jueves, 20 de febrero de 2025

UNA VIDA QUE NACE DE LA MUERTE

Sabido es que para nacer hay que morir. Quizás no lo hayamos pensado pero, primero tiene que unirse el gameto masculino en su unión con el femenino para que den esa célula resultante que con el tiempo de gestación dará como resultado un ser humano. De alguna manera dejarán de existir – mueren – para que nazca otro.

De la misma manera, todo ser viviente, según nace llegará un día en que muere. Sin embargo, el ser humano morirá, mejor dejará este mundo, para transformarse a una vida nueva y eterna. Su destino así está escrito. Sólo que este nacimiento será dichoso y glorioso dependiendo de ese amor misericordioso que sea capaz de dar durante su tiempo de vida. Dicho en otras palabras, nuestra dicha eterna está en amar con misericordia.

¿Por qué?, podemos preguntarnos. Pues, muy sencillo, porque así nos ama nuestro Padre Dios. Así nos ha amado su Hijo, encarnado en Naturaleza Humana, y con ese fin viene a nosotros el Espíritu Santo en la hora de nuestro bautismo. Estamos diciendo lo que todo sabemos y Jesús nos dijo: Seguirle es un camino de cruz. Él es el ejemplo claro, y nosotros, sus discípulos, no podemos ser menos.

En otras palabras, seguir a Jesús nos exigirá salir de nosotros mismo; renunciar a nuestros proyectos humanos; dejar a un lado nuestros objetivos, deseos, afanes, codicias, … hasta la vida. Y darnos a los demás en la medida de nuestros talentos recibidos. Se trata de ir descubriendo donde puedes servir y ayudar a construir un mundo mejor. Y ese objetivo exige amor y misericordia.

Pero, para conseguirlo hay que injertarse en Xto. Jesús. Eso nos exige conocerlo, saber quien es y alimentarnos de su Cuerpo y Sangre. Sólo en Él podemos cumplir y realizar nuestro camino, pues sólo Él es Camino, Verdad y Vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.