Mt 23, 27-32 |
Es obvio que la verdadera autoridad nace cuando lo interior corresponde con lo exterior. Quien vive lo que piensa, transmite autoridad con sus palabras; pero quien piensa una cosa y vive otra, engaña y es hipócrita.
—¿Qué opinas de la hipocresía, Manuel?
—Es una enfermedad que corrompe la convivencia hasta
enfrentar a las personas.
—¿Son difíciles de descubrir?
—Al principio pueden engañarte, pero, con el tiempo,
notas de las patas que cojean: lo que dicen no coincide con lo que hacen.
—Y, aun así, no cambian…
—Están esclavizados por sus propios vicios y
egoísmos. Para ellos, mentir no es delito, es necesidad.
—Por fuera parecen buenos, pero por dentro…
—Lo dice Jesús en Mt 23,27-32: “Por fuera parecen
justos; sin embargo, por dentro están llenos de hipocresía y crueldad.” Y lo mismo nos
puede pasar: aparentar santidad mientras por dentro nos corrompemos.
—Entonces, hay que revisarnos constantemente.
—Exacto. Solo la Palabra de Dios nos da luz para
descubrirnos y cambiar.
La hipocresía corrompe las relaciones, siembra
desconfianza y vacía la autenticidad. La hipocresía destruye lo que la verdad
construye.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.