sábado, 21 de septiembre de 2024

EN Y POR LA MISERICORDIA, SOMOS SALVADOS

No ha venido Jesús a ajusticiarnos y condenarnos, sino todo lo contrario. Ha venido a redimirnos y a pagar por nuestros pecados para, de esa manera, ganar para nosotros la redención de nuestros pecados y reconciliación con su Padre Dios.

Un Padre, que nos presenta como Padre nuestro e infinitamente misericordioso, y que nos llama a recuperar nuestra dignidad de hijos, perdida por el pecado. Para esa misión envía a su Hijo, que entregando su Vida por cada uno de los hombres, nos dispone a recibir la Infinita Misericordia de su Padre y dignidad de hijos, perdida por el pecado.

De ahí la gran necesidad de considerarnos y reconocernos pecadores. Porque, sólo así podemos encontrarnos con la Palabra y el Señor. Ese fue el caso de Mateo, al reconocerse pecador se encontró con Jesús. Y será el caso de cada uno de nosotros cuando demos ese paso: nos encontraremos con el Señor.

Reconocernos pecador y recurrir al Sacramento de la reconciliación nos dará esa oportunidad de encontrarnos con un Dios Padre que nos perdona y nos salva. Porque, esa será también la manera de actuar, en adelante, nosotros en nuestra vida, con misericordia. Sólo la misericordia nos salva. Y de la misma manera que nosotros la recibimos, la debemos dar.

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