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jueves, 28 de noviembre de 2019

SEÑALES DE LIBERACIÓN

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Lc 21,20-28
Leemos y nos cuenta la historia que el mundo ha padecido sucesivos momentos de transformación a lo largo de los siglos y de la historia universal. En la historia del mundo está la impronta de las trágicas consecuencias que, bien la evolución o la propia erosión generada por la mano del hombre, han ido marcando y dejando, como huellas o cicatrices, que lo descubren como un mundo finito y llamado a terminar.

Cada época ha traído sus propios problemas que la erosionan y la destruyen amenazando su desaparición. El hombre sufre y padece esos cambios adaptándose a ellos, pero con la esperanza de permanecer abiertos a la acción de Dios que está por encima de todo. Experimentamos que nuestro mundo es finito, y así como empezó también terminará. Por lo tanto, sólo hay un camino: ponerse en las manos de Dios, Creador de todo lo visible e invisible.

Hay un principio que nos dice: lo que tiene principio tiene fin. El mundo que tiene su origen, tiene también su fin. Ahora, la pregunta es la siguiente: dentro de este contexto, ¿qué pintamos nosotros? Y es que si somos la respuesta al Amor de Dios, Creador de todo lo visible e invisible, debemos tener una relevancia grande, hasta el punto de, siendo sus criaturas preferidas, creadas a su imagen y semejanza, no podemos ser destruidos como el propio mundo. Lo lógico y de sentido común, es que, desaparecido el mundo, sus criaturas, las fieles a su Palabra y cumplidoras de sus mandatos, alcancen la plena liberación de sus esclavitudes terrenales para gozar de la plenitud eterna junto al Dios Creador y Padre.

Es, pues, conveniente estar atentos y vigilantes en la esperanza que la Palabra de Dios tenga cumplimiento en nuestras vidas para, a la hora final, encontrar esa deseada liberación y gozar de esa plenitud eterna junto al Padre.

martes, 26 de noviembre de 2019

EL MUNDO PROPONE NUEVAS IDEOLOGÍAS


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Lc 21,5-11
Vivimos momentos convulsos y llenos de incertidumbre. El mundo propone nuevas ideologías apoyándóse en nuevas formas progresistas, de modernidad y de libertades. Nuevas maneras de ver la realidad del mundo en el que vivimos desechando las ya asumidas como viejas y anticuadas. El hombre se erige como el diseñador del nuevo mundo que le ha tocado vivir y construye su propio templo derrumbado el anterior en el que se había construido el mundo existente.

Esta es la realidad y la disyuntiva en la que nos encontramos los habitantes de este mundo en esta época que nos ha tocado vivir. Si presta atención a lo que este mundo de hoy te propone distingues una exclusión de lo anunciado desde el principio, es decir, la Buena Noticia de Salvación, para abandonarnos en las que ellos, y ellos son las nuevas propuestas ideológicas que priman el libertinaje, el pensamiento único y todo lo que sale de sus corazones enfermos y concupiscentes. Son los destructores de los templos de hoy que ya han empezado su labor.

Las noticias y lo que llega a nuestro oídos nos hablan de sublevaciones, rebeldías, destrucciones de iglesias, libertinajes, nuevas ideologías de genero, de entender las diferencias entre hombres y mujeres y un sin fin de nuevas doctrinas amparadas en la mentira y la falsedad. Nuevas doctrinas creadas por el mismo hombre y que se apartan de Dios. Un hombre que rechaza a Dios y vive de espaldas a Él. Un hombre corrompido por el pecado que lo sume en el caos, la envidia, el odio, la venganza, la corrupción y la muerte.

Y no nos debe sorprender llegar a esas conclusiones, porque si miramos a nuestro derredor comprobamos que es realmente lo que está sucediendo. El Evangelio de hoy nos descubre la realidad a la que, guiados por el hombre, estamos construyendo. No es nada ficticio y subjetivo lo que presenciamos y está sucediendo. El hombre sin Dios se destruye y es reo de muerte eterna.

martes, 24 de noviembre de 2015

EL MUNDO SE DESTRUIRÁ

(Lc 21,5-11)


Los, aparentes, avances son una farsa, pues si observamos, experimentamos que el mundo no camina derecho, ni, tampoco, en sentido lineal. Mejor, parece que da un paso para adelante y dos para atrás. Hoy, a pesar de tantos avances técnicos y progresos científicos, la vida está más en peligro que antes.

Los últimos atentados terroristas, al parecer por fundamentalismos religiosos, nos sobresaltan y ponen la vida humana en constante peligro. ¿Dónde está la civilización adelantada?  Países que padecen hambre y sed, y que son explatados y esclavizados. No hay seguridad y la paz está amenazada y en peligro. Luego, ¿cuáles son los adelantos?

Las Palabras de Jesús en el Evangelio de hoy nos tranquilizan y nos dan serenidad y paz. Porque nos avisan de que el final está marcado por disturbios y guerras: «Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida». Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?». Él dijo: «Estad alerta, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘el tiempo está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato». Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo».

Estamos avisados y no hay por qué inquietarse. Pasará lo que tenga que pasar, pero el Señor vendrá. Habrá grandes señales del Cielo que anunciarán la llegada del Señor, y su Palabra, Palabra de Vida Eterna, se cumplirá. Por lo tanto, a pesar de todo lo que estamos viendo no hay por qué desesperar. Esperamos, incluso, cosas mayores o peores, porque el mundo, de espaldas a Dios, busca su propia destrucción.

Gracias, Señor, por tus Palabras y te pedimos serenidad, confianza y valor para perseverar, a pesar de tantas dificultades y obstáculos con los que el mundo tratan de desviarnos de tu camino.