viernes, 31 de agosto de 2018

EL PREMIO DE LA COSECHA


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Mt 25,1-13
Muchas veces hemos oído que al final se tiene lo que se cosecha. La vida es el resultado de nuestro trabajo y nuestras inquietudes. Quien se preocupa por mejorar, por buscar la felicidad, por ser cada día mejor, más feliz y encontrar la paz y el gozo, terminará por encontrarlo. Porque tus resultados no son producto de la casualidad o de un golpe de suerte, sino de toda una vida de búsqueda, de trabajo, de preocuparte por crecer y mejorar. Tu responsabilidad y compromiso darán el fruto apetecido.

Y eso es lo que nos transmite la parábola que hoy nos cuenta el Evangelio de boca de nuestro Señor Jesús. Aquellas diez vírgenes encarna la preocupación por estar preparadas para la hora del banquete. ¿Estás tú, nosotros, preparados? Al parecer habían cinco preocupadas por actuar de forma prudente en sus vidas; actuar con responsabilidad y en consecuencia. Así, invitadas al banquete prepararon sus lámparas y llenaron sus alcuzas de aceite para que la espera no les cogiera desprovistas y sin su lámpara encendida.

Pero, habían otras cinco vírgenes irresponsables, despreocupadas, indiferentes. Quizás, distraídas por otras cosas que el mundo te presenta y trata de seducirte, para que pongas tu corazón en otros fines y logros. Y, claro, no llevaron sus lámparas bien provistas de aceite, y el novio tardó así que, a parte de sentirse cansadas, igual que las otras cinco prudentes, se durmieron y no se preocuparon más. Su necedad les perdió, porque cuando vino el Novio y se despertaron, las prudentes tenían todo en regla y sus lámparas bien provistas y las necias no.

¿Qué ocurrió? Lo esperado, las necias al irse a proveerse de aceite perdieron su oportunidad, pues el Novio llegó y abrió la puerta a quienes estaban allí preparados y sus lámparas encendidas. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’. Pero él respondió: ‘En verdad os digo que no os conozco’. Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora».

jueves, 30 de agosto de 2018

DISTRAÍDO POR EL MUNDO, DEMONIO Y CARNE

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Es posible que no lo adviertas ni te des cuenta. Es posible que no lo notes, pero el Señor está y pasa por tu lado a cada instante. Está dentro de ti y, como diría San Agustín, tú lo buscas afuera mientras Él permanece en tu interior. Y un día, sin saberlo, te encontrarás con Él cara a cara. Ese día será un día grande, el más grande de tu vida, pero también puede ser el peor día de tu vida. Dependerá de tu vigilancia y de estar atento a ese encuentro.

Y, para que no ocurra lo que tú ni nadie quiere, hay que estar vigilantes, porque no sabemos la hora ni el día, pero sí sabemos que llegará ese instante. No hay nada más cierto que la muerte, pero, también más incierto que la hora de su llegada. Podemos vislumbrarla, pero nunca saber qué día será. Nos hacemos viejos, pero tampoco nos damos cuenta cómo nos vamos haciendo. Todo crece en silencio sin darnos cuenta hasta que un día lo advertimos.

Y cuando nos damos cuenta ya es tarde. Lo que se ha hecho, hecho está y no hay más posibilidades de volver atrás. Tu tiempo y el mío ha acabado. De ahí la gran importancia de permanecer en constante vigilia y atentos a nuestra forma de vivir para que nos sorprenda el Señor haciendo su Voluntad y no la nuestra según rezamos diariamente en el Padrenuestro.

Y para eso lo mejor es permanecer unido al Señor en la oración, la Eucaristía y la Penitencia, que nos fortalece y nos da la Gracia de reflexionar y corregirnos cada día. No podemos alejarnos porque el demonio está al acecho y juega con muchas cartas a su favor, el mundo y la carne. Son, junto con él los mayores peligros que nos amenazan. Por lo tanto, estemos atentos y vigilantes porque no sabemos a qué hora llega el Señor.

miércoles, 29 de agosto de 2018

SU VIDA ALREDEDOR DE LA DE CRISTO

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Mc 6,17-29
Juan nació para allanar los caminos del Señor. Toda su vida, desde el vientre de su madre, fue un estar pendiente del Señor. Ya, en el saludo de su madre Isabel a su prima María, tuvo el primer encuentro con Jesús desde los vientres de sus respectivas madres. Todo en la vida de Juan va a estar alrededor de la Vida de Jesús, a quien va a allanar y preparar los caminos.

Es el inicio del anuncio de la buena Noticia. Todo cristiano y creyente la conoce muy bien gracias a Juan, llamado el Bautista, que la anuncia y la prepara para que la proclame Jesús, el Mesías esperado y el Hijo de Dios Vivo. Pero, también nos descubre la vida de Juan el Bautista la dureza y dificultades con las que nos vamos a encontrar. Y la necesidad que tenemos de penitencia, de oración, de silencio y unión con el Espíritu Santo para enfrentarnos a todos esos obstáculos que el mundo, el demonio y carne tratan de impedir.

Sabemos por la historia y el testimonio de sus discípulos lo que ocurrió con Juan, y hoy el Evangelio nos lo narra claramente. Su perseverancia en defender y proclamar la buena Noticia de salvación puso en peligro su vida, y eso no le amedentró ni le detuvo. Denunció todo lo que creyó contrario a la ley de Dios y proclamó la inminente venida del Salvador. Y, por defender la verdad y proclamar la buena Noticia de salvación, entregó su vida. Igual que, años más tarde, hiciera Jesús, con la diferencia que la de Jesús nos rescata y redime de todos nuestros pecados dándonos la posiblidad de encontrar la Misericordia de Dios y salvación eterna.

Este testimonio de la vida de Juan puede ayudarnos a reflexionar también sobre nuestra vida y preguntarnos si yo también estoy defendiendo y dando testimonio de mi fe para, en la medida de mis posibilidades, allanar los caminos del Señor. Y, claro, sin perder de vista que para ello necesito llenarme del Señor, porque Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

martes, 28 de agosto de 2018

ENTRETENIDOS CON LAS COSAS SIN IMPORTANCIA

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Mt 23,23-26
Nos pasamos mucha parte de nuestra vida mirando las menudencias y las cosas banales y dándoles más importancia que la que tienen. Y, sin embargo, perdemos de vista lo importante, la justicia, la misericordia y la fe. Son esas las verdaderamente importantes y las que hay que cuidar y cumplir. Lo demás, no es que no se tienen que cumplir y cuidar, pero no son vitales ni fundamentales.

Es una gran equivocación quedarnos en el cumplimiento de lo externo, de los impuestos y la normas civiles y sociales que hay que cumplir. Son importantes, pero no las más importantes. Porque, se pueden cumplir estas, pero no por ello somos buenas personas ni estamos haciendo las cosas bien. Es posible que lo que hagamos sea hipocresía, aparentando buen comportamiento, pero todo escondido en unas apariencias que ocultan nuestras mentiras y falsedades.

Debemos estar alertas y en constante reflexión porque somos débiles y proclives a ser tentados y seducidos por los placeres y riquezas de este mundo. Y es muy fácil seducirnos, por lo tanto hay que estar vigilantes para evitar las tentaciones del demonio que está al quite. Y eso sólo lo podemos combatir con la oración, la Eucaristía y el contracto diario con el Espíritu Santo que nos auxilia y nos defiende de todo aquello que trata de tentarnos y apartarnos de Dios.

El mundo es muy seductor y si nos ponemos en sus manos nos engaña, nos presenta su propia manzana y nos tienta a creernos que si la comemos podemos ser felices sin necesidad de Dios. Por eso, tratemos de estar limpios y bien purificados por dentro. Tener a salvo nuestro corazón y alejarnos de todo ese ruido consumidor y mediático que trata de engañarnos, seducirnos y perdernos.

lunes, 27 de agosto de 2018

¿DE QUÉ HABLAMOS?


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No es para estar tranquilo y cada día tenemos, los que proclamamos la Palabra, la responsabilidad y la necesidad de ponernos bajo la Luz del Espíritu Santo para proclamar la Palabra de Dios y no la nuestra. Porque, sin darnos cuenta y, quizás influido por la perspicacia del demonio, que tiene todo a su favor, proclamamos nuestra palabra, nuestra doctrina, nuestra ideología y filosofía en lugar de la del Señor Jesús.

Siempre debemos, los que reflexionamos la Palabra de Dios, estar atento a la Verdad. La Verdad de la Palabra y nunca distorsionarla según nuestra convicciones personales o nuestros intereses. Porque, podemos desviar a aquellos que se acercan al Señor y quieren seguirle; porque, podemos confundirlo con nuestras interpretaciones o deseos de fama, de ser admirados, de... Mejor permanecer en silencio y dejar actuar al Espíritu Santo.

Todo ha sido revelado por la Palabra de Dios y nada ha quedado en el tintero. Es posible que en algunos momentos no sepamos interpretar los tiempos y circunstancias del momento, pero la Verdad siempre es Una y todo está contenido en ella. Por eso, pongámonos siempre en Manos del Espíritu Santo y invoquemos su presencia y su asistencia. No se ha quedado para mantenerse al margen, sino para guiarnos, alumbrarnos y fortalecernos en la batalla, en la lucha y el camino de cada día.

Lo hemos recibido en el Bautismo y no para simplemente celebrar nuestra andadura de ser hijos de Dios sino para caminar juntos con cada uno de nosotros y asistirnos en cada momento difícil y duro de nuestro camino ante la oscuridad y las dificultades. Por todo ello, pongámonos siempre en Manos del Espíritu de Dios y confiemos en su acción.

domingo, 26 de agosto de 2018

¿PROSELITISMO O LIBERTAD?

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Hay muchos que acusan a los cristianos, sobre todo a los más comprometido en proclamar la Palabra, de proselitistas, pero la realidad deja bien claro que eso no es cierto ni es verdad. No hay nada más libre, dejando en plena libertad para decidir, que la Palabra de Dios. Es más, es la Palabra - la Verdad - la que realmente te hace libre.

Hay muchos cristianos que en momentos determinados de sus vidas se quedan en el camino, o los engulle la tentación del mundo. Otros se resisten a creer en los misterios de la Vida del Señor y así sucede que cada cual es dueños de elegir el camino que desea. Lo importante es no dejar llevarnos por las apetencias, intereses y deseos carnales que nos presentan la felicidad de manera engañosa y falsa y nos engañan. Son espejismos que distorsionan la realidad y nos pierden.

Pero, aun así muchos prefieren ese camino ancho, fácil, cómodo que les venda sus ojos y les lleva directamente a la perdición y al rechinar de dientes. No cabe ninguna duda que aceptar la Palabra implica esfuerzo, misterio, duda y sobre todo fe. La fe es imprescindible y necesaria, y las cosas que nos la ponen difícil son también necesaria, pues, sin dificultad no haría falta fe. Ni tampoco tendríamos ningún mérito, oportunidad que Dios nos da. 

Creer en Jesús es ganarnos el cielo, y eso glorifica nuestra pequeña aportación, que el Señor nos ha dado gratuitamente. Sólo nos exige que sepamos decidir y, aunque a primera vista el dulce y la felicidad parecen fácil y muy cercano, tengamos la paciencia y la fortaleza de discernir y no dejarnos vencer. Para ello no estamos solos. Nos acompaña el Espíritu Santo y nos asiste para que, fortalecidos en Él, sepamos elegir con quien debemos estar.

Pedro lo supo elegir muy bien. Acertó de pleno: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo de Dios». Y la vida nos lo va revelando por el camino. Experimentamos y sentimos que la felicidad y el gozo están dentro de nosotros, porque Dios los ha puesto en nuestros corazones. Y la esperanza de resurrección no llena de paz y alegría.

sábado, 25 de agosto de 2018

VIVIENDO EN APARIENCIAS

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Sucede en muchos momentos de nuestra vida, vivimos de apariencias y, sin darnos cuenta o dándonos cuenta, engañamos a los demás, pues hacemos de nuestra vida una farsa. Quizás cuando lo hacemos sin caer en la cuenta, de forma impulsiva e instintiva, estamos en el mejor de los casos, pues no somos muy consciente de lo que hacemos. Pero, sea como sea, nunca será bueno vivir de las apariencias, pues apoyamos nuestra vida en una base poco solida - arena - falsa y proclive a hundirse a la menor tempestad.

Siempre es mejor, y también lo correcto, vivir en la verdad, aunque en algunos momentos nos duela y sea difícil sostenerse en ella. Aunque, a veces, no sepamos muy bien qué hacer cuando las equivocaciones son causa del error humano o por la pobreza de nuestra limitada sabiduría. Siempre encontraremos consuelo y misericordia en el Señor.

Otra cosa diferente sucederá cuando nuestras obras son conscientes y apoyadas en una suficiencia orgullosa y soberbia que nos eleva por encima de los demás. Queriendo ser ejemplo para otros y cargándolos con tus exigencias y recomendaciones  doctrinales y erigiéndote maestro y señor ante los demás y queriendo que así te traten.

Jesús nos recomienda hoy que escuchemos lo que dicen y, en espíritu, hagamos lo que dicen pero no lo que ellos hacen, porque sus ejemplos dejan mucho que desear. Ellos dicen, pero no hacen. Es lo que en muchos momentos de nuestra vida nos ocurre con compañeros, sacerdotes y otros. No nos dan buen ejemplo. Dicen pero no viven lo que dicen, o al menos no lo intentan. Por eso, para nosotros lo importante es la Palabra de Dios y, apoyados en el Espíritu Santo, discernir qué hacer y cómo obrar. 

Porque, no se trata de ser ejemplo ni de adoptar poses para que se fijen en ti y te admiren, sino de servir en silencio y en verdad. Lo que importa es que el Señor sea el centro de tu vida, pues Él te ve y sabe profundamente de tu silencio y de tu obrar.

viernes, 24 de agosto de 2018

BUSCA EN TU CORAZÓN, QUIZÁSTENGAS UNA LLAMADA

Posiblemente, en estos tiempos modernos esté en el buzón de voz de tu corazón. Una llamada que te invita a acercarte a Él y a conocerle. Una llamada, que quizás tú no le des importancia ni la estime, de alguien importante. Una llamada que, descubierta de donde viene, no te atrae ni te inspira confianza. Al contrario te da escepticismo y, posiblemente, por algún amigo accedes a acercarte a ese, para ti, poco valorado y desconocido.

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Jn 1,45-51
Quizás este relato coincide con el de muchos a la hora de plantearse el acercamiento a Jesús. Quizás, te haya sucedido a ti a través de algún amigo; quizás hayas sido invitado a escuchar a Jesús, pero, por tu apatía, escepticismo o cualquier otra causa has renunciado a acercarte o no le has escuchado. El caso que hoy nos ocupa y que nos pone el Evangelio es parecido, pero Natanael, animado por Felipe, aunque escéptico, se acercó a Jesús. La sorpresa fue que, descubierto y admirado por lo que Jesús dijo de él, quedó postrado a sus pies hasta el punto de clamar: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».

Es posible que a ti te haya pasado algo parecido, pero que no ha terminado de la misma forma que sucedió con Natanael. Es posible que tú hayas cerrado tu corazón y que todavía no descubras en Jesús la verdadera y única razón de tu vida. ¡Es posible!, pero, ¡mira!, no hay otro camino. Sin Jesús la vida es poca cosa y todo se oscurece muy pronto. Nada, sin Él tiene sentido. Sin Él no hay camino ni lugar a donde ir. Bien lo dijo Pedro -Jn 6, 68-69- y lo experimentamos los que le seguimos ardientemente.

Es verdad que la oscuridad está siempre presente. A veces pienso que es necesaria, por la oscuridad reclama luz y la luz enciende y afirma la fe. Sí, necesitamos creer como Natanael y abandonarnos en las Manos del Señor, porque en Él hallaremos Luz, Camino, Verdad y Vida.

jueves, 23 de agosto de 2018

¡SOMOS INVITADOS AL REINO!

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Mt 22, 1-14

No somos unos cualquiera, somo invitados al reino de Dio. El hombre es el centro de la invitación de Dios y nos lo manifiesta en esta hermosa y trágica parábola. El problema es que muchos la desconocemos y otros, no sólo eso, sino que no hacemos caso de la invitación. Pero, Dios persiste y continua invitándonos. Dependerá de nosotros que escuchemos su invitación y acudamos a la invitación al reino.

Es una muy buena oportunidad para preguntarnos y situarnos delante de Dios. ¿Dónde estoy yo? ¿Soy de los que no escuchan la invitación y no respondo ni asisto? ¿Soy de los que pongo excusas y me justifico? ¿O soy de los que incluso me revelo y responde con violencia y muerte? ¿Dónde me encuentro en estos momentos claves de mi vida? ¿O soy de los que asisto indiferente sin tomar loen serio ni revestirme de y con la Palabra y los hechos?

A pesar de mis actitudes, Dios me sigue invitando y continua esperando pacientemente mi respuesta. Dependerá de mí, porque me ha dada esa capacidad de libertad para que sea yo quien elija mi respuesta: ¿Asisto revestido por la Vida de la Gracia, o renuncio a la invitación que Dios me hace al gozo, felicidad y plenitud eterna?

Es la gran cuestión de nuestra vida y la que realmente tiene importancia y trascendencia, pues todo lo demás se queda en el camino y desaparece. Estamos llamados al banquete de la Vida Eterna y es esa respuesta la única importante de nuestra vida y en la que nos jugamos eso que tanto buscamos, la felicidad Eterna.

miércoles, 22 de agosto de 2018

DIFERENTE MANERA DE VER LAS COSAS

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No cabe ninguna duda que nuestra manera de pensar no es la de Dios. Es de sentido común, pues no sería lógico pensar igual que Dios ya que al hacerlo estaríamos a su misma altura. Dios está por encima de nosotros y nuestra pequeñez se hace patente hasta en la forma de ver las cosas. Mientras nosotros pensamos y medimos las cosas por nuestra razón dando a cada cosa un valor en cuanto al tiempo y al esfuerzo, Dios lo ve todo de otra forma.

Según nosotros, los primeros deberían cobrar más. Es verdad que su contrato fue tratado y fijado en un denario, pero, ¿cómo los últimos que sólo estuvieron poco tiempo reciben lo mismos que los que han pasado todo el día trabajando? Eso no nos cabe en la cabeza, ¿verdad? La respuesta es que Dios no ve las cosas como las vemos nosotros, sus hijos. Para Dios no cuenta el tiempo ni el esfuerzo, Él mira la intención, la obediencia y la fe.

¿Acaso merecemos algo nosotros que, por el pecado original, le hemos rechazado? No merecemos nada pues hemos tirado nuestro salario, por decirlo de alguna forma. Hemos desestimado nuestra invitación al trabajo en la Viña del Señor. Y, por la Gracia y Misericordia de Dios hemos sido redimidos gratuitamente sin merecerlo. ¿Como somos capaces de protestar según nos vaya la vida? ¿Acaso no entendemos que hemos sido contratados, invitados y pagados con el salario del gozo y plenitud de la Vida Eterna? Realmente, ¿qué entendemos?

Esta vida se consumirá de cualquier forma, pero es la gran oportunidad para consumirla en la Voluntad de Dios, porque de esa manera recibiremos el salario que nos abrirá la puerta de la Vida Eterna junto al Padre. No dejes la invitación, a la hora que sea, de responder y aceptar esa llamada a trabajar en la Viña del Señor, porque es la que te abrirá la puerta de la felicidad que tanto te afanas y buscas en este mundo.

martes, 21 de agosto de 2018

LA VERDADERA RIQUEZA

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Mt 19,23-30
Es posible que nuestro corazón, empobrecido y endurecido por los apegos a las cosas de este mundo quede cegado y esclavizado por las seducciones a los placeres, al poder, a las riquezas y a todo lo que en apariencias le muestre felicidad. Una felicidad engañosa, falsa y aparente, porque en poco tiempo desaparece y te devuelve a la realidad de cada día. Esa es nuestra experiencia y la realidad de cada día que experimentamos y vivimos.

Luego, ¿dónde está la verdadera riqueza? Con paciente observancia podemos suponer, con verdadera sabiduría y acierto, que en este mundo no. Este mundo es sólo un espejismo de la verdadera felicidad. Sin lugar a duda está, si existe, en otra parte. Y nuestro corazón da testimonio de que realmente existe, porque la desea y la busca, sólo que en lugar equivocado. 

Es verdad que para el hombre alcanzar la felicidad le supone tal dificultad que le es imposible, ero no para Dios. Dios lo puede todo y en Él podemos también nosotros llegar a la plenitud de la felicidad. Pero, eso nos exige desprendimiento, sacrificio, renuncia y disponibilidad ante todas las cosas de este mundo que nos seducen y esclavizan.Y nos hacen egoístas encerrándonos en un mundo individualista y donde prima el poder, el dinero y la fuerza.

Por eso tendremos que morir a nuestras apetencias y esclavitudes humana y materiales limpiando nuestro corazón de toda inmundicia y esclavitud para, despojado de toda tentación egoísta, purificarnos y liberarnos para darnos en servicio y amor.

lunes, 20 de agosto de 2018

CENTRADOS EN CUMPLIMIENTOS

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Mt 19,16-22
No es el Evangelio una doctrina, ni tampoco una filosofía ni siquiera una religión. ¡No!, nada de eso. El Evangelio es una muy buena Noticia. Es la Noticia de Salvación por la que el hombre encuentra el camino para alcanzar lo que está escrito dentro de su corazón. Y no se concreta en preceptos o normas que hay que cumplir, sino en una actitud bien intencionada de amar a imagen y semejanza como nos ama el Señor.

Esa fue la respuesta que Jesús dio a aquel joven: «¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». «¿Cuáles?» —le dice él—. Y Jesús dijo: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo» A lo que el joven respondió:  «Todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?». Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme». Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.

Se trata de algo más que simplemente ser bueno y cumplir. Se trata de poner a Jesús en el centro de nuestra vida y seguirle, confiando, obedeciéndole y poniéndose en sus Manos. Se trata de que Él, el Señor, esté en nuestra vida antes que todo lo que pueda tentar y seducir nuestro corazón. Y hay muchas cosas, entre ellas el dinero, que es la causa que a aquel joven le impidió poner a Jesús en el centro de su vida.

Jesús no es un decálogo ni una serie de preceptos. Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Jesús es la mejor y principal opción de nuestras vidas y a la que hay que seguir optando y dando prioridad antes que todas las seducciones y tentaciones que el mundo nos ofrece.

domingo, 19 de agosto de 2018

AIMENTO DEL ESPÍRITU

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Jn 6,51-58
Somos seres humanos y necesitamos alimentarnos del pan que nos da la vida física de cada día. Y, por desgracia, privamos, los mismos hombres, de ese pan material a muchos otros. Hay mucha gente que padece hambre por culpa de otra gente que lo quiere todo para ellos. O se cuidan ellos de tener de todos sin importarle que a los demás le falte incluso lo necesario.

Pero, no sólo nos basta ese pan. También necesitamos el Pan espiritual del que nos habla en el Evangelio de hoy domingo el Señor. Un Pan que da la Vida Eterna y que es necesario comer. Jesús así se presenta como el Pan de Vida Eterna: «Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».

¿Dónde encontramos ese Pan bajado del Cielo? Precisamente en la Eucaristía tenemos la oportunidad de comer de ese Pan. Por eso, la Eucaristía, al menos la dominical, es necesaria, no una obligación. Es necesaria para, a parte de vernos con los hermanos, compartir y amarnos, comer y alimentarnos del Pan de la Vida Eterna.

«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre».

Todo está muy claro y sólo necesitamos confiar como lo hacen los niños. Fiarnos de nuestro Padre que se hace Pan y alimento eterno en su Hijo Jesús bajado del Cielo. Un Padre que sabe de la necesidad de sus hijos y que se hace, en su Hijo, alimento para darle la Vida Eterna que busca y desea. Seamos capaces, como hacen los niños, de confiar en nuestro Padre Dios y, de su Mano, tomar el verdadero alimento Eucarístico que nos da la Vida Eterna.

sábado, 18 de agosto de 2018

DERECHOS ADQUIRIDOS

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Mt 19,13-15
Se puede decir que vivimos la época de los derechos. Se habla mucho de derechos, pero, quizás, poco de deberes. Deberes que, tanto en cuánto se es responsable tienen mayor aplicación y responsabilidad en sus cumplimientos. Sobre todo respecto a los niños, unos niños que siendo menores están desprotegidos e indefensos.

Jesús salió en defensa de los niños y nos advirtió que tendríamos que ser como ellos para entrar en el reino de los cielos. Defender a los niños era algo en los tiempos de Jesús muy difícil de entender, algo contracultural y contracorriente que exponía tu persona y tu pensamiento. Pero, Jesús, no se detiene y pone a los niños como ejemplos para entrar en el reino de los cielos. 

Porque, los niños representan lo pequeño, lo débil, los que demandan más amor y protección, los que están desamparados y sin voz, incluso en las horas tempranas que viven en el vientre de sus madres. Niños que necesitan tu voz, tu defensa y tu valentía. Jesús, el Señor, nos invita a ser pequeños y humildes como los niños.

Gracias a Dios, hoy, los niños, ya gozan de ciertos derechos y privilegios. Son preferentemente llamados a ser los primeros en los aeropuertos a la hora de embarcar y van apareciendo sus preferencias y cuidados poco a poco, pero todavía hay mucho que hacer. Son víctimas de pederastas, de esclavitudes laborales e incluso utilizados como soldados. Se hace necesario elevar la voz y salir en defensa de los niños porque ellos son los preferidos del Señor.

Miremos a los niños, porque nos conviene fijarnos en ellos y no apelar a méritos ni a derechos adquiridos para el cielo. Primero, porque allí todo es gratuito, y, segundo, porque nunca alcanzaremos a merecerlo.

viernes, 17 de agosto de 2018

EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

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Mt 19,3-12

A la hora de plantearnos el matrimonio planteamos también primero nuestros proyectos y nuestros planes. Y, ¿cuáles son nuestros proyectos y nuestros planes? Sin lugar a duda que ahí entran en gran medida nuestras apetencias y apetitos y nuestros intereses. Entre otras cosas porque no podemos separarnos de nuestra naturaleza humana, carnal, egoísta, débil y pecadora. Estamos sometidos y esclavizados a nuestras tendencias e inclinaciones puramente carnales y humanas. Liberarnos no es cosa que podamos hacerlo nosotros solamente.

Y si queremos satisfacer nuestras pasiones y gustos a nuestra manera y según nuestra humanidad lo lógico y de sentido común es que caigamos en el error. Para botón de muestra la realidad que nos rodea, infinidad de matrimonios en crisis y separados. Por lo tanto, lo primero es escuchar lo que Jesús dice al respecto cuando le pregunta aquellos fariseos: 

«¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?». Él respondió: «¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre». Supongo que todo queda meridianamente claro. Otra cosa es que yo quiera organizar mi vida a mi manera y a mis gustos. Que no son los gustos del Señor, y, por lo tanto, lo que no nos conviene. Porque, ¿quién sabe lo que mejor conviene al hombre? Desde ahí medimos nuestra fe.

El hombre sigue empeñado en hacer las cosas a su manera y no se calla. Vuelve a preguntar a Jesús y a echarle en cara lo que les había permitido Moisés: «Pues ¿por qué Moisés prescribió dar acta de divorcio y repudiarla?». Díceles: «Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón, os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer -no hablo de unión ilegítima- y se case con otra, comete adulterio».

El plan de Dios está claramente definido y el matrimonio es el núcleo donde el amor se hace visible y necesario, pues sin amor - ágape - no se puede alcanzar la máxima expresión de felicidad y gozo eterno. En eso manifestamos y descubrimos que somos semejante al Señor, en el amor. Y es el amor lo que realmente florece la vida y la convivencia en paz y verdad entre los hombres.

jueves, 16 de agosto de 2018

NECESITAS PERDONAR PARA QUE A TI TAMBIÉN TE PERDONEN

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Mt 18,21—19,1
Se hace necesario perdonar, no sólo por conveniencia sino porque tú sabes que en algún momento de tu vida también implorarás perdón. Y, porque cuando hayas experimentado el perdón podrás tú también perdonar con conocimiento de causa y con gozo y satisfacción. El perdón es la puerta que abre a la misericordia y al amor. Cuando perdonas estás abierto al amar.

Porque, que es primero el huevo o la gallina. El amor o el perdón. Supongo que ambos se complementan, pues quien ha perdonado ha amado, y quien ama termina por perdonar. El amor del Señor es tan grande que nos ama con misericordia y nos perdona sin merecerlo una y mil veces. Mi experiencia me descubre que estoy vivo por la Misericordia de Dios y que, todavía tengo la opción y la oportunidad de alcanzar la Gloria de estar junto al Señor eternamente, no por mis méritos ni porque pueda alcanzar merecerlo, sino por la Misericordia Infinita de Dios.

Por eso, simplemente por eso y sin buscar más razones estoy yo también obligado a perdonar Obligado por misericordia y por el gozo interno que mi corazón experimenta cuando he logrado perdonar. Porque, descansa en paz quien haya logrado perdonar y quien sea capaz, por la Gloria de Dios y la asistencia del Espíritu Santo, borrar rencores, aniquilar envidias, apaciguar pasiones y encontrar un corazón suave, humilde, comprensivo y misericordioso.

Puede ayudarnos el tomar conciencia que cuando estemos delante del Señor, y llegará ese día, no podremos implorar perdón si nosotros ante no lo hemos dado. Es lo que decimos cada vez que rezamos el Padrenuestro. Esa imagen de querer ser perdonados nos ayudara a también nosotros perdonar cuantas veces sea necesario.

miércoles, 15 de agosto de 2018

UN MILAGRO ESCONDIDO EN MARÍA

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Lc 1,39-56
A menudo dejamos pasar muchas cosas que escapan a nuestra distraída mente, a nuestros despistados ojos y casi cerrados oídos. Leemos y no entendemos, tenemos ojos pero no vemos y oídos y tampoco oímos, ¿qué nos puede suceder? Posiblemente, andamos despistados y con el corazón en otro lugar sometido a las distracciones y seducciones de este mundo.

Y se nos pasa por alto muchas cosas que el Espíritu quiere llamar a nuestra distraída atención. Hoy, por ejemplo, el acontecimiento de la visitación esconde signos que nos delatan la presencia y el Poder de Dios y las maravillas que hace en sus hijos, concretamente en este pasaje evangélico donde María visita a su prima Isabel.

En principio podemos deducir que María va a visitar a su prima Isabel avisada por el ángel Gabriel, ¿y no es eso un signo del Poder de Dios? ¿Cómo podría saber María lo de la gestación de su prima Isabel? Son tiempos donde la comunicación tiene grandes obstáculos imposibles de salvar. Hay que suponer también que si el ángel le dice a María que su prima Isabel está en cinta es para que ella vea y conozca que para Dios no hay nada imposible.

Y María se pone en camino hacia la casa de Zacarías, esposo de Isabel, para visitarla, servirla y acompañarla por un tiempo. Pero, lo más sorprendente es que al oír Isabel el saludo de María queda llena de Espíritu Santo y descubre que María está llena de Gracia y ha sido elegida para ser la Madre del Señor. Ahora podemos serenamente reflexionar y preguntarnos, ¿de dónde sabe Isabel que María ha sido elegida para ser la Madre de Dios? ¿Me lo puede explicar alguien?

¡Sí, claro!, por el Espíritu Santo. ¿Y no es eso un signo claro de la presencia y Poder de Dios? La respuesta de María - el Magnificat -  no es menos sorprendente, llena de profecías que se cumplirán en su Hijo. Un episodio sencillo que suele pasar desapercibido o incluso como algo fantasioso que muchos cristianos dejamos pasar por debajo de la mesa sin darle mayor importancia.

martes, 14 de agosto de 2018

PARA SER GRANDE ES NECESARIO ABAJARSE Y HACERSE PEQUEÑO

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Mt 18,1-5.10.12-14
Nuestras ambiciones y pretensiones están muy lejos de las de Dios. Interpretamos que ser importante y primero es directamente proporcional a la importancia, a la labor y a los cargos que desempeñamos. Creemos que los más grandes en títulos, cualidades y labores son los primeros y más importantes, y, ¡qué equivocados estamos!

Hoy, Jesús, nos da una lección de humildad y de abajamiento. Ser primero es ser último. Quien quiera ser primero que se queda para el final y recoja todo lo que los otros no quieren hacer o consideran de menor importancia. Quien quiera ser primero que se ponga a la cola y empiece por hacer y servir todo lo que los otros necesiten y, de alguna manera, no le den tanta importancia. Quien quiera ser primero que se fije en un niño e intente en ser como él. Es decir, ingenuo, atento a lo que le dicen, obediente y dócil y abierto a aprender. Un niño, maleable y disponible a imitar los que su padre le dice.

Un niño, pobre, pequeño, indefenso, dependiente, en manos de sus padres, desamparado, perdido y necesitado de protección y salvación. Todo lo contrario de poderoso, fuerte, independiente, orgulloso, suficiente y no necesitado de ayuda. Dueños de sí mismo y que se basta por él mismo. Está claro que el camino es inverso al que nosotros pensamos y por aquí nos desviamos y nos alejamos cada vez más de Dios. Nos perdemos.

Somos hijos de Dios y como hijos debemos experimentarnos pequeños, necesitados de Él y, como los niños, dependiente de su Amor que, afortunadamente, nos protege, nos cuida y nos busca en los momentos más peligrosos e indefensos de nuestras vidas.

lunes, 13 de agosto de 2018

SUJETOS A LA LEY

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Jesús sabe lo que va a ocurrir y quiere poner en aviso a sus amigos. No quiere que los acontecimientos les coja de sorpresa. Pero, hay algo que debe de darnos esperanza y alegría. Aunque siempre una muerte duele, la noticia de la resurrección debe alegrarnos el alma y llenarnos de gran esperanza.

Sí, Jesús anuncia su Pasión, pero añade que al tercer día resucitará. Y eso debe ser la gran Noticia, porque nos anuncia que la muerte no tendrá la última palabra ni tampoco la victoria. Y esa Noticia nos debe descubrir y anunciar también nuestra resurrección. Porque, si el Maestro vencerá a la muerte, también nosotros, en Él, venceremos a la muerte. ¿Qué significa eso?

Significa que ya la muerte es algo que no debe agobiar nuestra alma sino que se convierte en un tránsito y paso de un estado material a espiritual. Significa que la muerte, algo cierto y real, no debe ser lo más temido, sino el llegar a ese momento en Gracia y unido al Señor. Significa que, si por nuestro Bautismo hemos iniciado una vida nueva y para siempre unidos a Cristo Jesús, por la muerte pasamos a disfrutar de esa vida junto al Señor. De ahí la importancia de escuchar las Palabras de Jesús y sentirnos esperanzados en ellas.

A pesar de estar sujetos, por la ley de los hombres, al pago de impuestos, Dios no nos exigirá nada. Estamos libres de impuestos para el cielo. Dios nos quiere y nos recibe gratuitamente. Somos sus hijos por el Bautismo y nos espera con los brazos abiertos. Por eso, no debemos contaminar nuestras almas con el pecado y tratar de permanecer unidos al Señor para que Él responda por nosotros liberando de la esclavitud del pecado.

domingo, 12 de agosto de 2018

TAMBIÉN AHORA MUCHOS PIENSAN LO MISMO

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Jn 6,41-51
Con la mirada puesta en la carne y el vínculo de sangre, lo normal es pensar como pensaban aquellos judíos. Pero, ¿si este es el hijo de José y María, cómo dice ahora que es el pan bajado del cielo? En cierto modo tiene sentido eso y de la misma manera muchos se justifican ahora también. Quizás, ahora es menos justificable porque conocemos la historia y el testimonio de los apóstoles después de la Resurrección, fundamento de nuestra fe.

Sí, no se puede explicar y sólo se puede entender desde la fe. Jesús, uno más del pueblo, con una vida sencilla y normal y conocidos por todos, ¿cómo ahora viene con esas? Poniéndonos en el lugar de aquellos conciudadanos nos resultaría muy difícil creérnoslo. Es lógico que se escandalizaran de lo que Jesús les decía. ¿Qué Padre era ese del que hablaba Jesús? ¿Y a qué pan se refería bajado del cielo? ¿Se puede entender eso? Hasta cierto punto es normal que la gente, y más inclinado a sus apetitos carnales y sensoriales se rebelen contra esto y se cierren en banda.

Si creemos en un Dios, Creador del cielo y de la tierra y nos acercamos a Él, dejemos que ese Padre bueno nos lleve a Jesús. Porque, Jesús es el enviado del Padre, el Pan bajado del Cielo que nos dará la Vida Eterna. Es esa la reflexión que debemos hacer. Creer en Jesús porque Él es el Rostro del Padre, el enviado y el que nos revelará todo lo que el Padre quiere para nosotros. Es el Mesías prometido que, encarnado en Naturaleza humana como la nuestra menos en el pecado, nos dará el Pan verdadera de Vida Eterna.

Por eso pasó desapercibido unos treinta años de vida oculta y sencilla entre sus paisanos. Es El Verbo encarnado y hecho Hombre. Sólo desde esa perspectiva, su Palabra y sus Obras nos revelan y descubren el misterio de Jesús. El Hijo de Dios vivo.

sábado, 11 de agosto de 2018

¿A DÓNDE VAMOS SIN FE?

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Podemos pensar qué es la fe y buscar dónde y cómo se consigue o si se puede comprar. Muchos, cegados por la oscuridad del mundo quedan confundidos y pueden llegar a pensar que la fe es cosa de adquirirla y de adoctrinamiento. Al respecto hay muchas teorías y confusiones. El Evangelio de Jesús no es una doctrina, ni tampoco una religión. Ni siquiera un conjunto de normas o preceptos o una doctrina  filosófica. Nada de eso. Entonces, ¿qué es?

Lo que nos viene a revelar Jesús y a comunicarnos es la proclamación de la buena Noticia de salvación. Sí, de salvación. Para muchos eso debe de sonar a disparate o a algo hueco. ¿Qué salvación? ¿Acaso necesito yo salvación? No cabe duda de que el mundo nos ciega y apaga nuestra sed con aguas temporales que nunca terminan por saciarnos plenamente. Pero, nosotros ciegos y sometidos seguimos bebiendo de esa agua. 

Quizás, la respuesta podemos encontrarla en aquella mujer samaritana cuando le pide a Jesús que le dé de esa agua que quita la sed para siempre - Jn 4, 5-42-. Es posible que tú y yo también busquemos saciar la sed de vida que tenemos. Una vida eterna y plena de felicidad que no encontramos como saciar en este mundo, porque del agua que bebemos no conseguimos calmar la sed sino de forma temporal. Hay que volver a beber de nuevo. ¿No te has planteado esa pregunta de la samaritana? Es posible beber de un agua que sacie ese deseo de felicidad eterna?

Sin embargo, a diferencia de aquella samaritana, tú no crees que esa agua exista y sea cierto sus efectos. Te suena más a esos cuentos infantiles que tus padres te solían contar o escuchabas en algún lugar. Sin embargo, lo más grave es que no sientes curiosidad por rastrear e indagar si eso puede ser cierto. Estás adormilado, con los ojos vendados por las seducciones que el mundo pone delante de ti. Espejismo de maravillas que pronto se convierten en basura de muerte y corrupción. El Maligno tiene todo a su favor. Nuestra naturaleza, herida y débil, le favorece.

Jesús lo ha dicho y lo ha demostrado. Su resurrección es un hecho que los que han estado con Él lo testimonian y lo demuestran hasta el punto que ellos mismos dan la vida por esa verdad vivida. Sin embargo, sólo la fe puede ponerte en camino Sin ella no podrás encontrar nunca al Señor. Necesitas creer y para ello abajarte y ser humilde. Abrir tus ojos y pensar que sólo el Agua que te da el Señor es el Agua de Vida Eterna que tanto buscas en el mundo. Sólo tú tienes la palabra.

viernes, 10 de agosto de 2018

CONTRA CORRIENTE

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Jn 12,24-26
Supongo que en esta vida todos quieren subir, tener éxito y situarse en los puestos más altos. Supongo que nadie estudia, se esfuerza y se prepara para ocupar los últimos puestos, para fracasar o para no triunfar en esta vida. Supongo que esa es la lógica de todos, pero no la de Jesús. Hoy nos lo deja muy claro en el Evangelio.

«En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará».

Pocas palabras, pero muy concretas, claras y suficientes para descubrirnos el camino. La cuestión es olvidarse de uno y, no por eso dejarse de preparar, sino, prepararse, valga la redundancia, para servir hasta el punto de estar disponible y dispuesto a entregar su vida. Ejemplos hay muchos en la Iglesia y hoy celebramos a uno de ellos, San Lorenzo mártir.

La cuestión es que ahora nos toca a nosotros. ¿Estamos preparados para dar íntegramente nuestra vida hasta la última gota de nuestra sangre? Hay muchos lugares donde eso está pasando en estos momentos, pero, ¿y tú y yo, también estamos dispuestos? Indudablemente, la disponibilidad que tengamos descubre también nuestra fe. 

Es posible que el miedo y nuestro poco valor nos paralice, pero pensemos que el Espíritu Santo nos dará valor y fortaleza para serles fieles al Señor.

jueves, 9 de agosto de 2018

LUZ QUE ILUMINA Y NO SE GASTA

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Mt 25, 1-13
Su aceite iba, en la medida que se consumía dando luz, aumentando y llenando su lámpara. Nunca estuvo vacía y siempre iluminó por medio del amor y del perdón. Y esa es una de las lecciones más importante -Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein - que debemos apuntar en nuestro corazón. Nunca dejar nuestra lámpara a medio llenar, porque se nos puede vaciar en las tempestades de nuestras vidas.

Y la forma de llenarla es en y por los sacramentos y la oración. Sobre todo en la Eucaristía donde nos proveemos de todo el aceite necesaria para mantener la lámpara de nuestro corazón siempre iluminada. Cada día hay que recargar de nuevo la lámpara. No podemos tener un depósito grande para muchos días porque podemos desorientarnos en el tiempo y calcular mal. Los peligros son diarios y a cada instante y pueden llegar de improviso como les ocurrió a aquellas doncellas necias.

Cada día trae un nuevo episodio y una nueva revisión de la disposición y la fortaleza de nuestro corazón. Somos constantemente tentados y nuestra debilidad es grande. Nuestra naturaleza está herida y cualquier descuido o despiste nos puede hacer caer. Necesitamos tener nuestras lámparas bien cargadas para que nuestra luz nunca se apague en el momento decisivo de nuestra hora. Sabemos y conocemos que el Maligno está al acecho y sabe todos nuestros movimientos y debilidades. Estémos, pues, atentos.

Porque, nos vendrán días difíciles, oscuros, ininteligibles, que nos desorientarán y nos llenarán de dudas, de miedos, de angustias y de deseos de abandono y apetencias que nos sastifagan nuestra apetencia carnal, lujuriosa, egoísta, avariciosa... Necesitamos tener nuestro corazón bien armado en el Espíritu Santo para poder combatir todas esas tentaciones para estar prestos y preparados para cuendo llegue el Novio.

miércoles, 8 de agosto de 2018

CUESTIÓN DE FE

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Mt 15,21-28
Es posible que tú y yo hayamos pedido muchas cosas al Señor, y quizás no nos haya respondido de inmediato o haya esperado a ver nuestra insistencia. Es lo que hizo con aquella mujer cananea ante los alaridos de auxilio que salían de su boca. Jesús les explicó, ante la insistencia de los discípulos para que la atendiera, que solamente había sido enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 

¿Y qué hubiésemos hecho tú y yo? Seguramente callarnos la boca y arriar bandera. Pero, la mujer cananea no se calló, siguió insistiendo porque su fe era grande. Y sucedió que ella vino a postrarse ante Él y le dijo: « ¡Señor, socórreme!». Él respondió: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos». «Sí, Señor -repuso ella-, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos». El resultado fue que Jesús quedó maravillado de su fe y le dijo: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas». Y desde aquel momento quedó curada su hija.

¿Actuamos así nosotros en nuestra vida respecto al Señor? ¿Tenemos esa confianza en Él a pesar de que las cosas no salgan como queremos? ¿Cómo podemos pensar que el Señor no nos va a escuchar y atender? Pero, imaginemos que el Señor nos da todo lo que le pidamos, ¿qué nos ocurriría? ¿Seríamos capaces de encajar todo eso con humildad y servicio, o seríamos considerados como unos poderosos a los que el Señor les concede todo? ¿Nos haría bien eso?

El Señor sabe lo que necesitamos y conoce la medida que le viene bien a nuestra vanidad para no engreírnos y perdernos. Confiemos en el Señor sabiendo que todo lo que nos ocurra puede ser bueno para mejorar y perfeccionarnos.

martes, 7 de agosto de 2018

EL PODER DE DIOS

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Mt 14,22-36
Hoy el Señor hace de las suyas, y es que puede hacer lo que quiera y cómo quiera, pues es el Señor. Por eso, es absurdo resistirse a la Palabra del Señor al querer pasarla por nuestra razón, porque, nunca la comprenderemos. Si Dios es todopoderoso, ¿cómo es que no puede hacer lo que le venga en gana? 

Es verdad que tú y yo vamos a poner pegas, pero, el error está en que queremos entenderle y razonar que lo que hace lo puede hacer. Dios es Infinito y tú finito, pequeño e insignificante. ¿Cómo quieres exigirle a Dios que te dé pruebas para que te sea fácil creerle? ¿Acaso, a parte de todo lo que te ha regalado quieres también que te regale la salvación sin tú apenas colaborar? Te pide que creas en Él y, encima, te lo demuestra como lo que narra el Evangelio de hoy.

Ahora te inventas que lo que dice la Biblia es un invento, valga la redundancia, de los que estaban con Él, y que continúa la Iglesia. La cuestión es negar y negar para no moverme de mi sitio. ¿Es qué los demás, los que le siguieron y creyerón en Él, vivieron bien. ¿No dieron todos sus vidas por la fe en Jesús? ¿Es eso lo que no te gusta?

¿Y la Iglesia? ¿Crees que viven  bien lo curas, obispos y el Papa? ¿Y por qué no hay vocaciones? ¿Por qué hay estudios que reflejan que en pocos años escasearan los curas? Si se vive bien, ¿qué ocurre? ¿Y la tarea de la Iglesia? ¿Sabes realmente la labor que hace la Iglesia? ¿Qué tiene fallos? Claro, hay muchos que no dan la talla y que incluso dan mal ejemplo, pero esa no es la Iglesia, sino algunos miembros que están en ella queriendo aprovecharse. Sabes que la mayoría no es así.

Nosotros, Señor, a pesar de lo que otros piensan y argumenten, queremos seguirte. Porque, Tú eres el Pan de Vida Eterna; porque, Tú nos das lo que realmente buscamos, felicidad y paz eterna; porque, sólo en Ti encontramos nuestro destino y nuestra vida cobra todo su sentido.

lunes, 6 de agosto de 2018

INYECCIÓN DE MORAL

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Hay momentos en que todo se nubla y el mundo nos cae encima. Aparecen las dudas y el desaliento hace presencia. ¿Quiénes no han tenido sus noches oscuras? La misión no es fácil y lo primero es estar convencido que, con Jesús podemos. Se precisa creer en Él y confiar en su Palabra y su Poder. Para el Señor no hay nada imposible.

Pero, la realidad de nuestro camino terrenal nos trata de engañar. Nos presenta dificultades y problemas que a veces nos ahogan y que nos transmiten que nuestra misión es equivocada e imposible. Los apóstoles no se libraron de estas batallas y dudas y Jesús, el Señor, lo sabía. Por eso, en el camino de subida a Jerusalén, Jesús les hace un aparte y les anticipa el resultado de su Pasión. 

La Cruz no es la meta, sino el paso definitivo hacia la verdadera meta, la Resurrección, y Jesús en el Tabor les muestra a Pedro, Santiago y Juan lo que va a ocurrir tras la Pasión y Muerte del Señor.Es una ventana a la esperanza de la victoria sobre la muerte. Es el resultado de lo que nos espera, a pesar de la travesía y de las dificultades que nos vamos a encontrar. No entendían bien lo que les decía sobre la resurrección de los muertos, pero observaban esta recomendación que guardaban con expectación y esperanza.

Hay quienes no creen y se resisten a admitir la resurrección del Señor. Esa es la dificultad mayor y el extremo fundamental de la puerta de la fe. Tras creer en la resurrección todo se vuelve más fácil y se caen todas las barreras que les apartan de la fe. Esa es la cuestión. Jesús ha Resucitado.

domingo, 5 de agosto de 2018

LA FE NOS MANTIENE VIVOS Y ACTIVOS

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La experiencia nos dice que la vida hay que fortalecerla, y, para ello, tenemos el alimento y el ejercicio. Sin embargo, pronto vamos descubriendo que sólo el alimento corporal no basta. Nos satisfacemos de comida, pero no por eso nuestra ansias de vivir y de felicidad se mantienen plenas y activas. Recordamos las Palabras de Jesús: No sólo de pan vive el hombre... -Mt 4, 4- y lo constatamos en la vida. El hombre, una vez alimentado, busca otra fuente donde saciarse y donde llenar esa inquietud que le pide su alma.

No cabe ninguna duda que la gente en general busca el saciarse, pero luego esa hartura no satisface plenamente su vida. El animal cuando come y está harta se echa a descansar. El hombre sigue buscado donde saciar su hambre de saber, de realizarse y de encontrar esa paz y gozo que le mueve a no permanecer quieto. Y, por su experiencia, intuye que en el mundo y las cosas del mundo no encuentra lo que busca. En él no termina por saciarse. Consigue un rato de felicidad, por decirlo de alguna manera, pero, pronto vuelve a lo mismo.

Por eso, Señor, te busco desesperadamente una y otra vez. Experimento que en el mundo no estás, porque no eres de este mundo, y porque las cosas que me da el mundo son pan para hoy, pero hambre para mañana. Y yo, Señor, quiero saciarme. Por eso, creo en tu Palabra y busco seguir tus pasos, porque Tú eres el alimento que plenamente sacias mi hambre de gozo y felicidad. Gracias, Señor, por tus Palabra, yo creo en ella: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed».

sábado, 4 de agosto de 2018

PRESIÓN Y COBARDÍA

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En muchos momentos de nuestra vida actuamos bajo presión y el miedo del qué dirán los demás o qué nos puede pasar. Valoramos más nuestra vida, nuestra fama, nuestros intereses y  nuestros criterios y palabras que ser fiel a la verdad y a la justicia. Nos interesa nosotros y luego los demás. Ya no se trata de un problema de fe, sino de valor y sabiduría. Porque, perder la vida, la fama, el honor o éxito de este mundo no es perder para el cristiano, sino todo lo contrario, ganar la verdadera y única Vida Eterna.

Porque, es esa Vida Eterna la que nos estamos jugando aquí abajo. De qué te vale ganar tu vida aquí si pierdes la Vida Eterna - Mc 8, 36 -. Esa es la cuestión y lo verdaderamente importante. Por eso la sabiduría de saber discernir lo que se tiene entre manos y a dónde vamos es de vital importancia. Los años pasan y no lo hacen en balde. Observamos como nuestros cuerpos se deterioran y lo que nos va a ocurrir. Es simplemente cuestión de tiempo. Luego, ¿qué nos pasa que no reaccionamos? ¿Estamos acaso cogido por el Maligno?

Pero, volviendo al tema que nos ocupa en la reflexión de hoy, observamos que muchas veces cedemos a nuestros criterios por miedo a la opinión de los demás, a nuestra fama y mal entendido honor. Damos más valor a la palabra de los hombres que a la Palabra de Dios y nos vendemos a los valores del mundo del confort, de la comodidad, de la buena vida, del éxito mundano, de la fama...etc. Valores caducos que pasan con el tiempo y no sirven para nada.

Somos muchas veces Herodes, Pilato, Judas y, por cobardía, damos nuestras palabras al mundo desviándonos de la Palabra de Dios, incumpliéndola y mirando para otro lado. 

viernes, 3 de agosto de 2018

EL DESPRECIO DE LO NUESTRO


Suele ocurrir con mucha frecuencia, lo nuestro, lo de casa no lo valoramos en su medida. Hay una inclinación a despreciarlo y a minivalorarlo. Nos cuesta mucho reconocer los valores y las cualidades de algún miembro, paisano o conocido que, por su cercanías, ya conoces y te parece de poco valor. Por ser tan cercano, tan sencillo y nada notable te parece que sus hechos o palabras no tienen crédito ni valor. Se cumple el refrán de "nadie es profeta en su tierra".

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Mt 13,54-58
Se necesita, pues, ser desconocido o no tan cercano ni de tu misma condición u origen. Se busca alguien que destaque, que sea notable y que lo que diga venga avalado por su distinguida posición o estado. Será difícil aceptar algo de alguien sencillo, humilde y tan conocido hasta el punto de saber de sus orígenes y de su familia y procedencia. Eso lo sufrió Jesús en su propia persona. ¿Qué nos va a decir este? ¿No es el hijo de María? Y... -Mt 13,54-58-.

Jesús fue también rechazado por los sumos sacerdotes, escribas y ancianos, no tanto por sus orígenes sino porque comprometía y amenazaba la autoridad de aquellos. La verdad les molestabas y había que apartarlo del pueblo, pues se sentían amenazados y desautorizados ante las Palabras de Jesús. Convenía, según ellos, seguir mandando a su antojo y según sus ideas y proyectos, y la irrupción de Jesús en la vida pública les presentaba un gran problema. No importaba el mensaje sino la amenaza hacia su autoridad.

¿Puede ocurrirnos eso a nosotros hoy? ¿Quizás también nosotros tratamos de anteponer nuestros criterios, nuestras ideas y proyectos antes que los de Jesús? Es cuestión de reflexionar y de ver que pasa con nuestras vidas y nuestras intenciones y de abrirnos a la acción del Espíritu Santo que nos acompaña y nos asiste.