martes, 26 de agosto de 2025

JUSTICIA, MISERICORDIA, CARIDAD

Mt 23, 23-26

    —Me pregunto si vale la pena aparentar lo que no eres. ¿Qué piensas sobre eso, Manuel?
    —Es un error. Tarde o temprano las apariencias se descubren y solo queda lo que realmente eres. Diría que es tiempo perdido y vano.
    —Sin embargo, me atrevería a decir que todos vivimos alguna vez de las apariencias. ¿Lo crees tú también?
    —A veces, sin pretenderlo, dejamos la “foto” de lo que no somos. Pero lo grave no es caer en ello de manera ocasional, sino utilizarlo como instrumento para conseguir lo que nos interesa.
    —Tienes razón. Alguna vez me he visto obligado a aparentar por circunstancias imprevistas, pero no es mi manera de ser.
    —La hipocresía es como un espejismo: quieres que los demás vean lo que te interesa mostrar, no lo que eres de verdad. Eso es precisamente lo que Jesús denuncia en Mt 23, 23-26.
    —¿Qué dice de los hipócritas?
    —Que cumplen con la ley, pero descuidan la justicia, la misericordia y la caridad.
    —Cumplir con la ley no está mal, claro.
    —No, pero lo verdaderamente importante, sin dejar la ley, es el amor misericordioso. Obsesionarse con el brillo de las apariencias es preparar el camino hacia el escándalo y la ruina.
    —Sí, eso es fundamental.
   —Así ocurrió con los fariseos y escribas de aquel tiempo… y sigue ocurriendo hoy. Cumplen cada precepto, aunque carezca de sentido, mientras descuidan lo esencial: el amor y la misericordia.
    —Me queda claro.
    —Jesús señala otra dirección: ir de dentro hacia fuera. Solo quien es honrado interiormente proyecta verdad y justicia. Entonces las buenas obras brillan, la confianza crece y el sentido de una vida buena puede ser reconocido.
    —Estoy totalmente de acuerdo, Manuel. Solo una persona honesta puede guiar hacia el sentido, la alegría y la esperanza.

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