Hay
razones, pero, más allá de ellas hace falta creer. La fe es el primer paso a
dar al confiar en su Palabra. Hay muy buenas personas, pero no son capaces de
amar como ama Jesús porque no creen en Él. Y si no abren sus corazones, no hay
nada que hacer, siguen su camino de manera indiferente a la ausencia de Jesús
en el sepulcro.
¿Qué se
preguntarán?, pienso. Posiblemente pensarán que todo eso es un bulo, una
mentira y que no hay nada de resurrección. Eso de no verlo les justifica su
rechazo a creer. No son capaces de escrudiñar en su interior y descubrir lo que
experimentan y desean, y comprobar que sus deseos coinciden con las Palabras de
Jesús. Es evidente, les falta la fe.
La fe es un regalo, pero un regalo que se da en la medida que tú vas abriéndote a ella. Y eso se realiza en la relación y convivencia con la Palabra de Dios; en el contacto de cada día; en la escucha atenta y la experiencia de que en el amor se esconde ese gozo y felicidad de buscas. Entonces es cuando tu corazón se abre a la fe. Fue eso lo que experimentó Tomás, Pedro y muchos otros … Y lo que también experimentarás tú si te pones en el camino, como los de Emaús, del Señor. Evidentemente, ¡Jesús ha Resucitado!
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