Una pregunta:
¿Dónde está el pilar o los pilares de nuestra fe? Podemos respondernos a
nosotros mismos? Porque, el resultado de esa pregunta dará muchas respuestas a
la manera de comportarnos, desarrollarnos y vivir nuestra fe.
Precisamente, hoy
día del Pilar, es un día – valga la redundancia – muy preciso y oportuno para
tratar de dar respuesta a esa pregunta. Quizás las rupturas, abandonos, decaimientos
y alejamientos son debilidades más causadas porque acomodamos nuestros pilares
a nuestros sentimientos, hábitos y egos que a apoyarnos en la oración – que nos
pone en contacto con nuestro Padre Dios – y en hacer la Voluntad de Dios.
Precisamente, de eso se trata, de hacer su Voluntad y no la nuestra.
Ejemplos no nos
falta, pero sólo uno nos da la pauta de como podemos enfrentarnos a todos esos
peligros y debilidades que amenazan con derribar el pilar de nuestra fe. Hablamos
de María, la Madre de Dios. Ella nos enseña, en un mundo hostil y lleno de
peligros, a sostenernos en la fe, a guardar la Palabra de Dios en nuestro
corazón, y a ir dándole respuesta, desde nuestra apertura al Espíritu Santo, en
cada momento de nuestra vida.
Ella se hace luz y camino, junto a su Hijo, para darnos las pautas que nos llevan a Él y enseñarnos como apoyarnos en esos pilares: oración, escucha y cumplimiento para hacer la Voluntad, no sólo rezarla en el Padrenuestro, de nuestro Padre Dios.
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