Jn 6,22-29 |
Una de las cosas más estimadas por la persona humana es buscar aquello que es bueno y perdurable. Cuando compramos algo buscamos que sea bueno, bonito y barato. Y yo añadiría ahora que dure bastante. Es una de las características que nos gusta y más buscadas. Interesa lo que perdura y no muere. Claro, aquí en este mundo sabemos que todo perece y tiene su tiempo.
Por eso, conviene buscar lo que no perece. Es lo que nos aconseja hoy Jesús, que se da cuenta que lo buscan simplemente porque se han saciado de alimento cuando han estado con Él: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello».
Eso es lo verdaderamente importante. ¿Y qué significa eso que nos dice Jesús? Pues, que el alimento de aquí abajo es un alimento temporal, que nos sacia para unos momentos, pero que más tarde tendremos de nuevo que alimentarnos. Un alimento que perece y que no nos da la Vida Eterna. Es ese el alimento que tenemos que buscar y que solamente lo encontraremos en Jesús.
Por todo ello, busquemos a Jesús motivados, no por lo que de material podamos conseguir, sino buscando la Gracia que Él nos da y que nos lleva hasta la Vida Eterna. Es esa agua que prometía a la samaritana cuando le hablaba de esa agua que salta hasta la Vida Eterna - Jn 4, 5-42 -.
Porque, todo lo de aquí abajo no sirve sino de forma temporal. Y, es verdad, lo necesitamos, pero de forma transitoria y sistemática, porque lo que nos salva es la presencia y nuestra cercanía con Jesús. Es Él el Camino, la Verdad y la Vida, y sin Él no encontraremos la forma de llegar a la Casa del Padre.
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