Casi sin darnos
cuenta caemos en la rutina. De momento, nos paramos y caemos en la cuenta de
que nuestra vida está compuesta de hábitos. Hábitos que se repiten cada día una
y otra vez. Tal como nos dice hoy el Evangelio: (Lc 17, 26-37) … como
sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban,
construían; pero el … La rutina de cada día nos hace pensar que esto es
siempre así, y, quizás llegamos a pensar que nunca acaba.
Perdemos el rumbo
de nuestra vida y el sentido trascendente al que nos dirigimos. No podemos
dejarnos ir y caer en la vida rutinaria de vivir pensando solamente en las
cosas de este mundo. Estamos llamados a una vida de gozo y plenitud eterna, y
necesitamos despertar y prepararnos en ese sentido.
¿Acaso podemos
llegar a pensar que nuestra salvación depende de nosotros? Todo está en manos
de Dios. Eso sí, ha dejado en nuestras manos la decisión. Nos ha dado libertad
para elegir y tomar la salvación, recibida por la Gracia y la Infinita
Misericordia de Dios dada nos gratis, o elegir, por nuestra torpeza, nuestro
egoísmo o comodidades la condenación eterna.
Pero, todo será dado gratuitamente por la Gracia y Misericordia de nuestro Padre Dios. Ha nosotros, porque no ha querido imponernos nada, nos ha dejado la elección de elegir. Es decir, creer o no creer en su Palabra y Testimonio de Amor al dar su Vida en la Cruz para señalarnos el Camino, la Verdad y la Vida.
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