miércoles, 1 de mayo de 2019

LA LUZ NOS DEJA VER CON CLARIDAD

Resultado de imagen de Jn 3,16-21
El Evangelio de hoy nos abre la mente. Claro, a quienes quieren abrirla y mirar de frente la Verdad. El Amor de Dios es Infinito y no está a nuestro alcance entenderlo. Es un hermoso y maravilloso misterio, porque todo lo que se desprende de él es bueno, agradable, apetecido, gozoso y no acabaríamos de ponerles epítetos tan hermosos y extraordinarios que nos suenan a música celestial. 

Dios nos ama tanto que nos ha creado para hacernos la vida agradable, gozosa y eterna. La realidad es que no sabemos ni cómo expresarlo. Es algo que ni siquiera podemos llegar a imaginarnos. Y ese amor es tan grande que, condenados ya por el pecado, encarnándose se ha hecho Hombre y ha bajado a este mundo para, igualándose como nosotros, acompañarnos a encontrar el único y verdadero camino de regreso a la Casa del Padre.

Pero, y aquí está la clave de la cuestión, no ha querido imponernos esa salvación, que habíamos perdido por el pecado, sino que nos ha, poniéndose Él primero en la fila y entregando su vida de forma voluntaria por nosotros, dejado la libertad de elegir por nosotros mismos. Una elección que exige confianza y fiarse, a pesar de no entender muchas cosas. La misma paradoja que vivimos con nuestros padres que, sin entenderles, nos fiamos de sus consejos y mandatos.

Ocurre lo mismo con el Señor. La distancia entre nosotros y Él es Infinita, y nuestra capacidad, limitada y pobre, no llega nunca a entenderle. Necesitamos fiarnos y creer en Él. Y eso es lo que nos propone. Te fías o no. En ese sentido eres libres para elegir y para jugarte tu salvación eterna. Porque, de no creer en Él quedas ya juzgado. Tendrá un crédito según los años que te queden de vida. pero te urge darte prisa, porque no sabrás nunca cuando acaba ese crédito. Puede ser en este mismo momento o...

Busca la luz, porque quien está en la verdad no se esconde y deja que sus obras sean vistas por los demás. Eso es indicio que tus obras están cargadas de buenas intenciones, y, aunque manchadas por el pecado, buscan la luz que las purifiquen y las limpien. Y, seguramente, la encontraran, porque es Dios quien te busca primero y sale a tu encuentro.

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