Ganarás tu vida si
la pierdes. Una contradicción que esconde el triunfo, la felicidad y la vida en
plenitud eterna. Los mismo aparece en dar al que tiene, y quitarle al que no
tiene. Son contradicciones que nos descubren con claridad meridiana que el
único y verdadero éxito en la vida es morir a tus egoísmos para darte al bien
de los demás.
Todo está centrado
en el amor. La vida fluye por amor y por amor, sin nada a cambio, la vida se
regala, se da, se protege, se acompaña, se enriquece y se entrega. Y eso a
pesar de muchas cruces por las que hay que pasar. Pero, se da con amor, con
ilusión, con esperanza, con fe, gozo y alegría.
No hablamos hipotéticamente,
sino a la claridad de la realidad. La familia es la imagen y realidad de lo que
decimos. Nace por amor, se multiplica por amor, se da mutuamente por amor,
enseña a amar y extiende el amor entre los pueblos. Evidentemente, es la célula
de la sociedad de donde nacen los pueblos y el amor. Sin familias no sería
posible el mundo en el que vivimos. Jesús, precisamente, se encarna en
naturaleza humana y nace en una familia. Una familia modelo para las familias.
Y es esas familias donde el hombre aprende a amar y a ser amado, y a luchar contra el desamor – el pecado – para centrarse en esa disyuntiva de elegir el amor y el amar a la otra opción que te ofrece el pecado, la de rechazar el amor y vivir en el egoísmo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.