Mt 10, 7-15 |
No se trata de proclamar la salvación con aires de
suficiencia y poder. Se trata de proclamar al estilo de Jesús, tal y como lo
hizo Él. El Todopoderoso se abajo a la altura de más pequeño y humilde, y proclamó
el Amor y la Misericordia de su Padre Dios desde su propia necesidad de los
demás.
Bien es verdad que el Señor Dios no necesita de nosotros, pero quiere contar con nosotros, y ha enviado a su Hijo para, tomado la misma naturaleza que nosotros, experimentar la necesidad de amar y ser amado. Y ese es el mandamiento que nos manda, que nos amemos los unos a los otros como Él nos ama.
Y es precisamente lo que le falta al mundo, amor y misericordia. Por muchas buenas intenciones, diálogos, reuniones y lo que se quiera añadir, el mundo no mejorará si no hay amor y misericordia. Pero, no un amor como lo propone el mundo, sino un amor injertado en el Amor con el que nos ama nuestro Padre Dios. Toda su propuesta, la única válida está resumida en su mandamiento del amor: «Ámense unos a otros como Yo los he amado
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.