martes, 28 de agosto de 2018

ENTRETENIDOS CON LAS COSAS SIN IMPORTANCIA

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Mt 23,23-26
Nos pasamos mucha parte de nuestra vida mirando las menudencias y las cosas banales y dándoles más importancia que la que tienen. Y, sin embargo, perdemos de vista lo importante, la justicia, la misericordia y la fe. Son esas las verdaderamente importantes y las que hay que cuidar y cumplir. Lo demás, no es que no se tienen que cumplir y cuidar, pero no son vitales ni fundamentales.

Es una gran equivocación quedarnos en el cumplimiento de lo externo, de los impuestos y la normas civiles y sociales que hay que cumplir. Son importantes, pero no las más importantes. Porque, se pueden cumplir estas, pero no por ello somos buenas personas ni estamos haciendo las cosas bien. Es posible que lo que hagamos sea hipocresía, aparentando buen comportamiento, pero todo escondido en unas apariencias que ocultan nuestras mentiras y falsedades.

Debemos estar alertas y en constante reflexión porque somos débiles y proclives a ser tentados y seducidos por los placeres y riquezas de este mundo. Y es muy fácil seducirnos, por lo tanto hay que estar vigilantes para evitar las tentaciones del demonio que está al quite. Y eso sólo lo podemos combatir con la oración, la Eucaristía y el contracto diario con el Espíritu Santo que nos auxilia y nos defiende de todo aquello que trata de tentarnos y apartarnos de Dios.

El mundo es muy seductor y si nos ponemos en sus manos nos engaña, nos presenta su propia manzana y nos tienta a creernos que si la comemos podemos ser felices sin necesidad de Dios. Por eso, tratemos de estar limpios y bien purificados por dentro. Tener a salvo nuestro corazón y alejarnos de todo ese ruido consumidor y mediático que trata de engañarnos, seducirnos y perdernos.

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