viernes, 4 de julio de 2025

LLAMADA A PECADORES

Mt 9, 9-13

  Pedro se quedó de piedra, no entendía eso de llamar a los pecadores. Menos aún eso de Misericordia quiero y no sacrificios. Estaba deliberando sobre eso cuando oyó una voz que le llamaba.

 —¿Qué tal, cómo andas? ¿Te veo pensativo, te ocurre algo? Había llegado Manuel y le sorprendía verlo tan ensimismado y reflexivo. 
 —No, nada en particular. Acababa de leer el Evangelio de hoy y estaba pensando en esto de «llamada a pecadores y misericordia quiero». —¿Se te ocurre algo a ti?
 —Yo entiendo que Jesús, el Hijo de Dios, ha venido a este mundo a ofrecer al hombre su salvación. Es decir, liberarlo de la esclavitud del pecado para vivir eternamente en plenitud de gozo y felicidad junto a su Padre.
  —¿Y lo de Misericordia quiero? 
      —¡Hombre!, si somos pecadores necesitaremos que nuestro Padre Dios nos dé la oportunidad de arrepentirnos y acogernos a su Misericordia.  De ahí que Jesús nos ofrece la Infinita Misericordia de su Padre Dios. 
         —Ahora lo tengo más claro. Gracias Manuel.

  El Señor Jesús ha venido a este mundo a anunciarnos el Infinito Amor de nuestro Padre Dios y su ofrecimiento misericordioso para que podamos, arrepentido de nuestros pecados, y purificados por su Gracia, compartir eternamente su Gloria en eterna alabanza. 

  Eso, al parecer, había quedado muy claro en el diálogo de Manuel y Pedro. Y eso es la Gracia que realmente nos salva: el Infinito Amor y Misericordia que Dios nos da y nos anuncia a través de la venida de su Hijo a este mundo.

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