martes, 19 de agosto de 2025

CAMINOS DE DESAPEGOS

Mt 19, 23-30

     —Si vuelves tu mirada al mundo, observas que todos buscan honores, poderes y bienes. En el camino, muchos se dan cuenta de que por ahí no encuentras lo que buscas, pero otros, posiblemente con los ojos vendados, siguen adelante.
     —La felicidad. Todos pensamos que con riqueza y honores somos felices, pero la vida pronto pone las cosas en su lugar. Sin darse cuenta, quedan atrapados en una espiral de deseos que no termina nunca. La ambición nunca queda satisfecha.
    —Entiendo. La puerta de acceso al Reino no deja pasar egos hinchados y envanecidos.
    —Exacto, solo pasan aquellos que caminan ligeros, despojados de vanidades y egos. Y eso exige negarse a uno mismo y renunciar a ganar la vida en este mundo para ganarla en la eternidad del otro.
    —Todos queremos más, lo dice la canción, y es verdad.
   —La felicidad no consiste en satisfacer tus egos. Se esconde en el desalojo de toda vanidad, en el compartir fraternal y solidariamente.
   —Reconozco que, en la medida que das, experimentas gozo y paz. Creo que es ahí donde está la felicidad.
    —Dices bien. La felicidad a la que todos aspiramos no está en las cosas que ofrece este mundo. Está en ese Reino del que nos habla Jesús. En Mt 19, 23-30, nos recuerda la dificultad de entrar en el Reino de los Cielos para un rico. Sus corazones suelen estar apegados a las riquezas y, por su avaricia, se olvidan de los que necesitan ayuda.
     —¡Entonces!, ¿están los ricos condenados?
    —Nada de eso. Solo si mantienen su corazón aferrado a lo vano y superfluo, les será más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de los Cielos. Con eso, Jesús deja muy claro la necesidad de despojarnos de la mochila de nuestros apegos.

    El deseo de felicidad que todos buscamos no está en las cosas de este mundo. Nunca, por mucho que acumules, estarás satisfecho ni tampoco seguro. Siempre habrá un deseo de más, de avanzar, y nunca pararemos hasta llegar a Ti, Señor. Lo dijo San Agustín: “Señor, nos has hecho para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.