No es cuestión de
un momento, de un acontecimiento o de una emoción. Se trata de una actitud de
vida, de un camino en actitud vigilante y atentos a la Palabra de Dios que nos
da cada día, para levantarnos con ilusión y actitud de crecer, de avanzar y de
vivir en esa Voluntad de nuestro Padre Dios.
Adviento es camino
de espera, de esperanza y de salvación. Es actitud de esperar a Aquel que nos
salva, que no viene a traer esa felicidad que buscamos y anhelamos. Pero, una
espera no de brazos cruzados, sino una espera activa, atenta, de camino, de avance,
de crecimiento y de verdadero amor y misericordia.
Un camino de
fortaleza y de mantenerse en pie para alzar a los que se doblan. Un camino de
reconocernos pobres y pecadores, pero conscientes de que llega el Mesías que ha
de salvarnos y en el que podemos injertarnos para, en y con Él, superar todos las
dificultades y obstáculos que se nos presentan.
Adviento es el anuncio de la venida del Niño Dios a nuestros corazones. Y en Él estamos salvados. Ya nada importa, porque en Él está esa vida eterna que buscamos y que nos ofrece gratuitamente con un amor infinitamente misericordioso.
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