Espíritu Santo.

Jesús nos invita a amarnos los unos a los otros, y, si nos invita es porque sabe que, contando con Él, para lo que Él se ofrece, podemos lograrlo. Si se hace necesario poner algo de nuestra parte, pues se nos ha dado la capacidad de decidir y de libertad, pero, sólo por nuestra cuenta quedaremos vencido por el pecado. Necesitamos ponernos en manos del Señor y abrirnos a la acción del Espíritu Santo para, en, con y por Él salir victoriosos en la lucha contra el pecado y el mal que nos impide amar al estilo que nos ama Jesús.

sábado, 18 de mayo de 2019

¿CREO VER AL PADRE EN JESÚS?

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Jn 14,7-14
Esa es la pregunta que me interpela y que me hago a mí mismo. Nunca comprenderé el misterio que encierra la Trinidad. Supongo que a todos nos ocurrirá igual, pues sobrepasa nuestra capacidad de entendimiento y no aceptarlo significa rechazarlo. Menos aún lo que nos revela Jesús. Por lo tanto, nos queda la fe. Es decir, creer y fiarnos de su Palabra, porque, todo los que nos ha dicho ha sucedido y todo lo que ha prometido lo ha cumplido, hasta la Resurrección.

Yo creo, Señor, lo que me dices respecto a que Tú y el Padre tienen un mismo sentir y latir. Quien te ve a Ti ve también al Padre, tal y como nos revelas hoy en el Evangelio. Tú vives y estás en el Padre, y el Padre en Ti. Y no me hace falta más explicaciones y pruebas. Me fío de tu Palabra, Señor, y eso me basta. La mayor prueba está dentro de mi corazón. 

Nada de lo que me rodea responde a mis expectativas. El mundo que conozco y, también, el que no conozco no responde a mis interrogantes ni tampoco satisfacen mis expectativas. Sin embargo, sólo Tú, Señor, das en la diana y respondes con sabiduría divina a mis interrogantes. Así es, Señor, porque yo quiero alcanzar lo que dentro y en lo más profundo de mi ser bulle ardientemente, la verdadera Vida Eterna, pero una auténtica Vida Eterna en plenitud de gloria y gozo.

Y sólo Tú, Señor, me ofreces esa posibilidad hasta tal punto que la pones en mis manos y dejas que yo decida. Y lo hago, Señor, correspondiendo a tu llamada y creyendo en Ti. Y pidiéndote esa sabiduría que alumbre mi camino para permanecer en Ti como Tú permaneces en el Padre y el Padre en Ti. Porque, sin Ti, Señor, ¿a dónde voy? El mundo no me llena ni le da sentido a mi vida. Iría perdido y sin esperanza. 

Eres Tú, Señor, quien la llenas plenamente  y haces que en plenitud de esperanza mi vida camine hacia Ti. Por eso, en tus Manos abandono mi vida y en ellas pongo toda mi confianza.

viernes, 17 de mayo de 2019

TENEMOS UNA MANSIÓN EN EL CIELO


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Jn 14,1-6
El Evangelio de hoy está lleno de esperanza y es muy alentador para todos aquellos que creen en el Señor. Nos llena el corazón de esperanza y nos alegra nuestra vida y nuestro camino. ¡Tenemos una mansión en el Cielo! Y no una mansión cualquiera, sino uno preparada especialmente para cada uno de nosotros por el Señor. ¿Se puede desear más atención y promesa? Indudablemente, me quedo sin palabras ante lo que el Señor me dice hoy: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino».

No se puede decir cosa mejor.Tengo una mansión en el Cielo y quien me la prepara es el Señor. Son sus Palabras la que me lo descubre. ¿Dios mío!, ¿soy consciente de lo que estoy leyendo? Porque, no parece que nos lo creamos, o, al menos, nuestra manera de responder nos es la que nos gustaría. Y hay una explicación. Estamos tocados por el pecado y, a pesar de que lo creemos y queremos, nuestra naturaleza herida, ¡tantas veces ya comentado!,no nos deja actuar como nos gustaría.

El pecado está en nosotros y eso nos exige estar muy unido al Señor para no dejarnos vencer y tener siempre presente lo que el Señor nos dice. Y lo hacemos con la oración, pero sobre todo con la confesión y la Eucaristía. Esas son nuestras armas para la lucha y para optar a esa promesa que el Señor nos hace. Por lo tanto, no debemos desfallecer y sí perseverar y mantenernos firmes.

No olvidemos nunca que el Señor cumple todo lo que dice. En Él se ha cumplido todo lo profetizado y su Palabra siempre ha sido cumplida y lo será siempre por toda la eternidad. Así que vendrá a buscarnos como la ha prometido y a llevarnos a esa mansión que ahora nos prepara hasta el día que decida regresar a por nosotros.

jueves, 16 de mayo de 2019

TODOS SOMOS IGUALES

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Jn 13,16-20
Nuestra dignidad nos viene de nuestro Padre Dios. Somos sus hijos, y, por el hecho de serlos, tenemos la dignidad de persona humana. Por ella, tenemos derechos y libertad, pero también deberes. No somos ni mejores ni estamos por encima de otros. Todos somos iguales y nuestra mayor grandeza es el servicio. Es el ejemplo y el mandato que Jesús nos da aquella noche de la Santa Cena.

No sólo nos lo dice, sino que humildemente lava los pies a todos sus apóstoles. No sólo se trata de proclamarlo y anunciarlo, sino también de vivirlo y hacerlo. Hemos recibido unos talentos para ponerlos al servicio de los demás, y, para eso, es necesario luchar contra nuestra pereza, contra nuestras comodidades y nuestros egoísmos. La batalla es dura y se realiza cada día. Necesitamos superarnos y no dejarnos vencer por las fuerzas del mal que nos tienta y tratan de vencernos.

Nuestra naturaleza está herida y necesitamos el auxilio del Espíritu Santo para fortalecerla y superar todas las fuerzas del mal que nos tientan y nos empujan a la holgazanería y a la desidia. El que me acoge al que Yo envíe me acoge a Mí, y quien me a coge a Mí acoge al que me ha enviado. Por lo tanto, cuando acogemos la Palabra del Señor y tratamos de vivirla, estamos acogiendo al Señor, el Hijo de Dios, enviado a revelarnos al Padre. Y al acoger al enviado, acogemos a quien lo envía, nuestro Padre Dios.

El servicio es la clave de nuestra acogida a la Palabra de Dios. Porque, no es una Palabra para que se quede en la reflexión y en el corazón de quienes lo abrimos a ella, sino que es una Palabra que, pasando por el corazón debe y tiene que trascender y aterrizar en la vida concreta de cada día sirviendo a los demás en todo aquello que podamos.

 Ese es el mensaje y el fin último. Todas nuestras oraciones, sacrificios y trabajos deben ir encaminados a servir. Porque, nuestro Señor Jesús no ha venido a ser servido, sino a servir.

miércoles, 15 de mayo de 2019

LA PALABRA JUZGA LOS ACTOS DE MI VIDA

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Jn 12,44-50
El hombre busca respuestas a la vida y va abriéndose camino. En estos momentos el cambio que se opera y se constata en el mundo preocupa al hombre. Hablamos del camibo climático. Pero, al parecer sólo preocupa a unos cuantos. Las grandes empresas y los gobernantes, a pesar de ser consciente de lo que está sucediendo, no cambian el rumbo de la economía ni de la producción. Y ese gran consumo está deteriorando el mundo.

¿Qué es lo que ocurre? La cuestión se esconde en que algunos, precisamente los que dirigen el mundo, están sólo preocupados en sus propios intereses. La riqueza, el poder y sus propias ambiciones les impiden actuar en el bien de todos. Y mientras unos disfrutan y se benefician, el mundo va camino de resquebrajarse y destruirse. Con ellos perderemos todos los que en él vivimos. Tanto los responsables como los que no lo son.

En ese contexto, ya desde los tiempos antiguos, porque todo ha sido un proceso, viene Jesús al mundo y trae la Luz. No una luz como la de los hombres, sino una Luz que alumbra a todos por igual y busca, no el bien de unos cuantos, sino el bien de todos. Mientras los hombres tratan de responder a las necesidades, no de todos, sino la de unos cuantos privilegiados, Jesús trae la Luz que alumbra para el bien de todos. Tanto  de los débiles como de los fuertes; tanto de los ricos como de los pobres.

Jesús piensa en el sufrimientos de todos y responde a las necesidades e interrogantes de todos. Su Vida ilumina al mundo, porque trae paz frente a la violencia; trae justicia frente a las injusticia; trae amor frente al odio; fraternidad frente a la necesidad; trae servicio frente a la opresión, sometimiento y dominio. Por lo tanto, Jesús responde a todo lo que los hombres y las mujeres buscan. Jesús es la respuesta a todas las iniciativas y propuestas de los hombres que, heridos y tocados por el pecado en su naturaleza humana, terminan por engañarse y enfrentarse unos con otros.

Por eso, rechazar su Palabra es oponerse al bien de todos, al bien del mundo. Es sufrir las consecuencias que estamos observado y experimentando ahora en este mundo que vivimos. Podríamos proclamar, sin temor a equivocarnos, que no seguir la Palabra que Jesús, enviado por el Padre, nos propone, es ir a favor de destruir este mundo en el que vivimos. Excluir a Jesús de nuestra vida es dejar paso y abrir la puerta a l violencia, a la injusticia, a la mentira, a los enfrentamientos, a las guerras, al odio, a la muerte, al sufrimiento al hambre y a la destrucción. Y una pregunta, ¿no está pasando realmente eso?

martes, 14 de mayo de 2019

EL HIJO NOS AMA COMO EL PADRE

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Jn 15,9-17
Jesús nos transmite un Amor que es igual al que nos da el Padre. Y esa es la clave que nosotros tenemos que tratar de sostener y descubrir. Se trata de amar como nos ha amado Jesús, que es, principalmente, tal y como nos ama el Padre. Para ello tenemos unos mandamientos que nos marcan el camino y si los guardamos estaremos permaneciendo en el Señor.

Jesús engloba y reduce todo al amor. El mandamiento nuevo que nos propone, "amense los unos a los otros tal y como Él nos ha amado" es el resumen y el camino de toda nuestra misión. Todos nuestros esfuerzos y trabajos deben ir encaminados a soportarnos con verdadero amor. Y eso significa que debemos buscar el bien los unos a los otros. No se trata de favoritismo ni de privilegios. Ni tampoco de tolerancias y afectos, sino de tratar de ayudarnos a servirnos y a mejorar como personas en la verdad y la justicia adornados con la misericordia.

Se trata de intentar cada día ser lo más parecido a Jesús. Y eso es duro, nos cuesta y necesitamos mucha paciencia y perseverancia. Y, sobre todo, estar unido a Él tratando de esforzarnos haciendo lo que nos manda, porque el amigo es el que obedece y se abre a todo lo que de Él recibe. Y Jesús nos dice: Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

lunes, 13 de mayo de 2019

EL BUEN PASTOR

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Jn 10,1-10
Quizás nos hemos acostumbrado a esta imagen del Buen Pastor y, al oírla, nos pasa desapercibida o no le damos suficiente importancia. Porque, si nos paramos a pensar, descubrimos que sólo hay un Buen Pastor, y eso tiene gran importancia y significa mucho. Hasta el punto de ser lo más importante de nuestra vida.

En el mundo que vivimos hay muchos pastores, pero pastores que no están dispuesto a dar la vida por sus ovejas. Pastores que son capaces de mentir y buscar primero sus intereses sin importarles mucho sus ovejas.  Pastores que engañan y roban. Pastores que traen la muerte.Y eso hace muy importante y más significativo prestar atención al Pastor del que habla hoy el Evangelio.

 El Señor es mis Pastor y con y en Él nada me falta. El Señor ha venido para dar Vida, y Vida abundante hasta el punto de dar su propia Vida por sus ovejas. No ha venido para robar, ni para engañarnos ni para buscar su gloria y éxito. Ha venido para darnos la Vida hasta el punto de pagar con la suya propia. No puede haber un Pastor mejor. Es el único Pastor que nos salva y nos cuida y nos orienta hacia la puerta verdadera, hacia el aprisco donde encontraremos y gozaremos de la Gloria y la Vida Eterna.

No se puede amar más ni prometer más que darse hasta el punto de ofrecer tu propia Vida. Ni tampoco hay otro pastor que pueda ofrecer y darse como lo hace el Señor. «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».

domingo, 12 de mayo de 2019

NECESITADOS DE UN BUEN PASTOR

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Sin pastor las ovejas se dispersan y quedan a merced de lobos y bandidos. Es una imagen real que sucede también en la vida. En un momento Jesús nos dice que nos envía como ovejas entre lobos. Caminar entre lobos - mundo - demonio - carne - se nos antoja una tarea muy difícil. Eso nos descubre la necesidad de un buen pastor. Un pastor que nos proteja, que nos defienda y nos oriente el camino por donde debemos ir.

Esa imagen la advirtió el cristiano muy pronto. Jesús, el Señor, el Buen Pastor que nos guía, nos defiende y protege y nos conduce hacia tierras fértiles y de paz. Y en Él descansa la confianza y la seguridad del creyente. No vamos solos y sabemos que el Buen Pastor está con nosotros, nos conoces y acude siempre a nuestra llamada. Nos sabemos sus ovejas y cuidadas por Él.

Y no porque lo suponemos o nos lo imaginamos, sino porque el mismo nos lo dice: En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

No sólo nos cuida y nos tiene a buen recaudo, sino que estando y siguiéndole nos da la Vida Eterna. Estamos seguros con Él porque, según sus Palabras, nadie nos podrá arrebatar de su Mano. Y nosotros creemos en Él, porque nos lo demuestra cada día y ha entregado su Vida para darnos a nosotros Vida Eterna.

sábado, 11 de mayo de 2019

¿TE FÍAS DE JESÚS?

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Vivimos momentos confusos, oscuros y donde ver la luz se hace cada día más difícil. La lucha es intensa cada día y difícil de contrarrestar desde el punto de vista cristiano. Los valores cristianos se derrumban y muchos tratan de derrumbarlos. Sabemos que no es nada nuevo, pues ya pasaba en tiempo de Jesús. El mismo lo dice: «Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?». Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: «¿Esto os escandaliza? ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?. El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. Pero hay entre vosotros algunos que no creen»

No ha cambiado nada. La sociedad actual, los pueblos de hoy siguen en la misma actitud. Se alejan de Dios, y no sólo eso, sino que tratan de alejar también a los demás de Dios. Quieren desterrar de Europa, y entre ellas, España, de sus raíces cristianas. Se ha perdido la fe porque el diablo está trabajando para eso y distrayéndonos con las seducciones del mundo y la carne. 

La fe no es sino el resultado de fiarse de la Palabra de Dios, de la misma forma que te fías de otros en este mundo, con la única diferencia que Dios no te engaña y el mundo probablemente sí, pues se busca él y no busca tu bien. Porque, fiarse siempre te trae dudas, incertidumbre y muchos interrogantes que tú sólo no puedes discernir o descubrir, y menos entender. Por la misma experiencia pasaron los apóstoles., sin embargo, ellos acertaron en perseverar y fiarse obedientemente de la Palabra del Señor.

Nosotros ahora tenemos el testimonio de los apóstoles y un testimonio de experimentar a Cristo Resucitado. Hay razones solidas para creer. Y también tenemos el testimonio de la Iglesia y su labor de continuar la evangelización y proclamación de la Palabra de Dios. Porque, sí, el Espíritu está por encima de la carne y sin Él la carne no tiene ningún valor. Es el Espíritu quien nos sostiene y nos da la vida, pero Vida Eterna. Y es la Palabra la que nos acerca al Señor y nos sostiene cerca de Él y atentos a su Palabra. Palabra que, como dice Pedro, es la única Palabra de Vida Eterna.

viernes, 10 de mayo de 2019

ALIEMENTO QUE DA VIDA ETERNA

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Jn 6,52-59
Jesús es el alimento que nos da Vida Eterna y para ello hay que conocerlo. Es el mismo quien nos dice muy claramente: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él».

Comer tiene un significado simbólico y se trata de ir asimilando ese alimento espiritual que nos vaya haciendo como el Señor. Es decir, parecernos a Él; ir asimilando su mismo estilo de vida y sus mismos sentimientos para con los demás. Por eso, se hace necesario la comunión, en y con Él a través de la Eucaristía, como alimento espiritual. 

Por y para eso se ha quedado real y presente bajo las especies de pan y vino en el Sagrario. Y nos ofrece su carne y su sangre en cada Eucaristía como alimento espiritual que nos sostiene, fortifica, transforma y nos convierte para que vivamos según su Palabra. Necesitamos comulgar para mantenernos en unión con Él, pensar como Él, hablar como Él, hacer y actuar como Él realizando las mismas obras y aun mayores - Jn 14, 12 - y, sobre todo, para amar como Él.

En la Eucaristía Jesús se nos manifiesta real y presente y nos unimos a Él espiritualmente para actuar, pensar, sentir y vivir como Él y junto a Él. Porque sin Él no podremos hacer nada. Es en esos momentos cuando advertimos lo pequeños que somos y lo lejos que estamos de su estilo de vida, de sus sentimientos y de, al menos, aproximarnos a parecernos a Él. 

Descubrimos nuestras pobrezas, nuestras miserias y nuestros pecados. Experimentamos la infinita distancia que estamos de Él y, sobre todo, la necesidad que tenemos de estar a su lado, comer su carne y beber su sangre para, de ese modo, ir asimilando su estilo y sus mismos sentimientos.

jueves, 9 de mayo de 2019

EL ALIMENTO QUE DA VIDA

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Jesús ha Resucitado y se ha quedado en la Eucaristía para que le tengamos siempre con Él. Se ha quedado como alimento espiritual que nos da la vida y nos sostiene ante las dificultades y tentaciones de cada día. Se ha quedado porque sabe que le necesitamos y porque de quedarnos solos caeríamos en la garras del demonio. En Él encontramos vida y Vida Eterna.

Su presencia eucarística queda confirmada porque el mismo nos lo dice: «Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo»

En cada Eucaristía nos encontramos con Jesús, y podemos alimentarnos del alimento espiritual de su Cuerpo, que nos fortalece, nos sostiene y nos capacita para resistir todas las tentaciones que nos puedan venir del mundo, demonio y carne. Cada Eucaristía nos enseña y nos ilumina con su Palabra y también con su presencia real en nosotros inundándonos de su Gracia y nos mueve el corazón al amor.

Necesitamos su alimento para crecer en fervor, en fraternidad, en generosidad, en compartir y darnos en servicio, en las medidas de nuestras posibilidades a todos aquellos que lo necesitan y están en esa actitud de dejarse ayudar. Por nuestra naturaleza estamos vencidos y sometidos por el pecado, pero, por la Gracia Eucarística de nuestro Señor, presente en la Eucaristía, podemos vencer y liberarnos de la esclavitud del pecado.

Por eso, Señor, queremos alimentarnos de tu Cuerpo y de tu Sangre, que has querido dejarnos como alimento espiritual que nos conforta y nos da la Vida Eterna.

miércoles, 8 de mayo de 2019

LA CLAVE ES CREER

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Jesús ha venido para hacer la Voluntad del Padre, y la Voluntad del Padre es que creamos en su Hijo, que Él ha enviado para darnos y señalarnos el camino de salvación. Pero, a pesar de las veces que Jesús nos ha dejado claro que Él es el enviado y quien crea en Él alcanzará la Vida Eterna, los hombres y mujeres de este mundo se empeñan en no creerle ni en seguirle. ¿Qué es lo que nos ocurre?

La Voluntad del Padre es que resucitemos en su Hijo el último día. Es decir, al final de los tiempos. ¿Y qué tenemos que hacer para alcanzar la resurrección? Simplemente, ir hacia Él. Es decir, seguirle y esforzarnos en hacer su Voluntad, que no se trata de algo inhumano o heroico, sino simplemente de buscar el bien, la justicia, la paz, la misericorida y, en una palabra, el amor. Y eso, cada cual, donde esté y donde se encuentre.

Jesús, el Señor, es el Camino, la Verdad y la Vida, y nuestro camino debe centrarse en ese empeño de seguir los pasos de Jesús. Eso significa que debemos ponerlo en el centro de nuestro corazón y de caminar unido a Él. ¿Cómo? A través de la oración, los sacramentos, de forma especial, la Penitencia y la Eucaristía. A través de la comunidad, de la reflexión diaria de su Palabra, de la reflexión diaria de nuestra vida de cada día contrastándola con nuestro vivir y obrar diario desde la mirada fija en Jesús.

La clave es creer y no atemorizarnos por las dificultades, problemas, peligros y amenazas que en nuestro camino diario se nos vayan presentando. La clave es confiar y tener fe en el Señor. Ha venido para salvarnos y para darnos Vida Eterna, y sólo nos pide creer en Él. Todo lo demás irá viniendo por añadidura y por la Gracia y Misericordia de Dios.

Tratemos de confiar y de meditar con seriedad y profundidad las Palabras de nuestro Señor Jesús. Él actúa enviado por el Padre y para cumplir la Voluntad del Padre, que no es otra sino la de darnos la Vida Eterna.

martes, 7 de mayo de 2019

CREER EN SU PALABRA


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Jn 6,30-35

Hay momentos que todo nos parece bien y la alegría y la paz inundan nuestra alma. Hay momentos en que todo nos sabe a gloria y creer en Jesús nos parece lo más natural y lo más fácil. Incluso, llegamos a pensar cómo se puede vivir sin creer en Jesús. Pero, todo cambia, y aparecen momentos en que la vida no resulta ni parece de color de rosa. Todo se vuelve ahora difícil, agrio, doloroso, y nuestra fe empieza a resquebrajarse y a llenarse de dudas y de sentimientos de abandono. ¿Qué nos sucede?

Son esos momentos cuando necesitamos sostenernos en la fe y la esperanza. Son esos momentos cuando se hace más necesario que nunca creer en la Palabra del Señor. Son esos momentos cuando nuestra confianza debe superar la prueba de la confusión y el desespero. Son esos momentos cuando debo creer que Tú, Señor, eres el Pan de Vida Eterna que llena mi vida y le das verdadero sentido y plenitud.

Aquel alimento, el maná que caía del cielo, con lo que se alimentó el pueblo en su camino por el desierto después de salir de Egipto, no era la plenitud del verdadero alimento que, ahora, es consumado y pleno en Jesús. Él es el Pan caído del Cielo que nos da la Vida Eterna y nos fortalece ahora en nuestro camino terrenal. Mientras que Moisés solicito para el pueblo de Israel un alimento material para superar aquella travesía por el desierto, el alimento de ahora, encarnado en Jesucristo, es el verdadero Alimento que nos da la plenitud de la Vida Eterna.

Estas son sus Palabras que nos llenan de gozo y de satisfacción y que nos invitan a buscarle y a alimentarnos, tanto de su Palabra como de su Sangre y Cuerpo espiritualmente: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed».

lunes, 6 de mayo de 2019

INTERESA LO QUE PERDURA Y NO MUERE

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Jn 6,22-29
Una de las cosas más estimadas por la persona humana es buscar aquello que es bueno y perdurable. Cuando compramos algo buscamos que sea bueno, bonito y barato. Y yo añadiría ahora que dure bastante. Es una de las características que nos gusta y más buscadas. Interesa lo que perdura y no muere. Claro, aquí en este mundo sabemos que todo perece y tiene su tiempo.

Por eso, conviene buscar lo que no perece. Es lo que nos aconseja hoy Jesús, que se da cuenta que lo buscan simplemente porque se han saciado de alimento cuando han estado con Él: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello».

Eso es lo verdaderamente importante. ¿Y qué significa eso que nos dice Jesús? Pues, que el alimento de aquí abajo es un alimento temporal, que nos sacia para unos momentos, pero que más tarde tendremos de nuevo que alimentarnos. Un alimento que perece y que no nos da la Vida Eterna. Es ese el alimento que tenemos que buscar y que solamente lo encontraremos en Jesús.

Por todo ello, busquemos a Jesús motivados, no por lo que de material podamos conseguir, sino buscando la Gracia que Él nos da y que nos lleva hasta la Vida Eterna. Es esa agua que prometía a la samaritana cuando le hablaba de esa agua que salta hasta la Vida Eterna - Jn 4, 5-42 -. 

Porque, todo lo de aquí abajo no sirve sino de forma temporal. Y, es verdad, lo necesitamos, pero de forma transitoria y sistemática, porque lo que nos salva es la presencia y nuestra cercanía con Jesús. Es Él el Camino, la Verdad y la Vida, y sin Él no encontraremos la forma de llegar a la Casa del Padre.

domingo, 5 de mayo de 2019

APARTADOS DEL SEÑOR NOS ENGULLE EL MUNDO

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Jn 21,1-19
A pesar de las apariciones del Señor, los apóstoles no reaccionan. Están desolados y desorientados. Quieren volver a su actividad anterior. Deciden ir a pescar, y como a una sola voz todos se lanzan a la actividad de la pesca. ¿Nos ocurre a nosotros lo mismo? Cuando nos apartamos del Señor solemos volver a la rutina de nuestra vida. Nuestro trabajo, nuestras aficiones y entretenimientos y nuestra vuelta a la vida en el mundo que estamos inmersos.

Quizás se te haya pasado un poco la euforia pascual, o te hayas relajado un poco en las aguas de este mundo que, sin darnos cuenta, nos mecen dulcemente o nos violentan fuertemente hasta alejarnos de la presencia del Señor. Posiblemente hayamos salido a pescar, a cultivar, a alguna actividad que nos ayude a pasar el tiempo y eso nos haga perder la mirada en el Señor. Pero, Él no se va de nuestro lado y te espera en la playa, en el campo o en donde tú estés. Quizás, el problema sea que tú y yo no lo veamos.

Tratemos de darnos cuenta, tal y como hizo Juan. Y respondamos como Pedro, que, oyéndolo, se lanza al mar en busca del Señor. Busquemos al Señor y respondamos a su llamada poniéndonos en sus Manos y dejando que nos transforme nuestro corazón, empobrecido por el mundo, en un corazón manso, generoso y dado a proclamar el anuncio de la Buena Noticia de la Resurrección del Señor.

El Señor nos enseñará a pescar, a pescar hombres para su Reino. Porque, sumergidos en el mundo, los hombres se pierden, se ahogan y se condenan. Les falta el oxigeno de la vida espiritual que los purifica y los limpia de todo pecado y les da vida eterna. Él nos da el alimento necesario para que encontremos la fuerza necesaria para ser pescadores de hombres. Porque, a partir de nuestro bautismo todos estamos llamados a dar testimonio de esa nueva vida que nos hace hijos de Dios y coherederos con su Hijo, nuestro Señor, de su Gloria.

sábado, 4 de mayo de 2019

SERÍA UN DISPARATE TRATAR DE NAVEGAR SOLO

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Jn 6,16-21
Hay momentos que intentamos ir solos por el inmenso mar del mundo, y lo hacemos porque estamos convencidos de nuestras propias fuerzas y de que solos nos bastamos para luchar contra las tempestades del inmenso mar. Pero, la experiencia nos descubre que sería un gran disparate tratar de navegar por el mundo solos. La vida es una navegación, en términos marinos, por el mar que conduce a la plena felicidad, porque eso es lo que toda persona humana persigue.

Todos buscamos un lugar especial donde podamos vivir felizmente y eternamente. Al menos es lo que en lo más profundo de nuestro ser queremos y anhelamos. Sin embargo, sucede que no terminamos de creérnoslo y que nos parece una utopía. Eso nos hace desviarnos del rumbo trazado hacia esa meta de la eternidad. Somos poco ambicioso y nos resignamos a acabar aquí nuestra ruta de navegación.

 ¿No es eso una pobreza? ¿No es eso una vida sin esperanza y resignada a la muerte? ¿Acaso no se nos ha proclamado la vida eterna? ¿No es el gran testimonio y la gran esperanza la Resurrección del Señor? Posiblemente, nuestra naturaleza humana nos imposibilita ver con claridad, y, por supuesto, creer. Supongo que a todos nos gustaría creer y vivir en esa esperanza, pero, lamentablemente, estamos sometidos a las apetencias de nuestra propia naturaleza humana que nos impide ver con los ojos de la fe.

Cada día se desata una lucha a muerte. Un combate en donde tenemos que demostrar nuestra elección y dejar muy firme y clara nuestra opción de optar por la vida, Vida Eterna. Y eso significa, no hay otro camino, seguir a Jesús. Para eso se nos ha dado la voluntad, para dirigir nuestra capacidad libre de elegir nuestro camino y, libremente, ponernos en Manos del Señor.

Y en eso consiste en dejar subir al Señor a la barca de nuestra vida. Invitarle, porque Él está presto y disponible a subirse, para que tome el timón de nuestra vida y nos oriente rumbo hacia el puerto deseado donde nos espera nuestro Padre Dios. Porque, a pesar de que muchos no nos enteramos, eso es lo que todos deseamos. El Señor está dispuesto, pero necesita nuestro permiso, pues ha dejado en nuestras manos esa elección. Podremos elegir seguirle o no. Dependerá de cada uno de nosotros, de modo que tú y yo decidimos. El Señor ya ha hecho su apuesta por nosotros.

viernes, 3 de mayo de 2019

JESÚS, ROSTRO DEL PADRE

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En la medida que conocemos a Jesús vamos conociendo al Padre. Porque, Jesús es el rostro de Dios Padre y con su Vida nos va enseñando y mostrando como nos quiere el Padre y lo que nos tiene preparado para aquellos que creen en el Hijo, que Él ha enviado para decirnos lo que nos ama.

Todos llevamos grabados en nuestros corazones el amor de Dios. La huella de su amor está impresa en nuestro corazón y también su Alianza con cada uno de nosotros - Jer 31, 31-33 - y, quieras o no, vayas despistados o no, o no quieras darte cuenta, llegará la hora de tu encuentro inevitable con el Señor. Por tanto, conviene conocerle y estar a bien con Él.

Para eso te ha creado libre, para que seas tú mismo quien decida estar a su lado o contra Él. Hoy les descubre a los apóstoles su verdadero Rostro: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto» 

Y a las Palabras de Felipe responde: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

Nuestra vida es un gran privilegio y debemos aprovecharla. Nuestro tiempo es un regalo inmenso de Dios que debemos aprovechar, porque se puede acabar en un instante. Y no sabemos. Por tanto, abramos nuestro corazón a su Palabra y creamos en Él. Fíate de su Palabra, es el mejor Camino para tu vida.

jueves, 2 de mayo de 2019

LA OPORTUNIDAD DE CREER

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Jn 3,31-36
Tu tiempo es ahora y debes de cuidarlo y aprovecharlo. Tu vida tiene un tiempo y ese es tu tiempo de salvación. No conviene gastarlo inútilmente y de manera indiferente, distraida, superficial y en cosas vanas y vacías. Ese tiempo representa tu gran oportunidad de ponerte en Manos de Dios a través de su Hijo, el enviado, el Mesías que nos da todo lo que su Padre le ha dado. Creer en su Palabra es tomar el verdadero camino de salvación para alcanzar la Vida Eterna en plenitud, que es precisamente lo que todos buscamos.

Y, aunque todo lo que tienes lo has recibido gratuitamente y sin condiciones, dependerá de ti y sólo de ti el que tu elijas lo mejor, que es precisamente tu salvación. Y esa salvación no está en las cosas de aquí abajo, como hoy te descubre, te enseña y te lo dice el Evangelio, sino en mirar y levantar la mirada hacia arriba, porque es de arriba de donde nos viene la salvación: El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida.

Aquí abajo no hay nada que nos pueda dar lo que buscamos, y menos nuestra verdadera y anhelada salvación. Porque, tú y yo queremos salvarnos, pero no salvarnos unos años sino siempre. Es decir, la eternidad. Y esa nos viene dada de arriba, del que viene de arriba. Del que ha venido y nos ha revelado el amor del Padre. Por lo tanto, buscar lo de arriba es creer en la Palabra de Dios revelada por nuestro Señor Jesucristo, el Hijo predilecto en el que el Padre pone toda su complacencia.

Aprovechemos nuestro tiempo, regalo inmerecido de Dios, para, entregando libremente nuestra vida al servicio de la Palabra de Dios, podamos aspirar a todo lo que viene de arriba y alcanzar la Vida Eterna que nuestro Padre Dios nos regala gratuitamente y sin condiciones.

miércoles, 1 de mayo de 2019

LA LUZ NOS DEJA VER CON CLARIDAD

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El Evangelio de hoy nos abre la mente. Claro, a quienes quieren abrirla y mirar de frente la Verdad. El Amor de Dios es Infinito y no está a nuestro alcance entenderlo. Es un hermoso y maravilloso misterio, porque todo lo que se desprende de él es bueno, agradable, apetecido, gozoso y no acabaríamos de ponerles epítetos tan hermosos y extraordinarios que nos suenan a música celestial. 

Dios nos ama tanto que nos ha creado para hacernos la vida agradable, gozosa y eterna. La realidad es que no sabemos ni cómo expresarlo. Es algo que ni siquiera podemos llegar a imaginarnos. Y ese amor es tan grande que, condenados ya por el pecado, encarnándose se ha hecho Hombre y ha bajado a este mundo para, igualándose como nosotros, acompañarnos a encontrar el único y verdadero camino de regreso a la Casa del Padre.

Pero, y aquí está la clave de la cuestión, no ha querido imponernos esa salvación, que habíamos perdido por el pecado, sino que nos ha, poniéndose Él primero en la fila y entregando su vida de forma voluntaria por nosotros, dejado la libertad de elegir por nosotros mismos. Una elección que exige confianza y fiarse, a pesar de no entender muchas cosas. La misma paradoja que vivimos con nuestros padres que, sin entenderles, nos fiamos de sus consejos y mandatos.

Ocurre lo mismo con el Señor. La distancia entre nosotros y Él es Infinita, y nuestra capacidad, limitada y pobre, no llega nunca a entenderle. Necesitamos fiarnos y creer en Él. Y eso es lo que nos propone. Te fías o no. En ese sentido eres libres para elegir y para jugarte tu salvación eterna. Porque, de no creer en Él quedas ya juzgado. Tendrá un crédito según los años que te queden de vida. pero te urge darte prisa, porque no sabrás nunca cuando acaba ese crédito. Puede ser en este mismo momento o...

Busca la luz, porque quien está en la verdad no se esconde y deja que sus obras sean vistas por los demás. Eso es indicio que tus obras están cargadas de buenas intenciones, y, aunque manchadas por el pecado, buscan la luz que las purifiquen y las limpien. Y, seguramente, la encontraran, porque es Dios quien te busca primero y sale a tu encuentro.