martes, 7 de agosto de 2012

AYER Y HOY ES EL VERDADERO HIJO DE DIOS

 - Evangelio San Mateo 14,22-36.
 y no es fácil reconocerlo, porque hay que ser humilde y estar abierto a su Palabra. Nos parece muy fácil la respuesta de los apóstoles, pero no es así, porque hoy debería sernos más fácil ya que tenemos el testimonio de los apóstoles, la Resurrección de Jesús, y el testimonio de muchos santos que con su vida nos dan prueba de que Jesús está vivo.

Jesús sigue siendo el mismo, sigue sanando y todo aquel que le toca queda sanado, sanado para siempre. Ese es nuestro reto, dejarnos tocar por Jesús y seguir sus pasos al ritmo de sus pisadas. Él nos señala el camino, un camino de intimidad con el Padre, de constante oración y de relación con Él.

Nuestra fe se debilita. Al menor contratiempo nos venimos abajo, nos hundimos y zozobra nuestra particular y propia nave. Incluso protestamos, rechazamos otros planes que no sean los mío. Y aunque le pedimos que se haga su Voluntad, lo que queremos y pretendemos es hacer la nuestra.

De la misma manera le proponemos que nos perdone en la misma medida que nosotros perdonamos, pero luego no cumplimos esa promesa. No somos dignos de ser perdonados, y nuestras esperanzas terminarían si no fuese por la Misericordia de Dios. Él como hizo con Pedro nos levanta e impide que nos hundamos, pero necesita que se lo pidamos, que creamos en Él.

Hoy, aprovechamos esta Palabra, Señor, para pedirte que, como a Pedro, no me dejes hundir. Necesito tu mano para seguir caminando por encimas de las aguas de este mundo. Un mundo lleno de tormentas, de tempestades y de vientos huracanados. No permitas que me hunda. ¡Sálvame, Señor!

lunes, 6 de agosto de 2012

CUANTAS VECES ME ENSEÑAS TU ROSTRO, SEÑOR

 - Evangelio San Mateo 17,1-9.
y yo paso de largo. Exijo pruebas según mis cálculos y a mis gustos, y si no son así las rechazo o me muestro indiferente. Las cosas tienen que ser según mi razón y mis ideas. Todo lo que no se respire en ese sentido no me vale.

Posiblemente, Jesús consideró que los apóstoles tenían baja la moral y escogiendo a los líderes del grupo los llevó aparte para mostrarle su divinidad y el camino a seguir. La transfiguración es la señal que desvela el camino a seguir, la prueba que descubre la pasión que Jesús tendrá que padecer en unos días.

Pero que sitúa la verdadera dimensión de lo que sucederá tres días después. Jesús se muestra glorioso, divinizado y elegido por su Padre: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle».

Los discípulos se asustaron, no comprendían nada. Y es que no podemos comprender, pues la Divinidad de Jesús está por encima de nuestras posibilidades y no cabe en nuestra limitada razón. Jesús, que nos conoce al dedillo, concedió ese momento de la Transfiguración, a Pedro, Santiago y Juan, para que se animaran en el camino pascual que les esperaba.

Igual, te pedimos hoy nosotros, Dios Padre, que en nombre de tu predilecto Hijo Jesús, nos reveles y nos des la sabiduría de vivir transfigurado en el corazón de tu hijo Jesús. Amén.

domingo, 5 de agosto de 2012

NO SABEMOS BUSCAR

 - Juan 6, 24-35. Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus

porque nos conformamos con cosas efímeras, caducas, que por mucho que nos puedan alegrar y gustar ahora, mañana ya no son. Aquellos hombres buscaban a Jesús porque volvían a tener hambre. Ya había saboreado el placer de sentirse saciados unos días antes, y lo perseguían, no porque les interesará la palabra de Jesús, sino porque querían volver a saciar el hambre material.

No somos capaces de pensar que, a pesar de estar saciados, volveremos a tener hambre. Lo mismo ocurre con la salud. Podemos ser curados hoy, ¿pero mañana? No importa tanto saciar el hambre de la tierra como ser curado de la enfermedad, porque aquí abajo todo tiene fecha de caducidad.

Lo verdaderamente importante es el alimento y la salud que permanece para la vida eterna. Ese es el verdadero tesoro que hay que buscar, y ese debe ser el verdadero motivo por el que deberíamos estar empeñados en seguir a Jesús. Además coincide con lo que todos queremos.

Jesús es el verdadero pan de la vida, el que venga a Mí, no tendrá hambre, y el que crea en Mí, no tendrá nunca sed».

Pidamos al Señor que nos despierte para darnos cuenta de qué el verdadero tesoro no está en las cosas de este mundo, sino en encontrarnos con Él. Amén.

sábado, 4 de agosto de 2012

¿SÉ DE QUIÉN ME FIO?

 - Evangelio según San Mateo 14,1-12.

porque dependerá de mi conocimiento y encuentro con Jesús. Seguir a alguien es saber quién es y confiar en Él. No podemos tener una idea vaga, de oídas, de rumores. Se trata de un conocimiento experimentado en la propia vida y en las respuestas que encuentran solución en el mismo Jesús.

Experimento deseos de amar, pero ese amor me exige entrega sin condiciones que me cuestan y que están por encima de mis proyectos, de mis apetencias, de mi prestigio y consideraciones. Una amor que en la medida que lo experimento me llena de gozo y de felicidad.

Un amor que me descubre y llena de gozo hasta la plenitud. Un amor que solo experimento en Jesús y con Jesús. Y cuando encontramos este tesoro, todo lo demás ocupa un lugar secundario, un lugar para hacer camino, para mediar, pero el objetivo siempre será amar.

Herodes no lo entendió así, ni supo bien quien era Jesús, ni se preocupó de averiguarlo. Sólo pensó que podría ser Juan el Bautista que había resucitado, y ni eso le hizo pensar. Igual nos ocurre hoy a muchos de nosotros, experimentamos milagros y vivencias que pasan por nosotros sin llamar nuestra atención.

Estamos verdaderamente ciegos, y lo más lamentable es que por tan poca cosa, pues nada es comparable con la presencia de Dios en nuestra vida. Ese es nuestro pecado, pensar que por nosotros solos podemos entenderlo y que no necesitamos la Gracia del Señor para poder comprenderlo.

Dios mío, ábreme mi inteligencia para poder verte con la claridad que deseo, y seguirte con todas mis fuerzas. Todo lo pondo en tus Manos. Amén.

viernes, 3 de agosto de 2012

ENTRE LOS TUYOS NO TIENES VOZ NI VOTO

 - Evangelio según San Mateo 13,54-58. Y, al llegar a su pueblo, ...
Suele suceder esto, y lo experimento en mi propia persona. En mi casa nadie lee ni le importa mis humildes reflexiones, ni tampoco nadie valora si hago algo bueno, pero sin embargo, todo aquello en lo que caigo o fallo me es tenido en cuenta y valorado negativamente.

Quiero significar que me cuesta mucho en mi casa y entre los míos ser valorado como cristiano, porque mis actos son mirados con lupa y desvalorados cuando están hechos desde el amor, pero sí valorados cuando son hechos desde mi propio egoísmo. Sin embargo, es una gracia de Dios esa oportunidad para exigirme más cada día y para vivirla con paciencia y como cruz.

De ahí la importancia de la comunidad, porque solo en ella tenemos la circunstancia santificante y la oportunidad para crecer en gracia y santidad por la Gracia de Dios.

Falla la comprensión y la aceptación de nuestras propias limitaciones. No se nos perdona nuestras caídas, pero tampoco se nos tiene en cuenta nuestros buenos actos. Estamos condenados de antemano. Y, desde mi humilde opinión, creo que a Jesús le sucedió eso. Era Jesús el hijo del carpintero, y como tal nada especial debía tener.

Su sabiduría y prodigios no se asimilaban como venidas del Hijo de Dios vivo. Era uno del pueblo, y del pueblo nada extraordinario podría salir. ¡Sí fuera de otro lugar!

Igual nos ocurre hoy, nuestras mentes están cegadas ante cualquier manifestación de la Obra de Dios, y aunque se nos presentase un familiar o conocido muerto, no lo creeríamos. Bien lo dice el Señor en la parábola del rico Epulón.

¿Es qué no es un milagro la vida, el amanecer de cada día, el deseo del bien y el amor común a todos los hombres? ¿Es qué no es un milagro de la presencia de Dios ese deseo interior de ser eterno y feliz? ¿Y no es más milagro todavía tener esa propuesta de salvación por un Padre que ha entregado a su Hijo a una muerte de cruz por la salvación de cada uno de nosotros?

Pidamos al Señor descubrir su presencia cercana a nosotros en cada acontecimiento que nos rodea cada día, y darnos cuenta que solo en la vivencia de su amor seremos capaces de alcanzar esa felicidad eterna que es vivir a su lado. Amén.

jueves, 2 de agosto de 2012

HABRÁ CRIBA


 - Del santo Evangelio según san Mateo: 13, 47-53
de buenos y malos, es decir, de aquellos que hayan vivido en el amor y los que no lo hayan hecho. Busquemos criterios para centrar nuestra humilde reflexión. Vivir en el amor significa vivir en el esfuerzo de tratar de olvidarse de uno mismo, y de disponer su actitud en darse a los demás.

Hacer lo contrario es pensar más o solo en uno y no importarle, o importarle poco lo que ocurre a los demás. Tanto una u otra disposición tendrán unas consecuencias, y también un estilo de vida.

Mientras unos se preocupan por construir un mundo mejor, un mundo donde la justicia, la fraternidad, la paz y el amor sean lo primordial y lo imperante. Otros buscan sus propios intereses y someten con injusticias, dictaduras, imposiciones y esclavitudes a los demás. 

Unos hacen y buscan un mundo mejor y compartido, y otros son la causa de que el mundo sea un paraíso para unos y un infierno para otros. 

La conclusión es que nuestra conciencia nos dice que mientras los que se preocupan por otros hacen el bien y buscan el bien; los otros, los que se buscan así mismo solo procuran su bien y no el bien de los demás. Y lo justo sería buscar el bien, el bien común, el bien de todos.

Esa será la criba final, los malos serán separados de los buenos y arrojados al infierno que ellos mismos se han creados. Nadie los habrá condenados sino su propia ceguera por empecinarse en buscar el tesoro en las cosas de este mundo.

Por eso, es tiempo de pararnos, de meditar y de descubrir que la vida que buscamos no está en las cosas, sino que se encuentra en Dios. Un Dios que nos espera, que tiene la paciencia de esperarnos y de aguardar pacientemente a que despertemos y nos demos cuenta.

Pero hay una cosa muy importante, no te enfrentes solo, trata de pedirle su asesoramiento, su compañía y su Gracia, porque solo no lo lograrás. Necesitamos su fuerza y su ayuda, pues sin Él nada podemos. Amén.


miércoles, 1 de agosto de 2012

COSA DE SENTIDO COMÚN...

 - Evangelio según San Mateo 13,44-46. El Reino de los Cielos se parece a

sería vender todo lo que se posee para comprar aquello que tiene más valor y significa lo más importante de nuestra vida. Un ejemplo sería dar todo lo que se tiene por salvar la vida, porque la vida es nuestro mayor valor. 

Sin embargo no terminamos de creérnoslo cuando no así pensamos y actuamos referido a la vida de los demás. Hablo de los niños nacidos en el vientre de sus madres. Quizás no descubrimos que el verdadero tesoro de nuestra vida es la posibilidad de vivir siempre, para siempre, eternamente.

Vivir siempre en gozo y felicidad, porque vivir sufriendo sería un castigo. ¿Cuantas veces hemos oído que para vivir sufriendo preferimos morir? Descubrir ese Tesoro sería lo más importante de nuestra vida porque todos lo buscamos y queremos descubrirlo.

Luego, ¡descubierto!, ¿no lo compraríamos? Eso, en mi humilde opinión, es lo que nos dice hoy la Palabra de Dios. El Reino de Dios, ¡la felicidad absoluta para siempre!, es semejante a un tesoro escondido, que descubierto, lo guardamos y lo hacemos lo prioritario en nuestra vida. Razones para entenderlo nos sobran, sólo habrá que buscarla y eso responde a cada uno.

¿Tenemos nosotros claro cuál es el verdadero Tesoro de nuestra vida y por el que vale la pena darlo todo? Esa es la reflexión de hoy, y, seguro, vale la pena reflexionarlo y meditarlo.

Pidámosle al Espíritu Santo que nos de la luz necesaria para entenderlo. Amén.