sábado, 9 de marzo de 2013

EL PUBLICANO Y EL FARISEO

(Lc 18,9-14)


En las parábolas Jesús nos enseña a vivir y a descubrir que lo importante es dejar que nuestro corazón madure y ame. Sacar todo el amor que sea posible y dejarnos transformar por el Amor de Dios. Por eso, la humildad y la necesidad de ser transformados son la esencia de la vida que nos ayudará a amar y ser amados.

Esta historia podría haber sido así, o algo parecido. Lo importante es la sustancia del mensaje, y de la Palabra de Jesús, que nos dice cómo debemos actuar en la vida, y descubrir que cuando se es humilde las cosas se ven mejor. Nos vendrá muy bien escuchar detenidamente esta parábola. Pongamos nuestro corazón en silencio y a la escucha. Luego reflexionemos.



viernes, 8 de marzo de 2013

¿DÓNDE ME SITÚO?

 Supongo que será una buena opción tomar una actitud de niño, abajarnos humildemente y tratar de escuchar este hermoso cuento. ¿No se modificarían muchas portadas de periódicos de nuestro tiempo imitando esta actitud del samaritano?






jueves, 7 de marzo de 2013

ENFRENTAMIENTOS

(Lc 11,14-23)


Observamos que cada tertulia se apoya en diversos enfrentamientos entre los tertulianos. Difícilmente hay tertulias donde todos comparten criterios que unen y construyen. Se nota enseguida: hay respeto, ser respira una atmósfera de serenidad, de paz, y se habla con respeto y libertad.

Pero esa es la excepción, lo normal es el enfrentamiento, el poco respeto, la disputa y los desplantes. Hablan todos y al mismo tiempo, y no se oye nadie ni dejan oír a los televidentes o espectadores. Parece que es una lucha en hablar más fuerte y no dejar hablar a los demás. No se trata de compartir, al menos eso es lo que transmiten, sino de imponer mis criterios y lo que pienso.

Cuando se sienten acorralados, se autoengañan justificándose y utilizando demagogias que distorsionan los hechos y la realidad, y se inventan justificaciones apoyadas en criterios falsos y demagógicos. Si se vieran y escucharan sentirían vergüenza. Y si lo han hecho y no lo sienten, da pena, y justifican que suceda lo que sucede. No son cosas nuevas, ya ocurrieron como hoy nos narra la Palabra de Dios.

Cuando la verdad no se acepta, se llega a decir disparate como este: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios», dicen unos, y otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo. Pero Jesús les demuestra que todo reino dividido se destruye a sí mismo. Eso le ocurre a los hombres cuando se alejan de Dios, terminan enfrentados.

miércoles, 6 de marzo de 2013

NO TE PREOCUPES, DIOS TE ESTÁ BUSCANDO

(Mt 5,17-19)


Todos buscamos a Dios, a ese Ser trascendente que nos salve de la finitud de este mundo. Las diversas religiones existentes buscan encontrarse con ese Dios, pero el cristianismo, surgido de las raíces del judaísmo, es la excepción de la regla. Aquí es al revés, es Dios Padre quien busca a sus hijos.

No hay por qué preocuparse, tu Padre Dios te busca, te espera y abre sus brazos para recibirte con gozo y alegría. Sólo una cosa, déjate encontrar y escúchalo, te busca para salvarte, para darte esa vida eterna que tanto deseas, una vida llena de paz y gozo.

El pueblo judío experimenta la salvación al ser liberado de la opresión egipcia, y vive en la experiencia de su presencia. Dios ha tenido en cuenta sus sufrimientos y no ha esperado más. Ha sido Él quien da el primer paso y envía a Moisés a liberar su pueblo del yugo egipcio.

Jesús, Dios hecho Hombre, se hace presente entre los hombres, y desde dentro de su pueblo, da a conocer a su Padre Dios. Es el Dios cercano que convive y camina con los hombres, perfeccionando la ley, no suprimiéndola. Da plenitud y endereza el camino que conduce al Padre. Rectifica todo lo torcido, todo lo escabroso, todo lo que oprime y esclaviza. Y abre las puertas de la libertad que nos acerca al Padre.

martes, 5 de marzo de 2013

MÁS CLARO NO SE PUEDE DECIR

(Mt 18,21-35)


Las Palabras de Jesús nos expresan con claridad meridiana cual debe ser nuestra actitud ante el perdón. Sabemos por experiencia lo que cuesta perdonar, y hemos oído, ¡y las que faltaran!, que esto o aquello no se puede perdonar. Sin tampoco olvidar a aquellos otros que declaran perdonar pero no olvidar.

La realidad es que perdonar nos cuesta mucho. Pero también es verdad que el sentido común nos revela que, si Jesús nos propone esa actitud de perdón es porque Él antes nos ha perdonado así. Y con Él podemos hacerlo, pues sería canallesco proponer algo imposible e irrealizable.

También, se cae de maduro, es lógico y de sentido común, que si yo soy perdonado por ofender a Dios, ¿cómo me atrevo a no perdonar a aquel que me ha ofendido a mí? El problema no está ahí, sino en no reconocer a Dios como mi Padre, y no tomar conciencia de ofenderlo con mis acciones y decisiones. El problema radica en el rechazo de vivir el amor según Jesús, y hacerlo a mi manera. Por eso se nos hace más difícil perdonar.

Hoy, Jesús, nos explica de forma muy clara cuál debe ser nuestra actitud ante el perdón, y sus Palabras no dan lugar a duda. Si tú eres perdonado, hasta el punto de que tu deuda es olvidada y borrada del debe, tú debes proceder de la misma forma con aquellos que a ti te deben. Perdona en y de la misma forma que tú has sido perdonado. Y si Jesús nos lo propone, es porque tú y yo podemos hacerlo, ´claro!, contando con Él.

lunes, 4 de marzo de 2013

¿VENDRÍA EL SENOR A MÍ?

(Lc 4, 24-30)

Es una pregunta que me hago, porque quizás el Señor, como ocurrió con la viuda de Sarepta de Sidón, o el sirio Naamán, no se acercaría a mí, sino a otros que aparentando estar más lejos, están más cerca del Señor que yo. Y no lo digo por llamar la atención, ni por presumir de humildad o pecador.

Simplemente, lo comparto, porque no lo sé. No sé si mis esfuerzos son los deseables; no sé si mi actitud es la actitud que debo tener; no sé si cultivo y abono mi higuera particular y recojo los frutos al cien por cien de lo que pueda dar, o me limito a cumplir con el tramite de dar lo que me pidan, pero no todo lo que puedo.

No se trata de dar frutos, sino de dar todos los frutos, al limite de tus posibilidades. No se trata de dar cosecha, sino de dar siempre la mejor cosecha. Es dar algo más, es darme yo mismo como fruto. Y eso me parece que no lo estoy dando. Al menos tengo mis serias dudas. Sin embargo, es lo que quiero dar, y no desespero. Es más, confío y espero en el Señor que me transforme, me enseñe todas las capacidades que me ha dado, y refuerce mi voluntad para ponerlas a su servicio.

domingo, 3 de marzo de 2013

PODEMOS PERDERLO TODO

(Lc 13,1-9)


Eso fue lo que le ocurrió al hijo prodigo, perdió todo lo que tenía. Sin embargo, tuvo la humildad de levantarse, reconocer su equivocación y pecado, y ponerse en camino hacia la casa del padre. Se nos está invitando a hacer lo mismo, porque tenemos mucho en común con ese hijo prodigo.

Somos pecadores como él, eso está fuera de toda duda, y tenemos el amor del Padre. Un amor infinito que nos espera hasta el último momento de nuestra vida. Incluso, como nos dice hoy el Evangelio a pesar de que la higuera no da frutos. Siempre hay misericordia en el Corazón del Padre para darnos una oportunidad.

Nuestro Señor Jesús, con su pasión y muerte ha ganado tiempo y esperanza para esas viñas, para que bien abonadas den el fruto esperado por el Padre. Pero nuestra tierra propia, nuestro ser, necesita querer dejarse cultivar, amasar sus miserias con la Gracia del Espíritu Santo, y cargar con la cruz de cada día para que florezcan los frutos esperados.

Dejémonos hundir los clavos de nuestra propia miseria en nuestra tierra pobre y estéril, y amasemos nuestra infertilidad con la Gracia del Espíritu Santo para que, nuestra tierra convertida de estéril a fértil, dé los frutos de la salvación.