Por fortuna todos
estamos invitados al banquete, pero, por desgracia, muchos son los que rechazan
esa invitación. Posiblemente porque piensan que la que les ofrece el mundo, los
negocios, la familia, el trabajo, las responsabilidades… etc. son más
importantes o se la dan ellos.
Evidentemente ese
es el problema que se plantea hoy en el mundo: esta vida o la otra. Muchos no
creen en la otra, pero otros muchos si creen. La cuestión es que cuando puedas
darte cuenta, posiblemente ya no tengas remedio. El momento es ahora, el
presente, aquí y ahora. Dejarlo para más adelante es una temeridad, Quizás ese
momento no llega. El príncipe del mundo se encarga de ello.
La vida es un
camino para morir, porque morir es la única manera de encontrar vida. Y vida
eterna. Es decir, morimos para realmente vivir, pero, esa vida, será según
primero la hayamos vivido en este mundo: a la derecha (plena de gozo y
felicidad) o a la izquierda (plena de dolor y sufrimiento).
La solución se esconde en esa invitación al Banquete. Conviene aceptar la invitación, tomar el traje adecuado – la Vida de la Gracia – e ir al Banquete. Parece ser que los más proclives a asistir son los pobres, los desesperados, aquellos que se encuentran en el extrarradio de las vidas cuerdas y asentadas, y, posiblemente, por eso, entienden que es la Vida de la Gracia.
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