sábado, 16 de agosto de 2025

LA INOCENCIA DE LOS NIÑOS

Mt 19, 13-15

    Hablábamos sobre los Reyes Magos. Nuestra ilusión nos desbordaba y pensar que venían a dejarnos regalos era algo fascinante. Recuerdo que no dábamos espacio a la duda. Quizás no lo comprendíamos, pero lo creíamos apasionadamente.

     —¿Recuerdas, Manuel, cuando éramos niños? ¡Qué etapa tan bonita! Vivíamos de la ilusión y obedecíamos sin resistirnos. Todo nos parecía mágico y posible. Los Reyes Magos siempre traían buenos regalos.
    —Sí, una época llena de esperanzas. Aunque también recuerdo la llamada a portarse bien. Tanto en casa como en el colegio nos decían: “Si no os portáis bien, los Reyes traerán carbón”.
    —¡Exacto! Mis padres me lo repetían mucho… Y yo procuraba portarme bien para que no se cumpliera esa advertencia.
    —La niñez es así: hermosa, sencilla, sin doblez, llena de ilusión. ¿Ves, Pedro? Son actitudes del Reino que los adultos olvidamos con facilidad.
      —A medida que crecemos, nuestra confianza se reduce, la ilusión se apaga y el corazón se endurece.
     —Y además llega el desencanto: ver cómo el bien parece ceder ante el mal, y sentirnos esclavos de pasiones que no logramos dominar.
      —A veces quisiera seguir siendo niño, con la transparencia y la bondad de entonces.
     —No lo olvides, Pedro: “De los que son como niños es el Reino de los Cielos”. Lo dijo Jesús cuando le presentaron unos pequeños. Les impuso las manos y se marchó de allí (Mt 19, 13-15).

    Cuando éramos niños, nuestros corazones eran limpios, ingenuos y llenos de alegría. Creíamos en la bondad, la justicia y la fuerza del amor. Hoy, quizá, el pecado y el desencanto nos han robado algo de esa pureza. Pero el camino no está cerrado: basta volver al Padre con corazón de hijo para reencontrar la inocencia y la alegría que nos hacen herederos de su Reino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.