Hoy abundan las
llamada «fake news» – noticias falsas
– y nos parece algo nuevo que no sucedía antes. Es verdad que nuestros abuelos
eran más verdaderos y sus palabras bastaban para ser respetadas y cumplidas.
Diríamos que quizás nuestra época había más seriedad y honor. Me pregunto, ¿no
sería por la presencia tanto de la Iglesia como de la mal llamada dictadura de
Franco?
En tiempo de
Jesús, como vemos en el Evangelio de hoy, existían ya esas llamada ahora «fake
news». El entorno que envuelve a Jesús se
justifica ante lo que ven con falsas acusaciones (fake news). Ponen en cuestión
el bien objetivamente realizado. Se trata de echar abajo la Palabra y Obra de
Jesús hasta el punto de falsearlas justificando una maniobra orquestada por el
mal. ¿No está pasando lo mismo en nuestro tiempo?
Se miente para
negar el bien, la verdad y la justicia. Hoy experimentamos en el mundo de la
política y de las relaciones humanas esta realidad engañosa llenas de mentiras
y falsas acusaciones con el fin de justificarse cada cual. Los medios de
comunicación disparan cada día cantidad de las llamadas «fake
news» que llenan las cadenas televisivas y los
periódicos.
Y es que tenemos mucho de Naamán el Sirio, cuando no entendemos o no creemos desvalorados por otros buscamos comparaciones que justifiquen nuestra soberbia y nuestra suficiencia. Sin embargo, Jesús, nuestro Señor, se mantiene firme y ante la resistencia de nuestra inercia de no acoger el Evangelio no transige y dibuja una línea roja: «El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama». Sin embargo, nuestra suerte es que la Misericordia y Paciencia de Dios es Infinita y, siempre que, como Naamán, recapacitemos y humildemente obedezcamos, tenemos el perdón, aunque sea inmerecido por nuestra parte, de nuestro Padre Dios. Su Amor Misericordioso nos salva.
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