Es evidente que el
mundo no ha entendido que la paz es la solución a todas las guerras y
enfrentamientos entre los seres humanos. Y hoy, como ayer, las luchas, los
enfrentamientos, las guerras siguen su trayectoria. El hombre no entiende ni busca
otra manera de solucionar sus conflictos sino por la fuerza. Y eso se concreta
y significa guerra: Aquí mando yo porque soy más fuerte y te someto con mi
poder y fuerza.
Y todo se esconde
en el desconocimiento del Amor. Un Amor que Dios ha enviado al mundo en la
Persona de su Hijo, nuestro Señor, al que muchos no han reconocido y viven de
espalda a su mensaje de Buena Noticia: «Ámense unos a
otros como Yo los amo», Una Buena Noticia que nos descubre que
en el Amor, no sólo encontramos nuestra eterna salvación, sino esa eterna
felicidad que tanto el mundo anhela.
Vivimos en un mundo de confrontaciones, de venganzas, de odios, de luchas, de guerras y hasta de muertes. Sólo tenemos que leer algún periódico o mirar la televisión para observar que el mundo arde en odios, venganzas y guerras de todo orden: unos contra otros, familias, matrimonios, hijos, pueblos, políticos, naciones …etc. Y el Señor, que entregó su Vida para salvarnos, se siente disgustado por la no correspondencia a su Palabra, que siempre nos propone vivir en el Amor.